miércoles, diciembre 26, 2018

Fan fic

Aunque debo reconocer que no siempre estuve en el lado oscuro de La Fuerza y al principio, allá por mis siete años, escribí y leí mayoritariamente poesía, por ahí de los nueve años vi mi primera nave espacial del Universo Trek en el televisor blanco y negro de casa. Si claro, TOS es de los sesentas, pero tengan en cuenta que a este país centroamericano, los enlatados venían con una década de retraso, si no es que más y en plena guerra, peor. A eso se le agrega lo de la Dimensión Desconocida con su música de misterio y El Planeta de los Simios, la original por favor, con Charlton Heston y esas tomas sesenteras y la estatua de La Libertad destruida por la locura atómica.
Tengo que decir además que luego de eso vino toda la literatura de Verne, sus máquinas futuristas, sus personajes excéntricos, los viajes en el tiempo y toda la ciencia que le acompañaba, con microspios, telescopios, planetas y bacterias, animales prehistóricos y métodos paleontológicos, la ciencia maravillosa que podía explicar los misterios de forma mágica, de modo que cuando a partir de los doce años llegaron los buenos de E.A Poe, Cthulhu cuyo nombre no podían pronunciar labios humanos y que me ponía los pelos tan de punta que tenía que parar y dejar a medias la lectura, los 451 grados Farenheit de Montag, las obligaciones vampíricas y las leyes de la robótica, yo ya estaba echada a perder y no me quedaban más que tres cosas que hacer en la vida: seguir leyendo sci-fi, estudiar Biología y escribir narrativa... si, con esa última decisión me pasé al lado oscuro de La Fuerza y dejé la poesía en este país de poetas donde siempre que decís que sos escritora, después de tratar de asimilar un rato si eso es o no un oficio, luego siempre te presenta como: "ella es la poeta..." para que suene un poco más decente quizás. 
Mis primeros pininos en la narrativa fueron puras fan fictions de Transformers, la G1 por favor, donde por primera vez vi el concepto de internet y por supuesto, de TOS, sin saber en ese entonces que me sumaba a un movimiento iniciado por fans para fans desde los setentas y donde la mayoría de escritoras en el género de esa época eran mujeres, vaya cosa.
Por supuesto mis primeras creaciones, mecanografiadas en la fabulosa y reconociblemente ruidosa en todo el vecindario, máquina de escribir Olimpic azul y portátil que mi tío me regaló y de la que he hablado en otro post, se quedaron debajo de la máquina, debajo del colchón de mi cama o en el fondo de mi caja de libros y se perdieron en alguna de las múltiples mudanzas que han poblado mi vida. Lo cual fue un alivio, porque mi timidez crónica que he aprendido a camuflar a fuerza de teatro, no hubiera soportado que tales cosas salieran a la luz.
En eso pensaba justo hoy en medio de un pequeño recreo en la corrección de un texto, aprovechando que ocupo las vacaciones para descansar de mi yo gestora cultural y divertirme con mi yo escritora, estoy corrigiendo por enésima vez (si, la corrección es mi purgatorio personal) uno de mis libros de cuento cuya publicación  espero poner en la lista de deseos 2019 y corrigiendo me doy cuenta de cuánto han influido en mí todos los narradores y guionistas de sci-fi que alimentaron mi loca imaginación desde el principio de esta historia. Sin ellos, mis estadías en cama por enfermedad hubiesen sido sin duda insufribles, pero también habría echado en falta esos mundos maravillosos, esos otros mundos a los que podía fugarme siempre porque este me sentaba tan mal, sin Verne, Lovecraft, Poe, Bradbury, Anne Rice, Mary Shelley, Gene Rodenberry, Asimov, Welles, Huxley y todos los chicos y chicas de la sci-fi, no habría tenido un planeta para amueblarlo a pura imaginación, ni me habría perdido tras el lente de un microscopio en el laboratorio o me habría obsesionado entendiendo enlaces covalentes, o las leyes de la termodinámica.
Sin todos ellos no me encontraría ahora corrigiendo la historia del planeta Wish y sus dos lunas, donde Walu, mi heroína, se prepara para una aventura que de seguro le cambiará la vida, como sucede siempre con todas las aventuras.
Bueno...  ya me tomé un descanso, es hora de seguir corrigiendo. 
 

martes, noviembre 06, 2018

Caminando...

nacimos vivimos
morimos caminando

perseguidos
combatidos
olvidados
odiados
sin infancia
sin risa
dueños del aire apenas
soñándonos raíz...

Pedro Geoffroy Rivas
Para los nietos del jaguar


Camina la gente. Más gente que en la guinda de Mayo del '82. Ahora caminan de día, pero siempre con lo que puede caber en un par de bolsas o mochilas. Así pasa cuando uno tiene que irse.
La gente salió de Honduras, pero también de Guate y de El Salvador. Gente de cantones y comunidades periféricas a las grandes ciudades dormitorio del  infame triángulo norte de las noticias, donde en 2016 se contaron cuarenta muertes violentas por día, mientras Honduras y El Salvador se disputaban el primer lugar en las cifras, más de a de veras Guerra del Fútbol, pero contando cadáveres y con un triunfante El Salvador por tres años consecutivos hasta el año pasado  (al fondo, vítores de la afición).
Camina la gente.
Los políticos se rasgan las vestiduras y todo el mundo pone en las redes su propia teoría de la conspiración de quién estará detrás de esta difamatoria oleada de pobreza. 
Cuando salían a cuentagotas estaba bien. Salían en la madrugada, sin hacer ruido porque les habían dado un día o dos para irse de la colonia, sino los mataban, las violaban de doce a veinte mareros, los partían en pedacitos, los desaparecían y se convertían en hojas fotocopiadas con foto, nombre, el último lugar y fecha donde lo vieron y un número de teléfono para avisar si lo habían encontrado, como en los carteles de las películas del oeste, vivo o muerto, pero nadie llama a esos teléfonos, por más hojas pegadas, cientos de hojas fotocopiadas en las paradas de buses con todos los desaparecidos, pero no podemos decirles desaparecidos porque no estamos en guerra, tampoco pueden entrar en las cifras oficiales, eso es lo bueno de que la gente se desvanezca en el aire, no engorda las estadísticas.
Los que quedaron hicieron algo condenable: caminaron a luz del día, todos juntos porque a la mejor así no les roban todo en las fronteras, o los matan, o las violan, o les quitan sus niños, o los destripan por negocios o placer, o los encierran para que trabajen sin ver de nuevo el sol.
Veo las fotos en las redes. Parecen escenas de la película "Los niños del Hombre", u otra de estas pelis de ciencia ficción, tan proféticas ellas.Tal vez alguien lo organizó, tal vez de uno u otro bando de los que se reparten nuestros pellejos como perros en el basurero, no importa, la gente estaba tan desesperada por escapar que caminó. ¿Qué más se puede hacer cuándo la otra opción es morirte? Caminás. 
¿O ya se les olvidaron las guindas de los ochentas?
Ahora los que caminan atraviesan el duro territorio mexicano y aunque vayan en caravana se pierden, siempre hay un monstruo lo suficientemente grande como para darte un mordisco. Algunos comienzan a regresar, aunque no sepan bien a qué, regresan, son los que todavía tienen a dónde volver. Muchos de ellos no, ya no tienen nada, no pueden darse el lujo de regresar, probarán suerte, a ver si no les toca a sus calaveras esbozar alguna sonrisa irónica en el camino.
Cada vez se escuchará menos de ellos. Los noticieros y las redes son bien educados y saben cuándo callar. Nadie quiere escándalos en la puerta de los poderosos.
Finalmente, como cualquier trending topic, pasarán. Y encontraremos alguna otra injusticia interesante por la cual indignarnos desde la comodidad de nuestro celular, mientras el resto sigue saliendo a cuentagotas cuando les toque el turno.

martes, septiembre 25, 2018

Tejiendo Gozo

No siempre fue así, pero me gusta trabajar con mujeres. Quizás hace unos diez años era diferente. 
Te educan, te entrenan, te condicionan para competir con otras mujeres, para criticarnos en lugar de cuidarnos, para empujarnos en lugar de comprendernos, para impacientarnos en lugar de fluir.
Tal vez todo comenzó a cambiar con mi primer círculo de mujeres, Luna Nueva, liderado por Meli, allí conocí a Astrid, Ana Mercedes y Alicia, grandes maestras y amigas, fundando luego el círculo Nahuixochilt, aprendiendo, equivocándonos, abriéndonos a pesar de los temores, conociendo y conociéndonos y como si se abriera una puerta tras otra, comencé a trabajar con mujeres y a sentirme cómoda haciéndolo.

Y entonces, hace cuatro años más o menos, llegaron a mi vida otras mujeres, pero estas tenían letras en las manos y en los labios y querían decir su poesía de otras maneras. Al principio fue la poesía de otros, porque era algo de mi trabajo en animación a la lectura y mi jefe de entonces tiene la sabiduría de apoyarse en talentosas mujeres para el trabajo literario. Pero luego, trabajando y conociéndolas, entre cafés y contarnos cosas de la vida y de las letras, fue surgiendo una complicidad literaria entre mujeres para decir y para hacer.

Ha sido una experiencia intensa, con encuentros y desencuentros, con aciertos, extravíos y pérdidas, con cafés, risas, suspiros, lágrimas, historias sobre hijos, amores, ex amores, desencantos cotidianos, poesía que se escribe, libros que se quedan o se olvidan, preguntas que nos hacemos a nosotras mismas a través de nuestras letras.
Nuestros primeros performances poéticos estaban dentro de lo ritual, pero poco a poco se fueron configurando otras cosas.  Gozo, el último performance poético del Colectivo de Las Oblatas, formado en compañía de las talentosas poetas Lya Ayala y Cecilia Castillo, fue una indagación personal a partir de una pregunta: ¿Qué nos da gozo? Y a partir de allí surgieron una docena más: ¿Qué era el gozo para nosotras y para la sociedad, era diferente? ¿Había una idea pre concebida de gozo con la que queríamos dialogar? ¿Nuestra poesía era gozo?  

Así fueron surgiendo los personajes, nosotras mismas, en una situación real o ficcionada, que nos producía gozo, la poesía que sentíamos debía estar con nosotras y que iba cambiando de encuentro en encuentro hasta llegar a ser definitiva, en ese espacio que iba a apareciendo en nuestras pláticas, entre café y comentarios de la vida cotidiana. Nuestros temores a mostrar públicamente nuestro gozo.

Hace menos de una semana, Félix nos ofreció de nuevo su hospitalidad en Alianza Francesa, que albergó el estreno de nuestro Gozo... extraña palabra, la busco en google y aparece:
Gozo
1. Emoción intensa y placentera causada por algo que gusta mucho.
2. Alegría intensa

Y si, no podíamos haber escogido un mejor nombre para este viaje.

miércoles, junio 06, 2018

Tres

Fue hace ocho o nueve años, el Tiet apenas tenía cinco de haber comenzado su travesía teatral y estábamos hablando con Rubidia Contreras en el Teatro Nacional, después de alguna presentación o conversatorio o algo en lo que nos encontramos y comenzamos a hablar de teatro y terminamos hablando del período del conflicto armado salvadoreño y de repente ella dijo: "habría que hacer algo de eso" y yo dije: "si... si yo escribo ¿vos actuás?" y así, como si fuera la escena final de Casablanca: ese fue el principio de una gran amistad.
Muchas cosas han pasado en estos años, dos obras más llegaron, porque queríamos abordar las memorias del conflicto desde muchas miradas, no solamente desde lo que se acostumbra, sino también desde la población civil que se vio en medio de una guerra que muchas veces no alcanzaba a comprender a cabalidad, desde la nostalgia de lo que se perdió o de lo que nunca fue y desde la amarga decepción e impotencia desde dónde muchas veces vemos nuestro presente. De allí fueron surgiendo los personajes, desde allí fueron hablando, fueron llenando la página en blanco y el espacio vacío.
El proceso ha tenido muchas cosas interesantes: que dos grupos se reúnan alrededor de una misma temática una y otra vez, como dos primos que se encuentran y se miran crecer a través del tiempo, que pudiéramos hablar con los más jóvenes de nuestros grupos y reflexionar sobre nuestra memoria, o sobre nuestro presente, que buscáramos hacer un teatro salvadoreño desde el tema, el lenguaje, los personajes hasta la puesta en escena, que pusiéramos en común nuestros recursos de todo tipo, para poder sacar adelante uno a uno estos tres montajes.
Santa María de la espera está llena de las imágenes de la religiosidad de mi infancia, de la presencia de los muertos, ese pensamiento mágico tan nuestro, donde los vivos y los espíritus conviven como la cosa más normal, donde no se está dispuesto a dejar de esperar El Milagro, porque la esperanza es lo único que hace soportable el cotidiano.
En Ninpha los elementos escenográficos se van simplificando, la nostalgia por el mundo perdido, quizás por el mundo que nunca se tuvo pero que aún así es la pérdida, tal vez la pérdida de la utopía.
Y el vacío de 21, el estar atrapado, la muerte al final de las cosas.
El estreno de 21 será como llegar al final de una etapa del viaje, en el mes de nuestro cumple número 13, es decir, nuestro grupo va entrando a la adolescencia y a ver qué tal nos va con eso. Me gusta la idea de poder juntar estos tres montajes, presentarlos uno tras otro, darnos cuenta de cómo hemos ido creciendo y cambiando en las formas de escribir, de hacer, de ser teatro, cómo ha ido variando también nuestra mirada sobre lo que creíamos y creemos, sobre la realidad que soñábamos y la realidad que vivimos en el cotidiano, sobre lo proyectado y lo cumplido, sobre lo que reflexionamos en la escena. Sobre la vida, pues.
Y en este momento de incertidumbre, en este momento de absoluto vacío y vulnerabilidad que me sucede siempre antes de ver la obra en escena, no puedo menos que agradecer a todos los compañeros de viaje: actores y actrices, directora, productores, coreógrafo... a todos los que se han atrevido a soñar este camino de casi una década que pronto va a llegar a una nueva estación.



miércoles, mayo 16, 2018

Des-madres

Mayo tiene dos cosas: el día de las madres y el aniversario de nacimiento y muerte de Roque Dalton.
Roque nació el 14 de mayo de 1935, es decir que el lunes 14 estuvo cumpliendo 83 años y fué asesinado cuatro días antes de cumplir los 40 y ya que estamos sacando cuentas, este fué el 43 aniversario de su asesinato y sigue desaparecido porque sus asesinos, sus ex-camaradas,  uno de los cuales ostenta un cargo de servidor púbico en el gobierno de turno, se niegan a decir dónde tiraron su cuerpo, mientras continúa el eco de la famosa frase "errores de juventud" o casi que como diría el inolvidable comediante santaneco  Aniceto Porsisoca: "uno de cipote es tonto" y así se van pasando porque a papá estado le da pereza preguntar... si hay algo que me intriga más que esos comerciales del día de la madre, donde todas las mujeres salen tan lindas y frescas, como si no se hubieran desvelado jamás en la vida y estuvieran allí nada más que para recibir  el último electrodoméstico de regalo que hará más estupenda su vida, si hay algo que me intrigue más que eso, es el hecho de pensar ¿A quién diablos se le podría ocurrir matar a alguien el día de la madre?
Y es que no fue que hubo un enfrentamiento y en el tiroteo mataron al tipo, no. Tuvieron tiempo de decidirlo, de organizarlo... ¿No podían haberlo dejado para otro día? Es que mira que es algo macabro, el tipo puede ser un peligro o puede caerte más mal que golpearte el dedo pequeño del pié en la esquina del gavetero al no más levantarte en la mañana, es más, podría ser que el tipo sea el más hijueputa de todos, pero aún así será hijo de alguien y bonito regalo pues, de esas cosas en las que parecemos ser especialistas en nuestro país imaginado.
Hace un año por estas mismas fechas vi, creo que en un libro, una foto de Roquito vestido como de comunión porque como dijo Exupéry: "Todas las personas mayores han sido primero niños. (Pero pocos lo recuerdan)" e inmediatamente pensé en doña María García, la mamá de Roque, viendo por la ventana y preguntándose: "Dónde estará este muchacho", porque para las mamás no importa los casi cuarenta que se tengan o sobrepasen, uno siempre es un muchacho al que hay que recordarle que no coma solo chucherías y que duerma bien... pensé también en su Aída, fusilando la noche y guardando a los hijos en el hogar lejano. Pensé en este pequeño país de mujeres que esperan hijos, hijas, esposos, padres, madres, respuestas. Pensé que es terrible pasarse toda la vida esperando lo que uno sabe muy en el fondo que es cierto, pero que se necesita escuchar. Somos un país de desaparecidos en la niebla de la impunidad y personas que esperan viendo por la ventana de los días. Roque Dalton es uno de esos retratos imborrables de la impunidad en nuestro país. Pensé en lo terrible que es esperar a alguien que desaparece y en el alivio que produce saber adónde hay que llevar las flores... eso lo sé por experiencia. Pensé en los personajes que he escrito sobre esa imagen y en los que estoy escribiendo en estos días: eso tiene escribir, tenés esa imagen recurrente que te mantiene despierta en la noche y no queda más que escribirlo hasta sacarse todo lo que duele, o al menos intentarlo.
Pienso en la mamá de Roque, pienso en cómo se vive después de recibir un regalo tan macabro de día de las madres y entonces recuerdo que las madres de los anuncios muchas veces no tienen que ver con las madres que veo todos los días en mi colonia, o en el bus, o en las comunidades que visito, o en el penal o en la página roja de la noticia cotidiana o en las que me imagino al ver las páginas fotocopiadas, pegadas en los postes de la luz, preguntando por fotografías de adolescentes que fueron vistos por última vez en tal fecha... esas madres seguro a la fecha de hoy siguen en las ventanas, esperando.


domingo, abril 22, 2018

La hora del gato

El miércoles pasado operaron al Niche de su oreja izquierda, así que como chucho convalesciente que es, no ha salido a su ronda matutina en todo este tiempo.
Descubro que salir a caminar sin el Niche a las 4:00 a.m. tiene menos gracia. Es cierto que  mi brazo descansa de los jaloneos que terminan de sacudirme el sueño del cuerpo y el espíritu y ahora puedo detenerme lo suficiente como para saludar al viejo almendro de río que hay antes del taller y darle un abrazo con calma sin que me lleven en volandas por haberme tardado más de lo debido.
Sin embargo, hay cosas que se extrañan.
Salimos a la hora del gato. A esta hora los gatos del vecindario hacen su ronda antes de regresar a sus casa a dormir como criaturitas inocentes, para luego exigir a sus dueños el desayuno. Salir a la hora del gato es un riesgo calculado, pero los gatos son expertos maestros del camuflaje. Hay mañanas en las que el Niche no se da cuenta que esa piedra jaspeada frente a él no es una piedra, hasta que hemos pasado y entonces el gato nos mira con ojos burlones, mueve su cola y camina tranquilamente en dirección contraria a la nuestra. En otras, un gato blanco y negro camina en paralelo y en dirección contraria a nosotros, a una distancia prudente y sin quitarnos la vista de encima, hasta que está seguro que el perro frente a él no podrá alcanzarle y entonces se queda parado un momento viéndonos, antes de hacer una especie de mueca burlona y salir corriendo a todo lo que dan sus patas, que en un gato es bastante.
De todos los memorables adversarios gatunos de mi canino amigo, hay un gato en especial que vive en una casa al pie de la cuesta. Tiene un modus operandi admirable. Es el gato de los sábados.
Los sábados bajamos más tarde, a las 6:00 a.m. Antes de marcharme a mi clase de masaje, bajo a comprar pupusas para el desayuno. Un par de casas antes de la pupusería, este gato atigrado nos espera sentado pacientemente justo en la reja de entrada de su casa, entrecierra los ojos mientras nos ve bajar y cuando estamos a un par de pasos y el Niche piensa que esta vez logrará ponerle las patas encima, el muy bandido atraviesa la reja y sube tres escalones para quedarse de nuevo sentado, con una especie de beatífica sonrisa burlona cercana al modo zen,  que le acaba la paciencia a mi nada paciente compañero canino, quien mete el hocico por la reja, tratando de alcanzar al taimado minino. El gato levanta despacio una pata y sin dejar de vernos amenaza subir un escalón más, con lo que el Niche comienza a ladrar. Como si aquello le causar una gracia indescriptible, el fulano gato, muy despacio, en realidad muy despacio, coloca la pata en el siguiente escalón y sube las doce gradas restantes y desde la última, voltea, se sienta y se lame la pata derecha con deleite,mientras nos mira de soslayo con su burlona sonrisa gatuna, mientras el Niche desespera.
Creo que este sábado, cuando baje a la pupusería sin el Niche, el felino acechante se quedará con un palmo de narices y entonces sin quitarle la vista de encima,  me reiré entre dientes pensando que quien ríe al último, aunque no sea gato, ríe mejor.
Solo espero que mi estoica mascota se recupere pronto y bien de su operación, para poder continuar con nuestras correrías matutinas.

miércoles, enero 31, 2018

Inducción del buen ciudadano

Imagen de Steve Cutts

 El buen burócrata dijo entonces:
"Si, hijo mío, el salario... el salario sagrado debe resguardarse a cualquier costa, nada hay más importante que él, excepto la migaja de poder que en ocasiones se recibe de la mesa de las personas importantes. Si el salario nos hace mover la cola, por la migaja de poder debes sin duda pararte en dos patas y hacer cabriolas, rodar extasiado por el piso y cantar loas a las bondades de los poderosos. También debes tener cuidado con pensar, no necesitas pensar, necesitas el salario sagrado, pensar no solamente es accesorio, está mal visto y puede ser francamente peligroso. Si aún así no puedes evitarlo, guárdate tus pensamientos para tí".
Dijo el buen burócrata, haciendo un gesto de asco que deformó su abundante papada. 
"Mueve la cola, siempre, pero asegúrate de que tu voz solo se oiga cuando te lo dicen, una palabra mal colocada, un tono de voz destemplado, incluso medio decibel de volumen fuera del siseñornoseñor susurrado con voz dulce y melancólica, pueden ser peligrosos cuando estás delante de los poderosos, guárdatelo para  los de la cola al otro lado del mostador o del escritorio, para los que pueden escucharte vociferar mientras extienden tímidamente el documento de turno, no te olvides de demostrarles quien lleva la sartén por el mango en el ínfimo reino de tu migaja de poder. Delante de los poderosos siseñornoseñor, con leve inclinación de cabeza, leve, si la agachas mucho perderás la perspectiva y no sabrás si están afilando la guillotina delante de tí.
Pero el salario sagrado, hijo, el salario sagrado que debes ya en cuotas repartidas entre todos los que te venden la ilusión de felicidad a plazos, ese debes cuidarlo con uñas y dientes, debes afilarte los colmillos y ensayar delante del espejo la sonrisa con la que esconderás el puñal para enterrar en la espalda del colega, porque en el campo de escritorios no hay amigos, entiéndelo, todos son negociables, pero sacrificables son solo los que se rigen por las reglas y hacen bien su trabajo ¡deshazte de ellos en cuánto puedas! No dejes que metan sus narices en tus negocios, ni que propaguen las escandalosas ideas de mover la herrumbe de la maquinaria.
Haz favores a quien pueda devolvértelos, decididamente haz favores a los poderosos, todos los que puedas, cualquiera que sea su naturaleza, aunque su poder sea transitorio, a veces esto es una lotería y no sabes qué tanto durará en su lugar la cabeza del que manda de momento.
Y mantente en la sombra... no te olvides, toda cabeza que sobresalga será cercenada, hazte ducho en el rumor para que la marea se haga cargo, si alguien te señala niégalo todo, sobre todo si tienen razón, síguelo negando y haz que lo nieguen en coro, en canon, en sordina, a voz en cuello, por los diarios, en el programa radial de la mañana y en las conversaciones de cama. Sobre todo, no tomes responsabilidad si es que puedes evadirla y si te ves enfrentado a ella, recuerda las palabras mágicas: "eso no está en mis funciones", "hablaré con el sindicato" o "no sé" acompañado del gesto que manifieste sin duda que no hay esperanza que alguna vez lo sabrás.
Medra por años en la sombra, alimentándote del ocio de la mañana y del café de media tarde, hasta que alcances la dorada jubilación y con los buenos contactos logrados puedas recontratarte por los siglos de los siglos".
Amén - pensé- mientras el buen burócrata paseaba su panza beata entre los escritorios y de vez en cuando nos miraba, atentos a la sabiduría que emanaba de sus labios delgados y sin color.
"Siempre guarden un as bajo la manga, averiguen cosas, nunca digan todo lo que saben, hasta el rumor más pequeño puede resultar útil alguna vez... pero eso lo veremos mañana, cuando les comparta algunas cosas sobre el delicioso oficio de trepar. Ahora son las tres de la tarde y es hora de mi café".
Dijo y sin ponernos más atención nos dio la espalda, mientras admirábamos sus cuarenta años de sobrevivencia en el servicio. A lo lejos todavía lo escuchamos murmurar: "El sagrado salario... la migaja de poder... todo tiene su precio, todo..."

domingo, enero 21, 2018

Lo cotidiano

Cuando lo conocí en un caluroso salón en Cuba hace más de diez años, Alejandro hablaba con voz de docente experimentado sobre El Principito y Exupéry, como uno habla de lo que verdaderamente le apasiona. Yo trataba torpemente de entender cómo traducir la narrativa al teatro. Traducir, ese era el término. Pasar de un lenguaje a otro, sin perder la poesía de la palabra.
Las palabras nos han ido y nos han venido desde entonces. Hay personas con las que los correos electrónicos parecen cartas, como si ese tiempo de papel y lapicero no se hubiera perdido, como si las cosas pequeñas y cotidianas lograran conservar su calor en lugar de correr sin sentido delante de nuestros ojos.
Hablar del clima, de la política carroñera de nuestros países desangrados, de las nuevas obras de teatro que se van escribiendo, montando, ensayando, estrenando... hablar de cómo amanece la calle o del aroma que hay en ese restaurante, hablar de temblores de tierra y de temblores internos, hablar de nuevas ideas para escribir nuevas historias, de autores, del rostro de la gente en el transporte colectivo, de la vida que pasa de largo y de la que alcanzamos a afianzar entre los dedos... hablar de cosas cotidianas como el trabajo, describir la oficina y sus paredes cansadas. Hablar y aprender sobre la belleza que hay en las palabras. Hablar.
Hace un par de semanas, Alejandro volvió a darme una lección de belleza sobre las cosas cotidianas:
 
"Recuerdo que cuando mi hermana Leticia me acompañó, un frío amanecer del 2 de septiembre de 2016, a presentar mis papeles para iniciar los trámites ante ANSES, la cola era larga y con forma de bufanda. Había viejitos, madres con criaturas recién nacidas, mujeres solas, hombres fumando y alguna conversación para buscar abrigo. A las ocho salió un guardia y repartió turnos y nos  metimos adentro, calorcito y sillas. Y decíamos con Leti que qué les hubiera costado abrir antes y permitir que todas esas personas no enfermaran. Los empleados ingresaron a las  7:00 ya, toman su mate cocido con criollos. Muy bien. Pero podrían abrir y comenzar a las 8:00.

Esta mañana fui al Banco Provincia de Neuquén, sucursal jubilados. Llegué a las 7:55 y me encontré con una cola  larga, gris, extensa, muda, que doblaba en forma de u sobre la vereda. Todos eran viejos. Todos. En la cola del Anses estaba la vida, con sus heridas. En ésta, la espera de la muerte. "Hoy me pagan la jubilación". "Lo felicito" me dijo la señora detrás mío. Dejas de trabajar y te felicitan: metáfora perfecta de un país muerto hace mucho tiempo. Las puertas abrieron a las 8:00 en punto (esas puertas las puse en mi adaptación de "El Proceso") y  las personas fueron ingresando. Por momentos la cola se detenía. Minutos después  avanzaba unos metros. Nadie habla. Entraste. Una máquina te da  un número. Te sentás. Y esperás. Ya en mi asiento un hombre se avalanzó. No reaccioné a tiempo y nos caímos los dos. Le faltaba una pierna. Vino una guardiana y me retó porque soy un imprudente sin ninguna consideración. Pedí sentidas disculpas e intenté una conversación con el hombre. Así corren las horas sin la crueldad del tiempo que te empuja por el  Leteo. Una joven mujer me da un sonoro beso: "Profesor Finzi, ¿se jubila? Ya  lo atiendo". "¿Usted quién es?".  "Soy Cacciatore, su alumna. ¿No se acuerda de mí? ". "¿Cuando cursó conmigo?". "En 2001"." ¿Y que hace aquí?".  "Me fuí a La Plata detrás de un muchacho, tengo dos hijos. Volví, no pude terminar". "Haga una materia por año. Una, le pido. Nada más". "Pero usted no va a estar y tengo que cursar Europea II". "Es lo mismo". "No profe, no es lo mismo. Acá tiene, firme todos estos papeles y después vaya al edificio de al lado que le van a entregar su tarjeta". Esta vez el beso se lo dí yo. "Vuelva a la Facultad. "
En el edificio de al lado me dieron el número G0027. Cuando llegué al sector iban por el G0010. Luego de atender a cada jubilado el empleado conversaba con el que estaba al lado. Era una conversación muy animada, pero eterna. La conversación es solventada por el Estado Nacional. Hay que escuchar qué temas discutían. Llegó una pareja y se sentó a mi lado.  Como si tuvieran  un  sexto sentido, no bien el empleado conversador terminó con el dueño del G0012, fueron al mostrador. "No podemos ingresar la tarjeta en el cajero porque somos ciegos". "Busque alguien que los ayude"- ¿Quién ayuda a un par de ciegos en Neuquén?
Llegó mi turno. Ya estoy en casa No puedo ingresar mi clave en la computadora. Mañana haré la cola, pero iré más temprano.

Alejandro"

¿No es hermoso cómo los escritores logran atrapar la belleza?