sábado, mayo 16, 2015

Crónicas del Subsuelo

Sábado. Camino rápidamente para cruzar el centro comercial, detesto las aglomeraciones, la gente aglomerada me produce asco. Ayer fue día de pago para quienes cobran por quincena y hoy el centro comercial está realmente abarrotado. Mi estómago entona la canción del hambre, son casi las dos de la tarde y luego del ensayo debería ir a casa, pero aún tengo que recoger en el centro unas fotocopias que ya había encargado.
Subo al bus y tomo el tercer asiento, hay más gente subiendo. De pronto sube un tipo con pantalones tumbados y gorra, disimuladamente mira a los asientos, mi alerta interior se enciende; tras él suben dos chicas con aspecto similar, mi alerta interior emite un warning con luces rojas parpadeando como faro de ambulancia. Las dos mujeres muy bien arregladas del primer asiento se levantan nerviosas y queriendo ser discretas, buscan la salida. Yo pienso: "estos tipos vienen a poner" y por un momento pienso en bajarme, pero solo tengo veinte centavos y varias cosas que hacer antes de llegar a casa.
"Bueno - pienso -  no tengo un peso encima y mi celular es del siglo pasado, solo será el susto". Saco mi dui, me siento sobre él y veo por la ventana, pienso que deben asaltar luego de la curva saliendo de Metro, antes de llegar al M.Q., se bajarán allí y correrán a la Tutu o al callejón del hospital. Hemos pasado la curva, hay un movimiento de gente hacia la parte de adelante del bus, me asomo por el asiento para ver si tienen pistola o solo cuchillas, para seguir calculando opciones. Un hombre se resiste, dos más van en su ayuda, otros hombre mayor se levanta de la parte de en medio y va hacia atrás, pelean; el busero se resiste a parar, uno de los hombres que ha hecho resistencia va hacia él y lo obliga a parar en el M.Q., hay un par de policías, todos los llamamos a los gritos, las dos mujeres aprovechan la puerta delantera abierta y saltan sobre la máquina cobradora, alcanzo a agarrar a la última por el brazo pero me golpea el pecho, pierdo el equilibrio y caigo en el pasillo del bus, alguien me ayuda a levantarme, el otro tipo ha sido entregado a la policía y el bus vuelve a ponerse en marcha. Guardo mi dui de nuevo donde debe estar.
Las mujeres tranquilizan a sus chiquillos de ojos grandes y llorosos. Los hombres hablan airados. El bus avanza y llego a mi parada, camino a la salida de atrás. hay un charco de sangre y una gorra también salpicada de sangre ¿de quién será esa sangre? Tengo que pisarla para poder bajar. El  bus se aleja. Vuelvo la vista y veo hacia abajo; una, dos, tres pisadas rojas con la suela de mis zapatos, se desdibujan una tras otra hasta desaparecer. Miro al frente y me pongo alerta de nuevo, el día no ha terminado y aún tengo cosas qué hacer antes de llegar a casa.

domingo, mayo 10, 2015

Ay madre

En El Salvador, en el día de la madre, las calles y centros comerciales son zonas de guerra con cientos de personas peleando por parqueo, por un lugar en los abarrotados restaurantes o para llegar a la cabeza de las colas de caja para pagar los regalos con los que demostrarán el amor a mamá. Como con todas las fechas que se han comercializado hasta la coronilla, evito salir de casa a encontrarme con la neurosis de los celebrantes, sin embargo por donde ande me alcanzan  los comerciales del día de la madre que repiten imágenes y frases trilladas sobre las mamás, todos los boleros a la abnegada y sufrida madre a la cual el hijo vuelve luego de desengañarse de la pérfida mujer que ¡oh sorpresa! no es como su madre y puesto que las mamás vienen en todas las formas, tamaños y colores, que muchas veces no se ajustan a las imágenes de la tele, cansan estas cosas, así que para este día de la madre acá va mi lista de lugares comunes de poca madre sobre la madre:

No. 1: El clásico anuncio de "El regalo perfecto para mamá", acompañado de imágenes de mamás felices de recibir planchas, ollas y otros utensilios de limpieza y cocina... funcionará si eres una master chef deseosa del último super electrodoméstico de moda, pero yo preferiría las Obras Completas de Cortázar antes que cualquier plancha y si me regalas una sartén, esperaría que también me hagas el desayuno, sobre todo si es en fin de semana.

No. 2: "Una madre lo soporta todo por sus hijos"... este puede ser peligroso, en serio, nadie debería tener que soportar de todo, a menos que así lo elija teniendo en cuenta todas las opciones posibles y pudiendo acceder a ellas, sobre todo cuando "soportarlo todo" compromete su integridad y seguridad, hay un punto donde está bien decir: basta, no voy a soportar nada más de nadie más, desde lo mínimo a lo más complicado, sin que la mujer deba sentirse culpable por ello. En nuestro entorno abundan las historias de mujeres que aguantan todo por sus hijos, porque simplemente no tienen o no conocen opciones para evitar la violencia emocional, sicológica, física, económica y patrimonial que viven en sus hogares.

No. 3: "La Supermamá", a esta imagen la envidio: trabaja entre ocho y diez horas en cosas muy importantes, lleva y trae a los chicos, es super sociable, supervisa la casa, está siempre impecable, hace veinte mil cosas sin despeinarse  y siempre tiene colocada una sonrisa... yo, simplemente no puedo, hago veinte mil cosas por exceso de entusiasmo, pero me despeino y me pongo impresentable, si estoy con la cabeza en un nuevo proyecto mi cuarto es zona de desastre, hay libros en cada rincón de la casa, olvido cosas por recordar textos, si estoy cansada no hablo con nadie y no siempre sonrío.

No. 4: "El día para consentir y hacer feliz a mamá", acompañado de imágenes de celulares, automóviles y cosas que son la fuente de la felicidad, no me lo tomen a mal pero a mí me gusta que me consientan a diario, soy como un gato y no necesito que se designe un día para que me hagan feliz, tampoco necesito el último celular que te hace más atractiva o el automóvil que te hace mas inteligente y cuando uso zapatos de tacón es por puritita necesidad, porque al parecer si no vas de tacón "no vas formal". Si vas a contribuir con tu cachito de buena voluntad a la felicidad de tu mamá ayúdale con el trabajo de la casa, pregúntale de vez en cuando cómo se siente, en fin, sé amable y lo demás vendrá por añadidura.

No. 5. "Para Mamá, la reina del hogar", este lugar común si te pone los pelos de punta, cuando uno considera que durante el primer trimestre de 2015 en El Salvador se reportan 60 feminicidios, muchas de ellas madres y la mayoría asesinadas por esposos, compañeros de vida o pretendientes. Es difícil creer que eres la reina del hogar en un país donde el trabajo reproductivo es invisibilizado, las mujeres no pueden ejercer su derecho a la maternidad libre y responsable por falta de información, violencia y miedo a perder su trabajo entre otras cosas, la brecha entre los salarios masculinos y femeninos es de alrededor de 30% y hasta un 40% de los hogares salvadoreños están a cargo de mujeres, la mayoría de veces por irresponsabilidad del padre.

Para lograr que cada año el Día de la Madre sea una real celebración para las madres en nuestro país, sobre todo para aquellas que pertenecen a sectores vulnerables de la sociedad salvadoreña, es necesario reducir las condiciones de desprotección, violencia e inequidad que las madres viven cotidianamente, sin dejarnos arrastrar por las campañas comerciales de la temporada que convierten a la madre en una imagen más de nuestro inmenso mercado.

sábado, mayo 02, 2015

Trabajo invisible

Dados los recientes sucesos, bien podría escribir sobre el primero de mayo pero, lo confieso, no voy a marchas porque en las actuales circunstancias me parecen un gesto vacío, el primero de mayo me quedé arreglando la casa (dicen que el trabajo reproductivo también es trabajo, aunque parece que nadie se da por enterado) y claro, escribiendo como trabajadora del texto que soy, me pareció que eso era una forma más consecuente de honrar a los Mártires de Chicago (dicen que el trabajo intelectual es trabajo, aunque parece que nadie se da por enterado).
Es decir, para quien lo ve desde fuera, me quedé en casa haciendo nada... eso me pone a pensar en los trabajos invisibles que hacemos quienes nos dedicamos a cosas que usualmente no se ven como trabajo, como cuando alguna señora dice: - no, es que yo no trabajo, me quedo en la casa: pero anda tú a ver la jornada: limpieza, lavar, planchar, jardinería, recados, reparaciones, compras, administración, cocina, asesoría en tareas, sin contar si hay que hacer atención médica y veterinaria, además de consejería, en jornadas de 12 a 16 horas y sin horas extras.
O como cuando das una cotización por tus servicios artísticos y primero se te quedan viendo como si hablaras marciano, cuando el presupuesto de seguro es mucho menor de lo que van a gastar en regalitos o promocionales, para a continuación pedirte una rebaja de al menos la mitad del precio o el clásico: "no tenemos presupuesto, pero te podés presentar para darte a conocer" o "queremos que nos apoyés", cuando eso pasa, quisiera decirles que es muy ofensivo que te digan algo así, que jamás irías con un abogado y le dirías si te rebaja lo que cobra por sus servicios, que yo no puedo ir con el recibo de la luz a pedirle a la compañía eléctrica que me rebaje la mitad del pago y que seguramente no puedo pedirle al supermercado que me dé sus productos gratuitamente para darse a conocer, aunque si me gustaría que ellos (sobre todo cuando son instituciones de gobierno quienes te pide "apoyo") me apoyaran brindándome condiciones para poder desarrollar mi trabajo y con ello ser un  agente productivo en mi sociedad. Que el producto artístico que ellos ven en una obra de teatro o danza, en un libro, es un producto de años de formación, de meses de trabajo creativo y de producción, de conocimiento y destreza técnica y de habilidades especializadas, que todo ello es también trabajo.
Habrá quien diga que los artistas nos quejamos mucho, que si es muy difícil nos busquemos otro trabajo que pague y dejemos de hacer tanto alboroto, pero no es tan sencillo. ¿Porqué tendríamos que ahogar nuestro potencial y escoger algo en lo que seguramente seremos mediocres en lugar de pedir las condiciones para hacer un aporte realmente importante en lo que sí somos buenos? El trabajo no es una obligación que deba alienar nuestra humanidad a cambio de un salario, debería ser  encontrar el justo lugar donde desarrollar los talentos con que podemos servir de mejor manera a nuestra colectividad, es decir, encontrar nuestra vocación de vida y de servicio para los demás y como ciudadanos y contribuyentes del país donde vivimos, tenemos el derecho a tener las condiciones que nos garanticen no solo sobrevivir, sino vivir plenamente y aportar lo mejor de nosotros al desarrollo de nuestro entorno.
Como artista, quiero que el Estado que sostengo y del cual soy parte, me garantice las condiciones para desarrollarme según mi vocación, que defienda mi derecho a un trabajo digno, que garantice los mecanismos que me protejan de la explotación y que me auxilien en estados de maternidad, enfermedad, incapacidad y retiro. No estoy pidiendo un trato especial, estoy pidiendo lo  mismo que mis conciudadanos, la oportunidad de construir una vida digna a través de mi honrado trabajo creativo.