miércoles, septiembre 18, 2019

Crónicas subterráqueas. I

Bitácora personal. Fecha estelar 303286. En esta planicie rodeada de paisaje alomado, seguramente el suelo debe ser de estrato volcánico, posiblemente la temperatura no baje nunca de los 24 oC, pero el recubrimiento de asfalto hace que la sensación térmica sea mayor. Este es uno de los soles más brillantes que he visto, aunque la estrella no es tan grande como en otros sistemas.
Civilización primitiva, fácilmente clasificable como wannabe en fase de caudillismo, altamente influenciable e impresionable según lo que he podido registrar, de modo que he sido muy cauteloso en mi investigación. Últimamente no he tenido mucho contacto con los nativos, aún no sé si será igual en otras zonas geográficas, pero al menos en el lugar donde aterricé hay un gran riesgo de lapidación si uno expresa opiniones contrarias a las aplaudidas por un sector de la población (Nota: aplaudir es un rasgo cultural característico, pero debe tenerse cuidado de aplaudir solo si los demás aplauden, sea que se conozca o no el motivo).
Hemos llegado en medio de una efervescencia social caracterizada por largas colas a las que las personas se agregan para ponerse del mal humor y descargarlo con personal del sexo femenino asignado para ello, este personal también transfiere su mal humor a las personas de la cola, me parece que es un ritual de intercambio de ira en donde al final se realiza también un intercambio de materiales simbólicos que deja satisfechas a ambas partes. Uno de estos materiales es una pasta insalubre de consistencia no agradable, que al enfriarse se vuelve totalmente asquerosa para mis papilas gustativas, sin embargo cuando este material se agota, el mal humor de los humanoides es evidente y el avance en la cola se para.
Según su nivel de evolución, esta sociedad es afecta a las colas, estacionarias o en movimiento, siguiendo sus instintos mamíferos se realizan varios rituales cuyo objetivo es evidenciar la capacidad de violencia física que puede ejercerse sobre quienes no aplaudan cuando deben o de quienes el régimen piense que constituyen un peligro social (Nota: existen pequeñas notas electrónicas donde se anuncia periódicamente a la población quiénes constituyen un peligro social, aunque en algunos casos puedo hacer una suposición lógica de las causas, en otras ocasiones las razones son totalmente incomprensibles, por lo que pienso que más bien es según se haya hecho enfadar o no a la autoridad mayor de esta zona geográfica, sin embargo debo seguir investigando).
La investigación de fuentes primarias ha sido difícil, ya que se percibe un temor extendido sobre el hecho de hacer enfadar a las figuras de autoridad, especialmente al jefe del área geográfica, ya que ello puede acarrear consecuencias muy desagradables para el infractor en cuestión, desde la lapidación virtual, que es otro de los rasgos culturales característicos, sobre todo si no se aplaude cuando se debe, desalojo del lugar donde se realizan los aportes sociales de cada individuo o traslado a un espacio de aislamiento y rehabilitación, que es uno de los sistemas más ineficientes que he visto en este cuadrante estelar. Como exo antropólogo me parece fascinante el sentido de culto reverencial hacia la figura de autoridad de esta zona geográfica, me recuerda una de mis primeras lecturas sobre este primitivo planeta, lo encontraba tan curioso que creo que fue una de las cosas que me decidió hacia mis estudios y carrera. Es un documento de uno de sus sabios, llamado G. Orwell, decía algo así como "Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros". A mi llegada me enteré que las ideas de Orwell están casi en el olvido, con lo que me sentí un poco decepcionado, sin embargo, esta zona ha resultado ser un interesante espacio de observación de especies primitivas. 
Me parece que el exo biólogo ha regresado, su investigación no será nada fácil, las extendidas colonias de humanoides en la zona casi han acabado con otras poblaciones. Veré cómo le fue hoy. Fin de reporte.

miércoles, febrero 27, 2019

El último bus

Hago este ejercicio de la página de la mañana ¿sabes? Este dónde te sientas a escribir lo que se te pase por la cabeza. Escribo diarios desde los nueve años, así que tengo algo de práctica y esa página diaria le da coba a mi grafomanía, así que viene bien, pero hoy es miércoles y los miércoles solía escribir en la Gaticueva, hasta que me dejé atrapar por el corre corre cotidiano y ahora que la abro, me doy cuenta que han pasado algo así como un par de meses y cero escritura, justo es que volvamos a darle atención un día a la semana, sobre todo cuando en una semana pasan siempre cosas interesantes en este rincón macondiano del planeta.
Como ayer que terminamos nuestro ensayo de teatro y había un tráfico de espanto y marejadas de gente en las paradas de buses, uno siempre se pregunta de dónde sale tanta gente a las seis de la tarde, así que decidimos dejar pasar el tráfico en el chupadero cutre que descubrimos hace poco a un ladito de la tercera, claro, en el mero centro.
Personalmente tengo debilidad por los chupaderos cutres, no es un chupadero con pretensiones, no te andas tomando fotos p'al face porque has ido de safari al centro de San Salvador donde dicen que asustan, te tomas una chola y una boca decente por un par de dólares, la gente es tranquila, son empleados, obreros y vendedores de la zona y a nadie le da por tener mal trago o se expone a la furia de las encargadas. Nunca he visto una mujer a la que un salón lleno de hombres le guarde más temor reverencial que a la encargada de un chupadero, especialmente si es la Niña Isa, pero eso ya son ligas mayores. Lo único malo es que a veces se adueñan de la rockola los fanáticos del reguetón y entonces siento como si mi vecino estuviera en el piso de arriba de mi apartamento, un sábado cualquiera. Esta fue una de esas veces.
El chupadero en cuestión es un galerón amplio y bien ventilado, con alto techo de lámina, partido en dos alas, cada una de ellas con sus bancas y mesas de madera y su propia video rockola digital y colorica, adosada a la pared. Nos quedamos en el lado equivocado y creo que vimos todos los videos de reguetón que mi vecino pone los fines de semana. Tampoco es tan difícil, pone las mismas seis canciones una y otra vez, todas con el mismo ritmo, las mismas letras misóginas, las mismas chicas hipersexualizadas que te garantizan que si te conviertes en objeto disponible 7/24 tendrás una vida de lujo y los mismos chicos con fajos de billetes en las manos, diciéndote que si eres lo suficientemente malote, tú también podrás salir del gueto y ser parte de los opresores... si.. esa es la conversación mientras vemos la estética de los videos en el pantalla plana del chupadero.
Y de pronto se hacen las ocho y quince y hay que pagar e irse porque el bus te deja y llegar a pie hasta la casa no es recomendable por cuestiones de seguridad. El tráfico bajó, pero la cantidad de gente no, subirse al micro es físicamente imposible, no cabría ni un suspiro en esa coaster que lleva los bajos del equipo de audio retumbando con todo. Afortunadamente viene un bus y cabemos.
Casi todos los pasajeros a esa hora son chicos entre los dieciocho y los veinticinco. Estudian de siete a diez de la mañana o de cinco a ocho de la noche y en lo ancho del día trabajan en call centers, como repartidores, te atienden en el mostrador de comida rápida, en el supermercado o en el almacén. Están cansados pero conversan, se ríen mucho y tienen esa fe loable de que todo va a mejorar cuando terminen su carrera universitaria. Me gustan estos chicos, seguramente no son los jóvenes que salen en la tele o en los que la gente piensa cuando piensa en jóvenes de Soyapango, pero la mayoría son de estos, de estos que se rebuscan, aunque sean prácticamente invisibles y nuestra forma de vida actual se esfuerce al máximo por marginarlos.
Van a tener que creer en mis descripciones porque no tomé fotos ni las subí a las redes, eso solo se hace tranquilamente cuando andás en las plazas turísticas que cuida el CAM y es bonito también hacerlo cada cuando se puede, en el resto de calles de Sansíbar nada más acumulás la experiencia, pendiente de la hora por supuesto, para que no se te vaya a ir el último bus.

miércoles, enero 02, 2019

Primero de enero

Una tiene días favoritos en el año, entre mis días favoritos en el año definitivamente está el primero de enero.
El ser humano tiene esta manía de contar todo lineal y finitamente, como imagina que es la vida, por eso cuenta horas y calendarios. Sin embargo, a veces es gentil ir con esa corriente. El primer día de cada año es una de esas ocasiones. Toda la gente se durmió tarde, o temprano, según se mire, y por tanto toda la gente se levanta a despecho del sol, así que tengo el chance ese día, más que otros, de levantarme antes que los de casa y sin embargo más tarde de lo que usualmente acostumbro y disfrutar de la soledad y el silencio que invaden la colonia.
Me gusta el silencio, alguna vez lo dijo uno de los personajes de uno de mis cuentos, un asesino que todavía no sabía que podía llegar  a serlo: "...es como una casa grande y segura desde donde se puede ver pasar a la gente con tranquilidad". Así pues, el primer día del año disfruté de un par de horas extras de silencio y quietud, que si vivieran en esta colonia dormitorio a la salida de San Salvador, donde el único entretenimiento parece ser emborracharse y poner regetón y banda a todo volumen, con un equipo de sonido mal balanceado, sabrían porqué me resultan tan queridas.
Atiendo a los animales sigilosamente, me preparo la primer taza de café... oh si, en días como estos el desayuno puede durar un par de horas y contemplar dos o tres tazas de café, una maravilla. Enciendo el televisor y pongo una peli o serie de sci fi o de super héroes con cero volumen y los subtítulos y dejo la vida pasar sin que veinte diferentes ideas me invadan al mismo tiempo.
Y cuando al fin sales a la calle a visitar a la tía y a las primas, todo está tan solitario y vacío como podría estarlo en una de esas pelis donde el héroe se distrae cinco minutos y sucede el apocalipsis zombie o alguno de esos desastres en los que el planeta sucumbe por la mano del hombre y el tipo se pregunta a dónde diablos se fueron todos.
El tema es que en este día en particular todo parece ir más lento que de costumbre, tal y como debería ser más a menudo y tienes el chance de sentir verdaderamente la levedad, como uno de los personajes de Kundera, pero sin angustiarte. Para mí es como meterme en un arroyo suave y dejarme ir con la corriente, a la tarde ya me obsequiaré otra peli más sin ocuparme de más nada que del ocio.
No hago ninguna lista de propósitos de año nuevo, cuando pienso en propósitos de año nuevo, recuerdo a mi abuela diciendo aquello de que uno propone, Dios dispone, viene el diablo, mete la cola y todo lo descompone... además para mí el año nuevo comienza allá por el 21 de diciembre, así que digamos que cuando llegan estas fiestas, que suelo dedicar a Baco, ya lo tengo un tanto encaminado
Mi carpeta de proyectos para este año está completa, acabo de terminar de cuadrar las últimas fechas. Conociéndome, mañana comienzo a correr siete veinticuatro y no paro más que un par de veces al año, por eso resguardo tanto mis tiempos de vacación, aunque para algunos colegas resulto incomprensible por mi total negativa a tocar temas de trabajo, de cualquiera de mis trabajos, remunerados o no, en esos días, pero es que me gusta dilatar estos espacios de tiempo donde puedo olvidarme del tiempo.
Feliz 2019.