lunes, diciembre 26, 2011

Regalo de La Gaticueva

Primero pensé en hacer una lista con deseos para fin de año, pero luego me acordé del dicho: "ten cuidado con lo que deseas porque puede convertirse en realidad" y ¿qué haría el país si los políticos se enmendaran de la noche a la mañana, o como quien dice, de noche vieja a año nuevo? sería el caos social, luego pensé en hacer la lista de buenos propósitos para el próximo año que me prometí hacer en el post Propósitos de año nuevo, pero la verdad me volvió a dar hueva y ante el dilema de si sería una buena idea o algo muy choteado plagiarle a Ciro la receta de la Cirogrip, desistí y finalmente decidí que esta gaticueva trajera un regalo de fin de año: el cuento número 150 de "360" que aún estoy trabajando, en estos momentos a paso lento a causa de una desertificación creativa que espero revertir pronto, así que por acá les dejó el número 150...


150. Villancico.
Caos es la única palabra que sería capaz de aproximarse a una descripción del Centro Histórico de San Salvador en la semana previa a la navidad. Miles de personas que hormiguean con los rostros congestionados por el calor, entre los cientos de bocinas del tráfico parado por horas, como dinosaurios atrapados en las prehistóricas pilas de alquitrán, gimiendo lastimeramente al azulísimo cielo de diciembre mientras se hunden en la reverberación del calor que desprende cada centímetro cuadrado del exterior, sin el auxilio del aire acondicionado. En medio de la Plaza Cívica frente a la Catedral, bajo la sombra de la ceiba, apoyada en la verja pintada de verde, una prostituta cincuentona entrada en carnes, deja ver descaradamente su oficio enfundado en una camisa de tubo de un morado metálico, que le queda dos tallas más chica, al igual que la falda de algodón alicrado, de un verde limón, que marca la tanga en su enorme trasero; todo le tiene sin cuidado, mira alrededor disfrutando del paisaje mientras tararea: “güi güish una meri crismas… güi güish una meri crismas… güi güish una meri crismas an japi niu yiiiiirrr…”


¡Felices fiestas! y espero verlos en el 2012

lunes, diciembre 19, 2011

El camino de vuelta

Ese lapsus de los noventas, donde para muchos se terminó la única vida que conocíamos desde niños: bombas, tiroteos en el centro, cortes de electricidad, cortes de agua - me salto los cortes de teléfono porque ese invento llegó a mi casa bien entrados los noventas-, soldados que llegaban a nuestra escuela a darnos charlas de porqué los guerrilleros eran el diablo y a repartir panfletitos, guerrilleros que llegaban a nuestra escuela a hablar de porqué el ejército y el gobierno eran el diablo y a repartir panfletitos, chistes en familia sobre la última balacera donde alguien se había quedado atrapado y de como se salvó por un pelito de gato mojado, horarios para salir a la calle, novenarios de gente que iban matando, rezos de las mamás y las abuelas para que no te fuera a reclutar el ejército o te fueras a ir con la guerrilla o te fueran a encontrar sospechoso de algo o simplemente te fueras y ya no volvieras más. Y en medio de esa debacle ochentera - noventera, la super estéreo, la estación del rock en español que me sacó de mi alucín personal por Maiden y me puso a escuchar a gente que hacía rock en el idioma que yo hablaba, desde entonces me dura el enamoramiento de Fito.
Luego de la Ofensiva hasta el Tope, la entrada a la UES, en el exilio por supuesto, como sino y los actos culturales que invariablemente terminaban en fiesta, sonando lo que estaba sonando con furor en ese momento: Alto al Fuego de Alux Nahual... ¿Alux qué? ¿qué son de dónde? y entonces alguien me sacaba de mi ignorancia musical y me enteraba que además del rock argentino y del inmortal Bronco (la banda salvadoreña por favor), estaba esta buenísima banda chapina que era de las de reír y llorar, o como quien dice, incondicional de la montaña rusa de tus emociones.
Ese lapsus de los noventa, repito la frase, junto con un par de compañeras del cole y la noticia de tooooda la gente que se ha marchado del país (donde vuelvo a caer en cuenta que uno es cuerudo como decía mi abuela), me volvió a encontrar en el concierto de Alux, al que Saimon me convenció de ir para salir del mutismo crónico de los últimos días, y donde de repente me encontré pensando en pasado ¿esa es señal de que ya soy adulto contemporáneo? de pronto consideré que a la mejor había que crecer, ser cauto con las emociones y dejar las ideas exóticas sobre cambiar el mundo y esas vainas, pero la idea no arraigó así que la dejé ir como una de tantas cosas disparatadas que a veces se me ocurren, como se me ocurre a veces irme del paisito para nunca más volver, dejar de escribir y jamás volver a hacer teatro.
El concierto estuvo bien, el finde fue como uno de esos oasis que tienes de vez en cuando en la vida, cuando alguien en alguna parte del cosmos se cansa de jugar con tus huesos y te deja respirar un rato... ahora a dejar de vagabundear y a retomar de nuevo 365, el volver a estar frente al papel en blanco (o a la pantalla en blanco si nos ponemos tecnológicos, vaya) es siempre una experiencia aterradora, pero ¿qué sería de nuestro valor si no pudiéramos ponerlo a prueba de vez en cuando?

lunes, diciembre 12, 2011

Harry ha regresado

Los lunes particularmente son una mierda, esta afirmación categórica podría resultar demasiado brutal para un lunes, si no fuera por su absoluta veracidad.
Es difícil despertar a la mañana con el corazón roto, con casi dos meses sin escribir una letra, con más visitas al antro de la esquina que al cuaderno de escribir, con una repentina alergia a la oficina, con que ese condenado día difícil de despertar sea lunes y si, cuando despiertas ves a Harry sonriendo con esa sonrisa suya de "te lo dije", la cosa va pintando peor.
- Si... ya sé: te lo dije, cuando las cosas van demasiado bien, no hay sino que desconfiar...
- Yo no iba a decir nada.
- Tenés esa sonrisa de "te lo dije" que es peor.
Puse el agua para el té y di vueltas por el apartamento haciéndome la desentendida, pero él no se dio por vencido.
- Ro tenía razón.
- ¿Qué?
- Te dijo que no podías andar pitufando por ahí como si el mundo fuera una pradera con florecillas bien puestas sin Gargamels a la vista.
- En primera no me lo dijo así exactamente ni en el contexto en que lo decís y para seguirla el resto de la frase es agregado tuyo.
- Ya sabés cómo son los escritores, siempre diciendo cosas de su cosecha con frases robadas de otros.
Cogí la toalla porque estaba visto que era mejor llegar tarde a la oficina que quedarme en casa escuchándolo, pero se fue conmigo a la ducha.
- No podés andar por ahí con el corazón en las manos...
- Eso es de uno de los personajes de mi última obra y no viene al caso. Además, tengo casi dos meses de estar en el agujero, sintiéndome como el último insecto del último estercolero tercermundista, me vale madres si se oye políticamente incorrecto, sin escribir una letra, sin imaginar nada y vos ¿dónde has estado? y hoy te aparecés sólo para echarme en cara mi propia estupidez, que por otra parte, conozco demasiado bien... qué clase de amigos se tienen.
- ¿Y quién te ha ha dicho que los alter ego deban ser solidarios? para eso están los amigos imaginarios... y se echó a reír.
No me quedó más que suspirar mientras me vestía, al menos sabía que hoy habría una nueva entrada en la gaticueva y que, definitivamente, Harry ha regresado.

lunes, octubre 17, 2011

Humedad

Será la lluvia, ese monótono correr de agua sin interrupción aparente, serán las malas noticias que la tv me restriega en la nariz, serán los rostros cansados de la gente que habita los albergues, cansados de un cansancio de más de una temporada de lluvia con la misma canción fúnebre y uno contando cuentos como si eso cambiara la realidad, será la llovizna fría que lo impregna todo: la ropa, los zapatos, la sala de la casa y hasta los pensamientos, será la imagen de los políticos en pre campaña, poniendo cara de "me importa mucho", será el ser "uno de los países más vulnerables" a los desastres naturales (escuchar la palabra vulnerabilidad en los noticieros y programas de análisis de cualquier cosa está tan de moda como ver llover en esta época), será el hecho de ver que todos quieren salir en la foto, como siempre, pero es que ahora te da más no se qué, será el no tener zapatos secos, será el último conteo de los muertos, será la imagen de un campo de maíz anegado que he visto repetidamente en la televisión, será que mis sábanas ya tienen olor a moho, será el golpe que el ladrón de ayer me dio en el hombro y uno sin poder devolverlo, será la humedad, debe ser la humedad de siete días sumergidos en agua, pero ayer me puse a leer a Girondo porque era necesario, digamos como una botella de Peter Brum en mi cumpleaños y Girondo, que está allí cuando lo necesito, como siempre, me saco de aguas, digamos poéticamente hablando:

Hazaña
O. Girondo

Todo,
todo,
en el aire,
en el agua,
en la tierra
desarraigado y ácido,
descompuesto,
perdido.
El agua hecha caballo antes que nube y lluvia.
Los toros transformados en sumisas poleas.
El engaño sin malla,
sin "tutu",
sin pezones.

La impúdica mentira exhibiendo el trasero
en todas las posturas,
en todas las esquinas.
Las polillas voraces de expediente cocido,
disfrazadas de hiena,
de tapir con mochila.
Las techumbres que emigran en oscuras bandadas.
Las ventanas que escupen dentaduras de piano,
cacerolas,
espejos,
piernas carbonizadas.

Porque mirad
sin musgo,
mi corazón de yesca,
qué hicimos,
qué hemos hecho
con nuestras pobres manos,
con nuestros esqueletos de invierno y de verano.

Desatar el incendio.
Aplaudir el desastre.
Trasladar,
sobre caucho,
apetitos de pústula.
Prostituir los crepúsculos.
Adorar los bulones
y los secos cerebros de nuez reblandecida...
Como si no existiera más que el sudor y el asco;
como si sólo ansiáramos nutrir con nuestra sangre
las raíces del odio;
como si ya no fuese bastante deprimente
saber que sólo somos un pálido excremento
del amor,
de la muerte.

lunes, octubre 10, 2011

Un cuento que adeudo

Para los que me escribieron pidiendo cuentos, acá están dos saldando las deudas, espero que no decepcionen ;)

16. El Norte

Lo contó de nuevo, había $1,200 y aunque lo contara otras doce veces no iban a aparecer $300 por arte de magia. El tipo se lo había dicho por teléfono: $1,500, para pasado mañana, los más espeluznante no era eso. Lo más espeluznante había sido escuchar a esa voz desconocida hablando sobre su casa, su mujer, su hija, su perro, el pequeño negocio de cereales, su vida, su vida contada como cualquier cosa por una voz extraña que amenaza con que todo se acabe, que le pone un precio a su vida sin conocerla, sin saber si él puede reunir lo que su vida vale ahora porque si, porque a un tipo se le ocurrió, porque su teléfono resultó favorecido en la lotería de la desgracia.

No lo va a volver a contar ¿para qué? La mujer se queda con la mirada en el vacío, hasta que él la sacude, está de pie, tiene prisa, meten en dos mochilas lo que hay a la mano, despiertan a la niña, le dejan algo de comida al perro para que no haga ruido. Salen. El hombre le dice bajito que conoce un coyote.


131. Inicios.

Para J. A. M.

El tipo caminaba de prisa, eran las seis y treinta de la mañana y la gente debía estar entrando a sus primeras clases, a esa hora ya estaba él en la cuadra, pero ahora el cambio de rutina lo había retrasado. Era su primer día como comerciante independiente. El viernes se lo había dicho a su jefe: que renunciaba. Seis meses de ahorros estaban ahora puestos en su espalda: la mochila con el café, los vasos, la bolsa con el pan dulce. El logo lo había hecho su hijo mayor, que el otro año entraría en bachillerato y era muy bueno para inventar anuncios. El hombre, curtido y moreno, ponía en esa mochila de café todas las esperanzas de un nuevo principio, en su espalda se leía: “mi cafecito” y un dibujo de una humeante taza blanca. La gente de la universidad ya estaba entrando, se había retrasado en su primer día. El hombre caminó tan de prisa como el peso a su espalada se lo permitió.

lunes, octubre 03, 2011

Diario de Harry. Crónicas de bar

Este finde estuve totalmente lejos de mis antros de costumbre. Nada del centro con su bar de siempre, con la mesera que ni siquiera te pregunta qué vas a tomar: nada más te saluda con un gesto de cabeza y segundos después llega con lo que le pedirías, cosas estas de ser animal de costumbres. No, esta vez nos fuimos a un chupadero "cool", prometo algún día colgar nuestra clasificación de bares, chupaderos, antros y conexos.
El lugar no era nada excepcional: ambiente desabrido, parroquianos desabridos, consumo caro (exorbitante para nuestro bolsillo acostumbrado a nuestro querido bar de quinta) y tacos que sacarían en carroza a cualquier changarrito de barrio. La atracción principal: la compañía que nos esperaba en la mesa y un toque de La Vieja Fiebre Amarilla. Escuché la primera canción de Hielo Ardiente y pensé en mi mamá y en un par de tíos en los tiempos en que no habían cambiado de vida. Entonces vi en redondo la concurrencia del antro y entendí todo: allí no se va por el ambiente ni la comida, ni siquiera por la cerveza que es la misma en cualquier lado desde la disco hasta la tiendita de la esquina, allí se va por la nostalgia. Decenas de mesas ocupadas por parejitas de más de cuarenta y cinco, grupitos de adolescentes de cincuenta y algún que otro bebedor solitario que nunca falta, conversando con su cigarro. Suena black magic woman y todos comienzan a alucinar. La primera tanda es una máquina del tiempo de hora y media a los sesentas y setentas y hasta me doy cuenta que yo también comienzo a tener recuerdos. Los músicos de la banda son una colección de personajes, imagino al nieto del bajista hablando con su amiguito en el kinder: "¿y que hace tu abuelo?" y el otro chiquillo contesta: "los fines de semana se va a rockear a los bares y se pone un colocón hasta la madrugada"... genial, así quiero ser yo cuando sea grande.
La segunda tanda musical es un riesgo porque pasando cervezas, nuestro anfitrión es la mano más rápida de este pueblo y escuchando a la banda pienso en la enorme riqueza musical del rock salvadoreño en los sesentas y setentas ¿alguien habrá recopilado esa música? ¿se habrá creado algún archivo nacional con eso? ¿dónde estarán esas bandas? toda ese trip musical que es el antepasado de los toques de Fenastras... entonces pienso también en que a la mejor cuando me llegue el tiempo, Maiden será mi música de nostalgia ¡cómo cambian los tiempos!

lunes, septiembre 26, 2011

365

Tengo un nuevo proyecto entre manos, se llama 365 y son 365 historias, desde microcuentos hasta historias cortas de no más de media página. Como todas mis cosas comenzaron con un primer esbozo, un cuento corto que escribí el 1 de enero de 2008 y se fueron agregando más y más hasta hacer lo que mi amiga Consuelo Tomas llama masa crítica y entonces ya surgió la idea de hacer algo más en serio que estoy trabajando desde agosto de este año, justo después de terminar con todo lo del libro "Bajo el amate", donde recogí parte de la tradición oral de mi familia y que en este momento sigue buscando por dónde salir a la luz, es que de verdad que ese rollo de publicar es medio complicado por acá por el paisito.
365 es algo diferente del libro anterior. Cada día frente a la compu llego con algo o, como suele suceder, con nada, cada día es ese segundo de vacío en la boca del estómago al ver la pantalla en blanco y no saber por un momento de dónde sale la próxima historia. Recobrar todos los retazos de ciudad que uno va capturando sin querer con la mirada, en un sabor, en un olor que de repente lo regresa a uno en el tiempo y no sabes porqué, pero es una sensación que acompaña todo el día, recobrar el sentido de la vida en una taza de café, recobrar una conversación insana, una noche de bar, una mirada de alguien que te hubiera gustado conocer ¿recobrar o inventar?
Muchas veces les he dicho a gente que conozco y que lee mis cuentos que las historias, esas historias no son verdaderas, no del todo, talvez la prehistoria de esa historia lo fue alguna vez, pero hubo un momento en el que dejó de serlo y se volvió cuento.
Este fin de semana llegué a la historia número 100, me di cuenta cuando lo escribí: el número 100 e inmediatamente después el título de la historia: "Cuento".
Empiezo pues, una centena más. ¿De qué escribir? En los cien anteriores hay de todo: perros callejeros, decepciones, amores encontrados después de mucho tiempo, asesinatos, cafés de Madrid, fronteras, celebridades, sueños, abandonos, tardes tranquilas, aburrimientos, buses, muchachas solitarias, más asesinatos y buses (será el ambiente del paisito), leonas, asfalto, el metro de Barcelona, cadáveres, jardines, planetas inventados pero posibles... estoy pensando qué habrá en los próximos cien.
¿De qué quisieran ustedes leer un cuento?

lunes, septiembre 19, 2011

Diario de Harry. Remembranza del segundo comunicado del MPPU


Hace un año por estas fechas, en víspera de los desfiles patrios y con un encendido debate sobre la salida o no de las cachiporristas, tema que como muchos otros ha desaparecido de la agenda nacional con la misma rapidez con la que se dejó de hablar de los gastos en viajes de los señores diputados, la finalización de la Diego de Holguín y un largo etcétera en nuestra deteriorada memoria a corto plazo, salió este comunicado del MPPU, que ahora quería recordar para que no se sume a la larga lista de olvidos nacionales.

El MPPU, consecuente con su elección de estar a favor de los que están en contra y totalmente en contra de los que están a favor, y preocupado por conservar las buenas costumbres, sobre todo aquellas que usualmente derivan en malas mañas, emite el siguiente comunicado, consciente que tanto el hacerlo como el leerlo son una irremediable pérdida de tiempo.
El MPPU ve con beneplácito la sensata postura de la Secretaría de Inclusión, la Secretaría de Cultura y el Ministerio de Educación en cuanto al asunto de seguridad nacional alrededor de la prohibición de cachiporristas en los desfiles y considerando que el tomar medidas al respecto, sobre todo al respecto de las faldas de las cachiporristas, es mucho más urgente para la patria que estériles discusiones sobre los gastos de los señores diputados en sus paquetes de viajero frecuente o la existencia de candidatos independientes, temas que abordaremos a posteiori si antes no surge algo más importante, como la eliminación de los escotes en los programas matutinos.
Por lo tanto y teniendo en cuenta que estas sesudas discusiones requieren de ideas, porque como dijo el contramaestre H.W.Z. de la real armada patafísica, al verse sin un peso para el almuerzo: "ideas quiere la guerra", el MPPU desea hacer su aporte ideológico a la cuestión, para lo cual pedimos a los organismos antes mencionados, así como a los tres poderes del estado, tomar en cuenta las siguientes recomendaciones.

EXIGIMOS

- Castigar con 20 latigazos a las impías que, utilizando o no un uniforme de cachiporrista, portando una cachiporra o una porra, o cualquier objeto que las convierta en sospechosas de cachiporrería, se presten a ser instrumento de la corrupción de género en el territorio nacional, así mismo, se pide que se le ampute el pulgar a los coreógrafos, directores de bandas y otros implicados en esta red organizada de cachiporrería, que pervierte a nuestra juventud, obligándola a utilizar su tiempo libre en actividades de perversión, cuando bien podrían estar viendo tv o a la salida de sus pasajes o en el billar, en sanas compañías.

Y para llevar a su natural desarrollo nuestra preocupación por la salud moral de nuestra población, proponemos:

- Girar orden de captura a la Siguanaba, por exposición impúdica
- Cubrir la imagen de una mujer, a la que se ha explotado sexualmente, utilizando su desnudez para simbolizar algún tergiversado valor patrio en el Redondel Constitución, imagen conocida por más señas como La Chulona
- Eliminar el concurso de calzonetas en Miss El Salvador, así mismo la parte de preguntas, esto último por salud mental
- Eliminar del territorio nacional el pervertido platillo culinario conocido como pupusa, dada la connotación sexista y chocarrera de esta palabra, de todos conocida así que no entraremos en detalle
Y otras que seguramente irán surgiendo.

Animados por el sentido de inclusión y de igualdad de género, también pedimos:
- Atacar la manía de los salvadoreños por colocar imágenes impúdicas en lugares públicos, cubriendo la exposición inmoral de la imagen conocida como El Chulón
- Exigir a los futbolistas (sin distinción de género) que utilicen prendas más largas, para evitar que la fanaticada caiga en la tentación de echar miradas lascivas a los jugadores en vez de a la pelota


De esta forma, el MPPU, contribuye a salvaguardar el orden en nuestra pequeña gran patria, porque como dijo Norman: "el mecate es mío".

¡Mierdra! ¡Fynanza! ¡Fisica!
Movimiento Patafísico Padre Ubú. MPPU



martes, septiembre 13, 2011

Diario de Harry. La patria de Salarrué

Esta semana sentí que se me secó el cerebro, debe ser el trabajo de oficina y todo el papeleo burocrático que sirve para que existan burócratas, la ausencia de lluvias con su calor asfixiante o el cruel presentimiento de que nos acercamos peligrosamente a época pre electoral, después de lo que estaremos en época electoral e inmediatamente después en los análisis post electorales previos a la época pre electoral.
En medio de este calor y tendido otro de los famosos puentes gubernamentales espero el desfile del 15 de septiembre para ver los nuevos modelos "adecentados y políticamente correctos" en la moda cachiporrista. La nueva falda cachiporrista que llega hasta el tobillo, combinada con una camisa manga larga y cuello de tortuga causarán furor en esta temporada.
Por ahora el sentimiento patrio se divide entre las donas al 2 x 1, las pupusas (forever) y la selecta de playa (que ojalá se sigan acordando de ellos el próximo año) que ha eclipsado a las protestas y los mega hoyos de temporada. Sin embargo yo en septiembre no me acuerdo de la oración a la bandera... yo la verdad me acuerdo de Salarrué y de este hermoso texto que desde que lo conocí, siempre me repito para este tiempo:

Mi respuesta a los patriotas

Salarrué


21 de enero de 1932 (de la era de Martínez)

Mis amigos me han dicho «Tú que eres sereno, tú que ves las cosas con los ojos adormilados, tú que estás siempre en la tierra del ensueño, en ese mundo irreal a donde los golpes de la marea de aquí abajo no llegan, por lo mismo, por eso, tú debes dar tu opinión en estos momentos en que la patria se encuentra en la indecisión. Apunta tu microscopio y dinos que ves y como lo ves, de algo ha de servirnos, hazlo por patriotismo, dígnate pisar con tus plantas la tierra firme, siquiera por una vez... ».Y se han echado a reír. Conozco en su manera, que lo han dicho en parte como burla amistosa, con el cariño que infunden los locos pacíficos, en parte en serio y es por ello que yo me he quedado perplejo y me he sentido luego como incomprendido, tenido como un ser vago e inútil, de un mundo problemático. Y me he indignado en mi dignidad de hombre y he alzado mi grito de protesta como la voz en el desierto escribiendo esta respuesta a los patriotas sin nombre...

Yo no tengo patria , yo no se que es patria : ¿A qué llamáis patria vosotros los hombres entendidos por prácticos? Se que entendéis por patria un conjunto de leyes, una maquinaria de administración, un parche en un mapa de colores chillones. Vosotros los prácticos llamáis a eso patria. Yo el iluso no tengo patria, no tengo patria pero tengo terruño (de tierra, cosa palpable). No tengo El Salvador (catorce secciones en un trozo de papel satinado); tengo Cuscatlán, una región del mundo y no una nación (cosa vaga). Yo amo a Cuscatlán. Mientras vosotros habláis de la Constitución, yo canto a la tierra y a la raza: La tierra que se esponja y fructifica, la raza de soñadores creadores que sin discutir labran el suelo, modelan la tinaja, tejen el perraje y abren el camino. Raza de artistas como yo, artista quiere decir hacedor, creador, modelador de formas (cosa práctica) y también comprendedor. La mayor parte de vosotros se dedica en su patriotismo a pelearse por si tienen o no derecho, por si es o no constitucional, por si será fulano o zutano, por si conviene un ismo u otro a la prosperidad de la nación. La prosperidad es para vosotros el tenerlo todo, menos la tierra en su sentido maternal. Capitalistas embrutecidos, perezosos y bribones muestran sus caras abotagadas y crueles a no menos crueles comunistas pedigüeños, sórdidos y rapaces. Mientras estos dos bandos en todos sus grados de intensidad se gruñen unos a otros, nosotros los soñadores no pedimos nada porque todo lo tenemos. Ellos se arrebatan las cáscaras y nos dejan la pulpa : - El pan es mío, todo mío, dejadme vender el pan», gritan unos;«no» dicen otros :« tenemos hambre y el pan es nuestro, porque la tierra es nuestra»... Mientras nosotros los soñadores, sin que nadie se oponga, hacemos crecer la espiga embelleciendo el paisaje, gozamos la música del maizal que sonríe con la brisa, recogemos cantando la mazorca y dejamos el comerla a tarascadas a los puercos. El cafetalero es un pedante que habla del mercado, de la baja, del alza, cuenta pisto agachado sobre las mesas, husmea costales y no ha estado nunca tirado al fondo de un cafetal, en el misterio de las noches de luna ; no nota la belleza del grano sangriento cuando resbala entre los dedos de las cortadoras cantarinas, no conoce el aroma y la leyenda de la flor del cafeto. El azucarero no ha oído nunca el susurro consolador de los cañaverales, ni ha visto meterse al chipuste en marejadas armoniosas. Todos ellos gritan alrededor de una sola cosa: el dinero. Unos quieren ganar el quinientos por ciento y otros quieren que se les suban sus salarios. El comunista usa un botón rojo y habla de degollar, llama justicia al buen pan y buen vino bien compartido, y no han sabido nunca del saber dar a quien todo lo tiene, que es quien nada tiene. El indio del arado y de la cuma que hace el paisaje agrario bajo el sol crudo, está satisfecho de hacer vivir con sus manos toscas y renegridas, manos de Dios, a un pueblo entero que se entrega a una locura llamada política; que no sólo es infructuosa sino dañina. Este indio vive la tierra, es la tierra y no habla nunca de patriotismo. Ni teme al extranjero que nada puede quitarle lo de él, a menos de quitarle la existencia.

Yo que paso en la tierra del ensueño, según vosotros, yo estoy más en el corazón de la tierra, arraigado de verdad y con raíces abajo y queriendo florear por arriba. Si la tierra de Cuscatlán se alzara un día personificada llamando a sus hijos, a mí, de los primeros me reconocería y no a los políticos y a los istas de esta cosa llamada patria. El Salvador y demás zarandejas que simbolizan con banderas y escudos y que señalan con fronteras imaginarias. No, no soy patriota ni quiero serlo; tengo mejor concepto de un guineo patriota que de un hombre patriota. A mí no me agarran ya con esas cosas respetables. Ni siquiera trabajo en Patria, trabajo en Vivir, es decir, no en la patria sino en la vivienda, terruño o querencia, como diría Espino. Vivienda, sí, con sueño y todo, pero viviendo una vida real, la vida que se saborea como vino sagrado. Yo no aro ni siembro ni cosecho la tierra: oficio ante el altar y doy las gracias en nombre de los soñadores cosechando un grano invisible que desgrano de la mazorca de la vida y de la espiga de la costumbre ¿que cosa es vuestra patria que yo no la miro ?.. Me pedís que descienda a vuestra realidad y no se donde poner el pie; por todos lados encuentro arena movediza. Si yo os invito a que vengáis a mi terruño, tendréis amplio campo donde correr y sudar; podréis untaros las manos en barro fresco y llenaros el pecho de aire puro. En esa vuestra patria yo sólo respiro odio, cobardía, incomprensión.

¡Que diera yo por traeros a esta mi tierra ¡...Ya los pocos que había conmigo se han marchado; me encuentro casi solo. Solo con el indio contemplativo y la mujer soñadora. Ya no hay Miranda Ruano que escriba Las Voces del Terruño, libro que ya nadie lee; Ambrogi habla constantemente de Quiñónez; los Andino escriben «Política»; Bustamante es empleado de juzgado; Castellanos Rivas se hace Secretario Particular; Guerra Trigueros no oye mas caer las estrellas en la fuente inmemorial; Julio Ávila se dedica al comercio; Llerena enmudece; Gómez Campos tiene tienda; Paco Bamboa se doctora; Salvador Cañas «prepara» a sus muchachos; Masferrer ya no canta; Gavidia discute sobre el radio; Chacón hace seguros de vida; Rochac habla de finanzas; Villacorta se queja de la tesorería; Vicente Rosales anda en corrillos; Miguel Ángel Espino es fuente seca; y en fin, me veo solo en la tierra de la realidad, apenas con un Mejía Vides que quiere ir al estero a pintar un tiempo (como Gauguin en Taihiti) y un Cáceres que sueña y llora en los rincones del «Atlacatl».

Sí, ¡qué diera por traeros a esta mi tierra! (Que no es hipotética, como la vuestra): cerros enmontañados, y llanos ondulantes en donde al salir el sol cantan los gallos, en dónde no hay artículo número tal, sino un árbol de grata sombra; en dónde no hay el inciso cuarto; sino el ojo de agua para la sed; en dónde la ley de tal cosa está representada por la lluvia, por la luna o por el viento.

Lírico, sí, es verdad; pero lírico sobre el polvo de la tierra y no prosaico e insípido sobre hediondos conceptos y rancias doctrinas. Lírico bajo el cielo azul, y no sórdido bajo la loza del istmo.

Como me lo pedís, he pisado ya con mis plantas la tierra firme; pero la mía, no la vuestra, que no es firme ni es tierra sino humo (del feo). Lo he hecho porque me habéis obligado, porque al fin habéis conseguido distraerme de mi “éxtasis azul impráctico” y hasta habéis logrado indignarme un segundo. Sabed de una vez por todas, que no tengo patria ni reconozco patria de nadie. Mi campo es más amplio que esa tajadita de absurdo que queréis darme. Mucho más amplio. Ni siquiera el mundo. Ni siquiera el cosmos...

martes, septiembre 06, 2011

Alicia abajo del cielo sin diamantes

Alicia salió corriendo detrás del bus, pero mientras corría se dio cuenta que el bus desaparecía: "Seguro que el motorista no tenía carnet" pensó y ya resignada decidió agarrarla al suave porque igual, llegaría tarde al agujero del conejo, caminaba viendo un paisaje de pantallas gigantes que anunciaban pastores y políticos, ambos con igual sonrisa y promesas a granel, pensando en conejos estaba cuando de pronto una pelota de fútbol playa rebotó delante de ella y el conejo pasó persiguiéndola, iba con pantalones de un color y camisa de otro y se pensaba muy afortunado porque en anteriores ocasiones anantiyos le habían dado camisa, le hizo un pase fantabuloso al tío coyote, que burlando a un par de tiburones la hundió hasta el fondo de la red. Alicia aplaudió entusiasmada y mientras gritaba haciendo barra se dio cuenta que hacía barra sola. El tío coyote y el tío conejo la saludaron agradecidos y contentos por haber recibido sendas medallas; juntos los tres se tomaron del brazo y caminaron por el camino de ladrillos amarillos que les había aparecido a sus pies, rumbo al agujero del conejo.
Pero el camino era peligroso. Un tramo habían avanzado cuando una turba de motoristas alados les cerró el paso, al frente iban varios empresarios que se quejaban lastimeramente, mientras los motoristas dejaban caer sobre Alicia, el tío coyote y el tío conejo, una lluvia de esquelas vencidas que los arrastraron como una enorme marea; los tres aventureros buscaban desesperadamente algo de qué agarrarse para evitar ahogarse entre tanta esquela, cuando arriba vieron a cuatro músicos subidos en un submarino amarillo, haciendo maniobras para no chocar con los diamantes que se iban cayendo del cielo por alta de mantenimiento, los amigos extendían las manos y les hacían señales de auxilio pero los músicos habían abandonado su carrera para convertirse en analistas politólogos y estaban en medio de una discusión sobre el bicentenario y las repercusiones de la emancipación en la conveniencia de hacerse del ojo pacho con los requerimientos de las cortes que no debieran meterse en asuntos domésticos que están muy bien donde están, es decir, tapaditos debajo de la alfombra donde no mira la suegra.
Así que la marejada arrastró a nuestros amigos y los hubiera llevado hasta el mar si no hubiera sido porque una viejita les tiró un lazo para sacarlos: no se preocupen - les dijo - yo también ando a pata, esto es de echarle ganas porque si no nos lleva Judas. Dando las gracias estaban cuando vieron la enorme nube de polvo que levantaba el vehículo come gasolina de la reina de corazones que venia gritando a todo pulmón: "¡Que les corten la cabeza!". Alicia y los demás no atinaban a saber si se refería a ellos o a los otros, pero por si las dudas echaron a correr a todo dar, junto a ellos corría una reportera que preguntaba a cada momento: ¿cómo se siente? Miles de bocinas comenzaron a sonar...
En ese momento mi vecina puso a todo volumen los comentarios vulgares de la radio matutina con fondo de regetón y me despertó, con un suspiro de alivio pensé: "qué bueno que solo era una pesadilla, de algo así, ni el Capitán Centroamérica nos salva".

martes, agosto 30, 2011

Diario de Harry. ¿Para qué sirve?

El trabajo para ganarte la plata con qué pagar las facturas, la comida diaria, el bus donde te podés morir en un estornudo, todas esas cosas que dice la tele que son necesarias para sentirte habitante de este paisito resquebrajado, celular incluído y si tenés suerte y te sobraron un par de pesos, un par de horas de olvido en algún bar para hablar de cómo arreglaríamos en dos patadas las cagadas del prójimo en la política nacional y si es posible, mundial.
Las cucharas para el jarabe, la ropa para la vergüenza que heredamos del edén, los lápices para mordisquear el borrador, los zapatos para guardarnos los pasos, las sábanas para arrugarlas, las compus para creer que lo real es lo virtual, las llaves para no encontrarlas... nos hemos acostumbrado y nos han acostumbrado a que todo, absolutamente todo tiene el sagrado deber de servir para algo, de ser utilitario, pero ¿y el teatro? nos preguntan ¿para qué sirve el teatro? y antes de considerar dar algo de plata para algo tan escandaloso como el teatro, tratan de asegurarse que sirva para algo, que genere algo, que sea políticamente correcto, que se le puedan colgar los adjetivos de moda, que se edite a Shakespeare y a Moliére por incorrectos, que se suavicen palabras y discursos, que se pongan en "lenguaje de género", que se saquen las palabrotas de los títeres de Lorca y la crueldad de Cervantes y que el escandaloso teatro se vuelva dócil como el refrigerador, inofensivo como una tostadora y que al igual que las otras cosas a que nos hemos acostumbrado, "sirva para".
Y entonces para acabar de complicar todo aparece la risa, cosa incontrolable y peligrosa, ya lo dice entre otros, Marjane Satrapi: "No hay arma más subversiva que la risa" y el ser humano, que se deshumaniza a velocidad tecnológica y pierde su capacidad de reír en proporción directa con el estrés cotidiano, desconfía de la risa como de cualquier animal salvaje... y tiene toda la razón, y de nuevo pregunta: ¿no puede ser algo más serio? ¿y para qué sirve?
Y uno no tiene más que pensar en para qué le sirvió a los primeros hombres, que además debían estar muy ocupados en no convertirse en presas de temibles depredadores, el pintar bisontes y cazadores o el explicar en un cuento, ante la comunidad reunida alrededor del fuego, el porqué del sol y de la lluvia, o para qué sirven tantos y tantos cuadros, partituras, poemas y libros incorrectos quemados en las hogueras de la Inquisición, del Tercer Reich o de los conquistadores y puritanos en tierras de América, para qué sirven tantos artistas encarcelados o censurados por incorrectos. ¿Para qué diablos sirve el arte? seguramente no para lo mismo que una silla, pero a lo mejor sí para lo mismo que un cuchillo o que un atardecer en un acantilado y seguramente no le sirve lo mismo al artista que a quien recibe la obra de arte, del mismo modo que el grito no sirve igual a quien grita que a quien lo escucha, ni lo escucha igual a un metro que a diez metros de distancia. A mí escribir me sirve para no cometer asesinatos en serie y el hacer teatro me ayuda a mantenerme lejos de creerme en la razón absoluta, cosas muy útiles para mis vecinos y creo que para nadie más, no tengo otra respuesta, así que le pregunté a Oliverio, que siempre tiene palabras cuando a mí me faltan y aquí les paso esta respuesta, a ver si sirve:

Lo que esperamos

Tardará, tardará.

Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad.
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

Y entonces...
¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.

lunes, agosto 22, 2011

Diario de Harry. Cosas de bar

Ese viernes dejé la comodidad de mi antro de costumbre en la Calle Arce, con su rocola donde esperan siempre los meros Tigres y Mr. Buki y nuestra mesera estrella que nos recuerda muy bien entre todos sus clientes, porque somos los únicos que dejan propina en un antro de quinta, dicho con todo el cariño que le tenemos a nuestro antro de quinta por las innumerables historias que nos ha regalado y que seguramente referiré en otra ocasión.
Me calé el sombrero y subí a bailar salsa en ese antro de la San Luis, único lugar, única hora y único día de la semana en que se puede subir con la razonable seguridad de no escuchar los mismos discursos sobre las mismas soluciones a la crisis nacional después de la segunda cerveza y que luego de un lustro de escucharlos al calco, palabra sobre palabra, tienen la virtud hipnótica de matarme de desidia. Con ese riesgo calculado me aventuré en aguas políticamente correctas y miren que a uno usualmente le pasan cosas.
Después de ponernos al día con mi amigo de las europas, luego del divino encuentro con este divino bailarín nicaragüense, sonrisa que te desarma y movimiento de cintura no apto para cardíacos y antes del monótono zum zum batuquero, me encuentro en el patio con un interludio poético y armado por arte de magia, recital para un grupo de cinco que nos apretujábamos en círculo, isla de palabras en medio de la bulla y cuerpos sudorosos, para escuchar parte del libro cartonero de Juan Luis Olmo, Palabras Juntas, lanzado por la editorial La Cabuda Cartonera, proyecto genial como los son todos los que nacen del más duro deseo por remontar la realidad de este paisito que con gusto te parte la cara con su mazo de cotidiano veinticuatro horas al día.
Esta poesía callejera de Olmo me ha entusiasmado, porque la deja que ande suelta en el centro a las siete de la noche, sin salir corriendo a buscarle un taxi, valoruda la poesía callejera de Olmo, de la que les voy a compartir un par de versos:

Fuerte el cigarro

Juan Luis Olmo

A veces el cigarro es fatídico,
pero necesario.
mas
cuando esas benditas malditas canciones
nos desgarran la garganta
y algo mas.

O cuando se está en audiencia en el juzgado
o leyendo el citatorio de la procuraduría
o sentado en espera de la entrega
en medicina legal.

Bien dicen porái:
fuerte el cigarro
que soporta con tantas penas.

Jodido... pensamos todos y con pesar y agradecimiento, le dimos otra caladita al que teníamos rolando en el área para fumadores cortesía de la recién inaugurada Ley para el Control del tabaco, que nadie ha explicado bien cómo va, pero que se aplica lo mejor que se adivina, como todo en este país. Luego la noche se disolvió entre Rubencito y Calle 13 y la conversa sobre apariciones, puros y otras hierbas, benditas conversas de donde seguro que sale un cuento.

lunes, agosto 15, 2011

Espacios públicos, convivencia ciudadana y teatro

El espacio público, concebido como un lugar de libre circulación, dominio público y uso social colectivo es necesario tanto para la satisfacción de necesidades básicas (transporte, tránsito de personas y materiales, comercio, etc.) como de aquellas actividades de socialización (relaciones, identificación y expresión colectiva) que permiten la construcción de un tejido social saludable.

Entre los espacios públicos urbanos de San Salvador, especialmente en lo que ahora se conoce como Distrito Centro Histórico, las plazas jugaron un papel importante en la socialización y convivencia ciudadana durante la primera mitad del siglo XX, dándose en ellas diferentes actividades sociales: actos políticos y militares, así como artísticos y culturales e inclusive tecnológicos y científicos. Varios factores se conjugaron en el deterioro de las plazas y parques como lugares de convivencia ciudadana a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado y aunque algunos, como la represión e inestabilidad social en el conflicto armado, ya han sido solventados; otros como la violencia, delincuencia, deterioro físico e inseguridad ciudadana, continúan vigentes, si bien en menor medida que hace una década, pero siempre dificultando la recuperación y desarrollo de estos espacios de convivencia ciudadana.

Algunas plazas sirven actualmente como espacios para el desarrollo de actividades políticas o religiosas, sin embargo, sigue sin desarrollarse la dimensión lúdica y artística de estos espacios, que puede abonar al sentido de identificación, seguridad y convivencia ciudadana de diversos sectores, tan necesarios para el desarrollo de la identidad y sentido de seguridad en la capital. Es aquí donde el teatro de calle puede, entre sus diferentes posibilidades, resultar en un espacio de juego, convivencia y esparcimiento ciudadano que puede y debe ser integrado al paisaje urbano.

Por su naturaleza y estructura, el teatro de calle difiere totalmente del espectáculo en una sala. El teatro de calle puede ser desarrollado en espacios públicos abiertos: calles, zonas peatonales, plazas, fachadas de edificios públicos y otros con gran afluencia de personas, donde se busca el encuentro, muchas veces casual, entre el espectador y el espectáculo. El teatro de calle puede combinar diferentes propuestas escénicas: circo teatro, danza, títeres en gran formato e incluso llegar a zonas fronterizas con el performance o la instalación, sin convertirse en estos, pudiendo buscar o no la interacción directa y participación del público en tránsito por el espacio y en ocasiones, como en el teatro invisible de Augusto Boal, el público puede pasar desapercibido el reconocimiento del espectáculo teatral, integrándolo a su experiencia cotidiana.

La accesibilidad del espacio público es trasladada al teatro de calle, el público no necesita pagar una entrada o trasladarse hacia el edificio teatral para presenciar la obra teatral, es el espectáculo el que interviene en el espacio, irrumpe en la cotidianidad urbana y transforma el espacio público en un lugar de expresión social a través del arte, en un espacio donde el ciudadano puede darse licencia para el goce estético y recuperar de esta forma, su dimensión humana, mecanizada por el ritmo de vida cotidiano, la violencia y la situación de sobrevivencia a la que muchos se ven sometidos.

Aunque en nuestra experiencia y atendiendo a la realidad en la que el oficio escénico se desarrolla en nuestro país, hemos desarrollado espectáculos para espacios no convencionales, es decir, que se representan en espacios que no son edificios teatrales, los diferenciamos de aquellos espectáculos que son concebidos como teatro de calle, como es el caso de La Fiesta de los Djinn. En este montaje, la utilización del espacio público fue determinante para la construcción dramatúrgica del mismo.

La fiesta de los Djinn es concebida como un espectáculo de teatro de calle, donde la historia de la creación del fuego por los Djinn (genios del fuego en la tradición árabe), es el punto de partida para una sucesión de danza y juegos malabares, donde el diálogo es sustituido por la música, el movimiento en el espacio y la expresividad del cuerpo del actor para desarrollar el espectáculo, desde un estado onírico hasta la exaltación de ánimo del final, donde el espectador se ha identificado plenamente con el espectáculo. La magia del teatro de calle consiste en atrapar dentro de su magnetismo al transeúnte casual y convertirlo en el participante del espectáculo, en transformar la calle en el espíritu del teatro: el encuentro y común unión entre actor y espectador.

lunes, agosto 08, 2011

La feria de agosto

Viernes 5

El ritual de las fiestas agostinas es ir a la feria de Don Rúa, una especie de Babel sobre asfalto al borde de los edificios del centro de gobierno, donde hormiguean cientos de gentes con ropas de domingo.
La incursión comienza en la calle cerrada del Instituto Nacional de los Deportes, donde te reciben los vendedores de celulares que te ofrecen chips de teléfono como ofrecerte dulces, con lo fácil que resulta, con cero registro por parte de las telefónicas y con algo de ingenio para ponerlos dentro de los penales, se convierten después en las voces anónimas de las extorsiones, asesinatos y otras plagas que nos acompañan; de paso pensé también en las maravillas de la portabilidad numérica, pero me detuve en ese punto porque me di cuenta que estaba desvariando.
Entre las pupusas de a cora y los humildes carruseles movidos a pura fuerza de brazo, fuimos subiendo la cuesta, pasan varios travestis con camisas de licra en colores que inducen al vértigo y pulcros delantales, cargando cántaros o canastos con fruta o cd's pirateados, nadie los mira mal ni se mete con ellos, son parte del paisaje. Allí en la cuesta se alternaban los puestos de dulces, con sus maravillosas naranjas partidas por la mitad y cristalizadas en azúcar, las blanquísimas marquetas de conserva de coco y las tusas de colores que esconden panelas en miniatura, las manzanas con su capa de azúcar coloreada de rojo y luego todas las frituras, amalgama de olores, colores y sabores que sabotean cualquier intento premeditado de dieta.
Luego están los tipos que te invitan a jugar juegos donde parece que se gana fácil, pero ya sea tirando al blanco, derribando con un pelotazo tres botellas delante de una red o adivinando dónde está la bolita, se comprueba que no siempre las cosas son lo que parecen, como bien lo sabe cualquiera que lea la sección de noticias nacionales. Ver trabajar a los timadores de feria es un todo un espectáculo donde se combina la habilidad de palabra, el gesto y la ilusión.
Llegamos a los circos, con los hombres al micrófono anunciando el programa de la función y llamando insistentemente: "pase, ya vamos a comenzar, ya vamos a comenzar" y así por media hora hasta reunir una docena de personas para arrancar con el espectáculo, mientras, en una de las tarimas a la entrada de uno de los circos, media docena de chiquillas entre diez y quince años, atraen las miradas con su ropa ajustada y sus movimientos de perreo, la carpa se va llenando y el sol del mediodía muerde bravo, así que hay que buscar sombra y cerveza.
Damos la vuelta por la zona de las ruedas "más chivas" como le oí a un niño al pasar, donde están las máquinas llegadas del norte, las colas crecen y el ruido de las ruedas se confunde con los gritos de los que están arriba y por supuesto, las risas de los que están abajo, delicia esa la de reírse del apuro del prójimo.
Bajo la enorme carpa que cobija los chupaderos el calor no cesa, pero al menos se está a salvo del sol, la mesera tiene una comprensible cara de agotamiento, a esa hora comienza el movimiento allí y tres jóvenes recién salidos de la adolescencia hablan bravuconerías y pequeñas hazañas junto a una docena de envases vacíos, madrugadores ellos. El dj va anunciando los videos y animando a que hagan peticiones, aparece un video de cumbia salvadoreña, al mejor estilo de los ochentas, con una casa elegante, un carro lujoso y una chica guapa con poca ropa, nada que ver con la canción, luego aparece un video de regetón de algún neoyorkino que no conozco, con una casa elegante, un carro lujoso y varias chicas guapas con poca ropa, nada que ver con la canción y luego otro video de bachata, con una casa elegante...
Vamos de salida por las mismas calles estrechas, en un puesto suena una cumbia del grupo Bravo y en otro los meros Tigres del Norte, pasan en patrulla cinco policías, el último se deja ganar por el ritmo del corrido y sigue la música con la cabeza mientras tararea la canción, pero vence rápidamente la tentación, se recompone y vuelve a asumir su papel de autoridad; pasan familias: el papá, la mamá, dos o tres niños y si es niña, con un largo y vaporoso vestido de princesa, de los que se encuentran desde tiempos inmemoriales en el mercado central, las niñas se agarran los faldones del vestido, "el estreno de la fiesta", para no enlodarse y mientras sortean envases vacíos, ventas y borrachos, saludan con la mano a los policías que se reparten de tres en tres por todas las esquinas, sonríen pensando en lo bien que se miran y en que van caminando por la calle vestidas de princesas.
A medida que nos alejamos, todo se confunde en una sola bulla: la de la feria de agosto.

lunes, agosto 01, 2011

Lughnasadh con lluvia

Lughnasadh, luganastada o lammas, la fiesta de la primera cosecha o el día de Lugh, el poeta, el del largo brazo, donde se agradece por los primeros frutos y se reflexiona sobre el esfuerzo a realizar para obtener lo que deseamos.
Lugh llegó una vez, hace mucho mucho tiempo, ese tiempo donde ocurren todas las buenas historias, a la casa del rey Nuada, donde se celebraba una gran fiesta, el portero no lo dejaba entrar pero Lugh aseguró que él podía ser útil para algo y así fue como hizo de carpintero, guerrero, herrero, mayordomo y mago, aunque finalmente fue su habilidad como jugador de ajedrez lo que le aseguró un puesto en el palacio de Nuada y un puesto privilegiado de poder en el mundo y es que a Lugh no se le encuentra en un puesto definido entre el panteón de divinidades, pero tampoco es "el dios supremo", más bien es un dios sin puesto, sin función definida, porque puede hacer de todo, reflejar todo, por eso le nombran también el poeta, esa es una de las cosas que me llamó la atención de Lugh: él, que refleja todo de la naturaleza y los oficios, él es considerado el poeta.
La fiesta de Lugh se celebra en otras latitudes con hogueras y cuentos y mi sana intención de este día era irme a caminar por ahí a ver los árboles y pensar en lo que se piensa en este día, sin embargo la lluvia y la falta de sombrilla, porque invariablemente las pierdo y la época lluviosa me encuentra siempre sin algo con qué cubrirme, me pusieron a reflexionar bajo techo y por esas casualidades de la vida, en compañía de las cartas del poeta Federico García Lorca, invaluable obsequio de mi ex director Roberto Salinas, con quien compartimos la fiebre lorqueana hace muchas lunas ya, mientras nos divertíamos como osos montando Retablillo de Don Cristóbal.
Me encanta este Lorca de cartas, notitas y telegramas, con cotidianidad de calcetines limpios y cotilleo de noviazgos ajenos, con opiniones sobre libros, músicas y amigos, a la contra de los espejismos patrioteros y las visiones chatas y sobre todo, lo que siempre le agradezco a Lorca, tan capaz de hacer poesía sin palabras rebuscadas, de hacer poesía hasta por carta.
Así que sí celebre Lughnasadh con hogueras, con las hogueras del corazón y la poesía y cuentos de Lugh, Lorca y Falla y los libros por venir, con lluvia, café y libro y mucho agradecimiento por mi recuento personal de la primera cosecha y reflexionando en los esfuerzos por hacer antes de finalizar este año. Día rico en emociones y vivencias que me despejó del todo las nubes que andaba en el ánimo y en la cabeza.

lunes, julio 25, 2011

Diario de Jen. Volver visible lo invisible

Es una frase que he leído mucho respecto al teatro, puesta en artículos, discursos, clases y citas ¿cómo volver visible lo invisible? ¿cómo hablar de aquello que por "la buena educación" hay que callar?
Cuando Harry estaba escribiendo Santa María de la espera, más que escribirla era pelearla: a veces la gritaba, a veces la vomitaba, a veces simplemente se quedaba atascada sin querer salir a la pantalla y Harry venga insistir, insistir y meterse en el lodo para darle un empujoncito y sacarla de dónde estaba, sin pizca de la buena educación por supuesto. Como la vida sabe cosas que nosotros desconocemos y el universo a veces se confabula a nuestro favor, el primer libreto de la obra se perdió en las infames aguas virtuales por obra y gracia de un virus de computadora que arrasó con todo lo que pudo a su paso. Para ese entonces yo había hablado ya con Rubidia Contreras para que hiciera el papel de María y Harry estaba al borde de un colapso, depre incluída, por la pérdida del texto. Así pasaron casi dos meses, hasta que se convenció que era inútil tratar de rehacer algo perdido y volvió a comenzar, esta vez teniendo en cuenta al elenco para reescribir la pieza.
Eso fue uno de esos billetes de lotería cósmicos que al principio no reconoces. Ahora que veía a los actores, todo fluía de nuevo y el escenario se comenzó a llenar de espíritus, aunque Harry y yo nos peleamos bastantes veces en este proceso, porque yo me dejaba llevar por el entusiasmo y comenzaba a montar en mi cabeza y hacerle indicaciones que no le venían en gracia, las discusiones también fueron provechosas para ambos.
En el tiempo de la guerra mi abuela era rezadora, por la situación del país casi todas las semanas tenía algún rezo, una novena de difuntos o alguna cadenilla para pedir un favor, allí conocí todas esas oraciones que la gente repite sin reparar en la belleza de las palabras que las componen, allí las mujeres cantaban con voces destempladas mientras los hombres hablaban afuera y los niños aprendían qué se hace cuando la gente se muere. Esos pedazos de la realidad se fueron concretando en las páginas, las imágenes de los santos tan cotidianas, los espíritus que siempre estaban presentes en las conversaciones, como si fuera lo más normal vivir con fantasmas, la gente que se quedó esperando en silencio, invisibilizada por la política partidaria y la necesidad de creer que somos una sociedad sin cicatrices, entonces entendí cómo se hacía visible lo invisible.
La gente va y viene según uno lo necesite, aunque uno no lo entienda en su momento. De esa forma y por esos vaivenes quedó conformado el actual elenco de Santa María de la espera y la pequeña gira que terminamos recientemente, es de las cosas que me hacen pensar que todo está donde debe. Luego de la presentación se siente en la gente la necesidad de hablar, así que hablamos, como dice María: -"hasta de lo que no se quiere decir". Y la gente habla de lo que nos duele como país después de tanta espera, a veces incluso con lágrimas y recuperamos todos, ellos y nosotros, nuestra memoria, nuestra capacidad de duelo, le ponemos nombres y rostros a esa frase genérica de "las personas desaparecidas durante el conflicto armado". Volvemos a hacer visible lo invisible.

lunes, julio 18, 2011

Cuentos

Vuelvo a revisar mi último trabajo de escribidora en estos días y me doy cuenta que aún falta un cuento más, justo cuando me daba por satisfecha y creía que ya había terminado ese ciclo.
Hay cuentos que comienzan por una imagen, una frase que uno pesca yendo por la calle, un par de personas vistas en la acera de enfrente mientras estás tras la ventana del café donde acostumbras sentarte a ver pasar la gente.
Estos cuentos sin embargo, no nacieron de pronto, ya estaban allí, me acompañaron durante mucho tiempo, algunos de ellos los escuché muchas veces en las noches de los ochentas, en la oscuridad de los cortes de luz a causa de las tormentas, los postes volados con bombas o las sequías que menguaban el embalse del Cerrón Grande, construido el año en que nací. A la sombra de la vela, mi abuelo contaba cuentos de miedo, de una forma en que tenías que voltear a ver si en realidad no había algún espíritu además de nosotros en la sala, yo soñé alguna de esas noches con cadejos y espíritus que se aparecían bajo la forma de figuras blancas y mudas; nos fascinaban esos cuentos, pero más que nada nos fascinaba la forma en que él los contaba, habían historias que conocíamos muy bien luego de escucharlas docenas de veces, pero queríamos que mi abuelo las contara una vez más y sentir cómo la piel se te erizaba al escucharla. En esas noches descubrí el hechizo de contar historias.
Habían historias de todo tipo: mi abuela contaba historias sobre nuestra familia, mi mamá me leía cuantos y contaba cosas de cuando trabajaba en Ilobasco, mi tía contaba historias y así, la casa estaba constantemente llena de cuentos sobre cómo funcionaban las cosas en el mundo, sobre los antepasados, sobre los espíritus que eran tan reales como cualquier otra cosa sobre la tierra. Allí nacieron esos cuentos y se quedaron revoloteando, sueltos por muchos años, porque mi abuela me dijo una vez que no iba a escribir nada hasta que ella y todos los tíos abuelos estuvieran muertos y yo que siempre le hice caso a todo lo que me decía, dejé que las historias continuaran su revolotear por ahí, hasta que en el fin de año de 2010 caí en la cuenta que mi abuela, mi abuelo y todos mis tíos abuelos hacía algún tiempo que se habían marchado al lugar de donde vinieron sus historias y entonces, con mucho pesar por algo que sentí que se había ido para siempre, comencé a escribir para traerlos de nuevo a mi lado.
Pienso que quizás esta última historia que creo que falta es resistencia a terminar o quizás algo que en realidad se me queda en el tintero, bueno, no lo sabré hasta que no lo termine, así que ahí vamos...

lunes, junio 20, 2011

Utopías

(Del gr. οὐ, no, y τόπος, lugar: lugar que no existe).

1. f. Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación.


Esa es la definición de utopía que me encontré en el diccionario de la RAE. La primera vez que vi la palabra tenía unos once o doce años y pensé que era un lugar que de verdad existía en alguna parte, como los lugares en las fotografías de las mujeres con cuellos largos en las revistas de mi abuelo. Para ese entonces había desistido de ser arqueóloga y antropóloga sucesivamente y había decidido irme con el circo, jugar fútbol o tener una emisora de radio, cosas todas en las que realicé sendas prácticas con mis primas.

Entonces, en un ejemplar que alguna vez tuvo tapas duras y buen encuadernado, de papel basto y letra pequeña, con varias páginas perdidas, encontré esta historia de la Isla de Utopía y de nuevo me enamoré, pero esta vez el amor fue para siempre. Así fue como encontré lo que iba a hacer cuando fuera grande: iba a explorar y a encontrar Utopía y entonces agarré mi mochila y me puse en marcha y he caminado mucho, por muchas partes desde entonces y he encontrado muchas islas, algunas como las de Gulliver, algunas como la de Robinson Crusoe, otras más como la de Giligan o de espejos como la de Salarrué y aún islas desiertas.

Alguna vez me han dicho que hay que hacer cosas tales como madurar y dejar de creer en utopías o dejar de intentar cambiar el mundo, que es como es y gira de la forma que gira, pero en el camino me comencé a encontrar a mucha gente que había crecido y madurado buscando y construyendo su Isla Utopía y de repente eran islas, archipiélagos flotantes como diría Eugenio Barba con esa imagen que me gusta tanto.

En El Salvador nos sobrepasan las malas noticias pero existe un importante archipiélago llamado también Utopía, Pao y Memo tienen una isla allá en Alegría donde pintan y bailan, Romel tiene en construcción una isla donde se entrena muy duro en las artes marciales, Carlos vive en una isla con mucha tinta y papel y letras y el fin de semana estuve con Julio, Irma y otros buenos amigos en otra isla en San Antonio Los Ranchos, que tiene mucho tiempo de navegar en las aguas turbulentas que nos rodean y hay muchas más, tantas que enumerarlas sería tarea para rato, aunque a primera vista no lo parezca, es engañoso este paisito imaginado. Me entusiasma cada vez que visito una de estas islas, se siente uno más acompañado, con más esperanza, es esta cosa que tiene el creer en lo que se hace: es contagioso.

Me alegra mucho haber tomado mi mochila hace tanto tiempo para explorar y encontrar este increíble archipiélago, me alegra haber encontrado osados compañeros exploradores con los que hemos comenzado a construir nuestra propia isla, pequeñita, con ganas de sol, aprendiendo cómo a cada paso, para hacer crecer este archipiélago que causa asombro entre los viajeros que tropiezan con él, porque nadie se esperaría que hubiera crecido tanto en medio de tanta tormenta y en aguas tan peligrosas.

lunes, junio 13, 2011

Diario de Harry. Visitas divinas

Desde nuestro reencuentro en Barcelona (tipo grupo de música pop pero sin las canciones), El Negro se ha convertido en mi dealer literario, mi nuevo período yonki ha sido muy productivo para mí y es que cada autor que me ha presentado tiene un sabor particular que hace que esta bibliomanía retroalimente mi grafomanía y así estoy, encantado de recuperar manías y sin querer parar. Luego llegará el hastío, como en todas las cosas, pero por el momento no nos adelantaremos hasta allí.
Entre los libros que viajaron desde Barcelona está este de pasta roja, con una portada muy al estilo de los cincuentas, que me remitió a mi infancia: mi mamá tenía libros, mi tío tenía libros, mi abuela leía (y escribía) poesía y mi abuelo leía ediciones viejas de National Geographic y de las Selecciones de Reader's Digest, en esa época yo debía estar en segundo grado, quería ser arqueóloga y las portadas de los libros siempre me fascinaban. Todavía cuando tengo un libro que llega por primera vez a mis manos le dedico un tiempo a la portada: veo la ilustración, los materiales, leo la contraportada y las reseñas en las tapas interiores si las hay; es como ver de lejos a la persona que te gusta antes de atreverte a saludar.
En ese entonces, en el mismo departamento donde ahora vivo y donde en un tiempo hubieron hasta ocho personas, vivió un tiempo mi tío el mayor, sus libros eran muy curiosos, había uno de tapa dura, amarilla, en la portada una caricatura de un tipo con cara divertida y una maleta, partiendo de viaje, el título decía "Exceso de equipaje" y el autor era Enrique Jardiel Poncela. Ese nombre fue el que volvía a ver, luego de tantos años, en esa portada roja: Enrique Jardiel Poncela, arriba del título "La tournée de Dios" y como subtítulo "Novela casi divina" y así, comencé una aventura de 472 páginas.
La estructura del libro me cautivó, el tipo numera los capítulos en orden cronológico, y debido a que en una novela se refieren a menudo sucesos anteriores, resulta que la novela comienza en el capítulo 20, continúa en el 1 y así, según lo que se necesita contar, de forma que si uno quisiera puede leerlo en el orden desordenado en que aparecen los capítulos o ir saltando del 1 al 2 y lo demás, esto, al igual que el estilo de Jardiel Poncela me pareció de lo más simpático.
Luego la historia es buenísima, resulta que un día Dios le avisa al Papa que ha decidido darse una vuelta por la tierra a ver cómo va la cosa y decide llegarse a España, donde la prensa, el clero, el gobierno y la gente importante corren de arriba a abajo para prepararse y recibir a Dios como se merece y el pueblo acude en masa para ver qué hace Dios. Cuando Dios llega los fans enloquecen y hay que controlar a la gente a sangre y fuego, luego de eso Dios es llevado y traído por todas partes en el tour oficial y por supuesto, la gente quiere que Dios diga algo y solucione el desmadre en que se encuentran (al parecer las cosas no cambian mucho). Dios habla pero lo que dice no es del agrado de nadie y todo el mundo se marcha dejando a Dios solo (insisto, las cosas no cambian). Junto a la historia de la visita de Dios también está la historia de los periodistas Perico Espasa, Federico Orellana y la esposa de este, la actriz Natalia Lorzain y como toda historia donde hayan periodistas y teatristas, la cosa será interesante y no tendrá un final feliz, aunque el libro es divertidísimo. En fin, me lo pasé tan bien que quería compartirles además un par de párrafos:

"Los Deportes
... nada más llegar, ya se hizo del Madrid y se puso la insignia en la solapa del guardapolvo (...) Tan simpático se le hizo el famoso club madrileño que, sin poder contenerse, lo tomó bajo su protección. No se hizo esperar el resultado, y fue que, en lo sucesivo, el Madrid quedó triunfador en todos los combates (...)."

"La felicidad os la di Yo también cuando os di la Vida y la Muerte, la Conciencia, la Inteligencia, la Voluntad, el Entendimiento, la Memoria, la facultad sexual y la Procreación; los Sentidos, el Dolor y el Placer, y todo lo Creado. La felicidad está en eso.
La felicidad brota de forma espontánea de cualquiera de esas partes y también del todo. La felicidad se consigue manejando discretamente cada uno de esos elementos y también todos a la vez... Pero ¿tengo yo la culpa de que vosotros manejéis esos elementos, y el todo, de una manera idiota? No. Yo no tengo la culpa. La culpa es vuestra (Grandes rumores)."

El discurso de Dios continúa con los políticos y aquí ya me imaginaba yo a Dios pidiendo la palabra en nuestra honorable Asamblea Legislativa, mientras los señores diputados feisbukiaban (o feisbuqueaban pues, si nos ponemos puristas, igual la palabrita todavía no aparece en el diccionario), hacían importantes llamadas telefónicas o miraban a Dios con cara de: "este señor no sabe de lo que habla". Ya ven, este vicio de la lectura que lo lleva a uno a evadirse de la realidad circundante y de vez en cuando provoca ese tipo de alucinaciones destinadas a aliviar la angustia de la realidad.
El tema es que puestos a soñar, no estaría de más que Dios se diera una vueltita por acá para ver este relajo, aunque a la mejor ya está enterado y precisamente por eso no viene, no vaya a ser...

lunes, junio 06, 2011

Tutorial para discursos políticos efectivos

En estos graves tiempos que atraviesa nuestra patria, me pareció urgente compartir esta información que puede ser de utilidad para la clase política salvadoreña, sindicalistas, vendedores de la calle, buseros, analistas y opinólogos, agitadores de masas presenciales o virtuales, aprendices de cantinfladas y para los que estamos considerando seriamente en fundar algún partido político, pupusería, iglesia, venta de cd's piratas o cualquier otra forma efectiva de afrontar la crisis ante los tiempos que corren, espantados por la realidad.

"En 1981, la revista española El Viejo Topo publicó un juego inventado por estudiantes polacos que deseaban probar el vacío de los discursos políticos. Se trata de una lista de fórmulas que puede leerse en cualquier orden, y en todos parece decir algo, sin decir nada (ver el cuadro). Pruébalo tú mismo: toma una fórmula de la primera columna, enlázala con cualquiera de la segunda, y así hasta llegar a la cuarta. Ensaya varias combinaciones"* (yo ya lo hice y es bastante entretenido)



*tomado del libro Taller de escritura creativa, de Marcela Guijosa y Berta Hiriart.

martes, mayo 24, 2011

Diario de Harry. Martes

Cuando uno anda buscando una historia, nada... la mayoría de veces creo que buscar una historia es como buscar tiempo para escribir, buscar un lugar especial para escribir, buscar a la musa o cualquiera de esas excusas que uno se inventa cuando la página en blanco te tiene muy acojonado. El tema es encontrar el valor suficiente para sentarte frente a la compu o frente a tu diario o frente a tu cuaderno o frente a alguna página en cualquier parte y hacer el ejercicio diario de escribir porque ese es tu oficio, porque no conoces otra forma de vida, porque te mueres si no lo haces, por rito cotidiano a la musa, por la misma disciplina por la que haces abdominales o aún ponerte a escribir sin que encuentres un porqué definido más allá de cierto desconcierto en la tripa que no sabes si es malestar existencial, el café de la mañana o las noticias del día anterior y aunque no creas mucho, rezas para que sea malestar existencial, que es lo único que sabes sobrellevar con un asomo de decencia, al menos más que la abstinencia de café o la realidad circundante.
En todo caso, debe ser resaca de escribidor o algo así, ese vacío que te da cuando acabas de terminar un proyecto y lo dejas descansar un rato antes de ponerte a corregir como un parricida, o es la acumulación de sucesos en estos días que van desde los instantes felices en la dicha suprema, pasando por la melancolía de que anteayer era mejor que pasado mañana, hasta el asco de este paisito imaginado, con su topping de rabia y cerecita de miedo, como cuando uno tiene mucho que decir y no encuentra por dónde comenzar porque ha sido mucho lo pasado... qué se yo. Tal vez sea únicamente que este martes huele demasiado a lunes.

viernes, febrero 11, 2011

No leer en los buses

Leer en los buses es un vicio atávico que arrastro desde la adolescencia, pelear contra la genética podría ser un buen propósito de año no tan nuevo, pero además hay otros incidentes a lo largo de la última década que deberían convencerme de dejar de leer en los buses.
Un incidente repetitivo involucra a La Insoportable Levedad del ser de Milan Kundera, un libro que leía en el bus al menos una vez al año e invariablemente, al llegar a la parte donde muere el perro, lloro, no lo puedo evitar, simplemente las lágrimas me comienzan a resbalar por las mejillas y no paran hasta que termina el capítulo. Una vez, a la altura de la terminal de oriente llego al dichoso capítulo y se suelta el llanto, la señora que iba a la par mía se me queda viendo asustada, pone cara de no entender en absoluto (no la culpo) y luego de unos segundos embarazosos, decide cambiarse al asiento de atrás. En otra ocasión, con el motorista puteando a un microbusero sobre La Avenida, me echo a llorar aunque a esas alturas ya sabía yo que el perro se iba a morir, pero inútil la información previa, al llegar a esa parte me suelto a llorar de forma discreta para no asustar a nadie, la anciana que estaba sentada junto a mí se me queda viendo fijamente, luego mira el libro fijamente, yo levanto la vista un momento para limpiarme los ojos y entonces ella se me queda viendo con una cara de comprensión infinita y me da un par de palmaditas en el hombro izquierdo.
Diferente fue la vez en que leía un libro de rituales paganos y un hombre cuarentón, que seguramente asistía a la iglesia un día si y otro también, se asomó a las páginas del libro a curiosear un rato, luego me echó una mirada de indignación total y acto seguido se levanto ofendidísimo del asiento y se paso al de enfrente, cuando volví a verlo, negó con la cabeza y creo que en ese instante me condenó a arder en el fuego eterno.
Pero lo peor es que te hagan perder la página. Como la vez en que venía metida en El Cuerpo Poético, un genial libro de Lecoq, el bus se había quedado varado en una trabazón en el centro, para variar; estaba en la parte de un genial ejercicio corporal de imitación de la lluvia, era una imagen genial: llover con el cuerpo, de verdad una imagen poética, cuando el tipo llega a sentarse a la par mía y me da un leve empujón, lo volteo a ver y me pide el celular mientras me apoya la cuchilla en la pierna, en ese momento pensé en dos cosas: en que me había echado a perder la imagen y en que no me fuera a rayar el libro con la cuchilla, luego de todo lo que me había costado darme ese lujo de conseguirlo, le pasé el celular y allí el tipo me vio con lástima y me lo regresó, luego me dice que voltee la mano para ver el anillo que traigo, lo hago rápidamente mientras trato de no cerrar el libro y perder la página porque se me olvidó el separador, mira el anillo con más lástima que el celular y procede a registrarme la bolsa, allí si se me sale la cara de fastidio porque la imagen poética se me ha ido por completo, aunque sigo sin perder la página. Me salva que no ando un peso encima y me dan ganas de explicarle que ser artista en este país es un tanto complicado, pero el tipo se lanza una sonrisa en tono de sorna con sordina, alguien desde atrás le dice: - ¿No hay nada?. - Nada dice él, me saluda con la cabeza, al fin se bajan y me alegro porque no he perdido la página así que puedo sumergirme de nuevo en busca de la imagen poética que había dejado a medias.
Y la última fué hace unos días. El Negro me ha regalado unos libros buenísimos, entre ellos el de un tipo Spanbauer que tiene una manera de contar que no paras desde que agarras el primer párrafo y claro que me enamoré porque además tiene dos cosas que te enamoran en un hombre: buena conversación y sabe hacer reír, ya sea que hable de sexo o de muerte, que de eso habla el libro. El caso es que el tipo estaba contando de cuando Míster Cobertizo tiene un amante y luego una amante, interludio con hierba incluida y yo no paraba de reírme porque el estilo y el ritmo eran buenísimos. La primera en sentarse fue una señora con pañuelito en la cabeza, que se contagió de la risa y se asomó al libro para ver, palideció luego del primer párrafo y se levantó como alma que lleva el diablo, inmediatamente se sentó un tipo de treinta y tantos que también echó un vistazo, se quedó de una pieza, se puso colorado, recuperó la calma, se aseguró de que nadie lo viera y se metió como quien no quiere la cosa en el libro, así que tuve que esperar a que terminara para cambiar la página y antes de bajarse me dedicó un guiño cómplice.
Estas cosas de la lectura colectiva en el transporte colectivo, uno se pone a considerar seriamente el propósito de no leer en los buses, pero como decía Oscar Wilde: "La mejor forma de lidiar con una tentación es ceder a ella", así que seguramente seguiré coleccionando historias de estas.

lunes, enero 03, 2011

Diario de Harry. Propósitos de Año Nuevo

Primer domingo del año, un edificio en una de nuestras hermosas ciudades dormitorio. Alrededor de las seis de la tarde se desata el pandemónium: mi vecino de enfrente suelta todos los decibeles de un disco de alabanzas mientras mi vecino de arriba contesta en ráfaga contínua con todo el volumen de un cd de bachata, yo quedo en medio del fuego cruzado mientras cuento hasta diez, veinte, treinta... del grupo que bebe con mi vecino de arriba, afuera del edificio y junto al poste del alumbrado eléctrico, me llega el comentario de una voz femenina bastante alcoholizada: - ¡es que la gente es bien pendeja! Eso lo explica todo: cada uno de ellos sube el volumen, a ver quién se da por vencido en su guerra de aparatos de sonido, cuyas ondas expansivas de seguro llegan hasta el pasaje vecino y sigo contando... cuando llego a cincuenta me comienza a doler la cabeza y pienso en llamar a la policía, hasta que recuerdo que la última vez que se llamó a la policía por el ruido desmesurado, tardaron dos horas en llegar y eso que la delegación está en la colonia vecina; pensé además que es época de fiesta y seguramente habrán tiroteos, pleitos, asaltos, incendios por silbadores y niños quemados con inimaginables inventos pirotécnicos que acaparan la atención de la delegación policial y un pleito de bocinas seguramente se ubicará a la cola en la lista de prioridades. Intento retomar la cuenta... ¿sesenta y tres? Inútil.
Pienso que en este día a más tardar la gente estará haciendo sus propósitos de año nuevo, cosas como bajar de peso, hacer ejercicio, hacerse vegetariano, frugívoro o caníbal, levantarse una hora más temprano, rezar sus oraciones antes de dormir, saludar al vecino, inventar excusas inteligentes, disimular para que el prójimo no se entere de que le está deseando la mujer, marcar la tarjeta cabal a las cuatro en lugar de quince minutos antes, chupar solo los sábados desde el mediodía... en fin, había perdido la cuenta, no podía seguir leyendo sobre el asunto de la torre de Babel porque lo tenía en vivo y a todo gatocolor resonándome de tímpano a tímpano y como el comentario que acababa de escuchar de la chica ebria era de lo más acertado, el ruido infernal no iba a cesar en un futuro inmediato, así que pensé que yo también podía sumarme a la lista de mortales responsables que elaboran objetivos a largo plazo, total podía arrepentirme de no cumplirlos el 31 de diciembre del año en curso y hacer borrón y cuenta nueva.
Pensé que un buen propósito sería escribir asesinatos ficcionales para evitar incrementar el índice de violencia del país, es decir, para evadir las ganas locas de agarrar por el buche a mis vecinos y a muchos hijos de vecino que encuentro a diario, sin embargo caí en la cuenta que eso no era un propósito demasiado novedoso, más bien se me había convertido en modus operandi. Estaba a punto de devanarme los sesos en una sincera intención de encontrar un plausible propósito de año nuevo en el que depositar mi escasa energía positiva, cuando milagrosamente y luego de solamente una hora, el frente bachatero disminuyó progresivamente su intensidad hasta desaparecer, imagino que el comando de adoración no podía escuchar ni sus propios pensamientos porque no se dio cuenta que se había quedado sin contrincante hasta que los últimos acordes de la alabanza cumbiera terminaron, interrumpí mis pensamientos y quedé en una expectativa ochentera, por si a alguien se le escapaba otro tiro, pero no. Mis oídos respiraron con alivio el silencio recién conseguido, pero claro, el alivio que experimentaba dio al traste con mi resolución de conseguir un propósito de año nuevo pero pensé que en la próxima noche vieja reflexionaría convenientemente sobre ello y el próximo día de año nuevo mi propósito sería conseguir un buen propósito de año nuevo.