lunes, enero 03, 2011

Diario de Harry. Propósitos de Año Nuevo

Primer domingo del año, un edificio en una de nuestras hermosas ciudades dormitorio. Alrededor de las seis de la tarde se desata el pandemónium: mi vecino de enfrente suelta todos los decibeles de un disco de alabanzas mientras mi vecino de arriba contesta en ráfaga contínua con todo el volumen de un cd de bachata, yo quedo en medio del fuego cruzado mientras cuento hasta diez, veinte, treinta... del grupo que bebe con mi vecino de arriba, afuera del edificio y junto al poste del alumbrado eléctrico, me llega el comentario de una voz femenina bastante alcoholizada: - ¡es que la gente es bien pendeja! Eso lo explica todo: cada uno de ellos sube el volumen, a ver quién se da por vencido en su guerra de aparatos de sonido, cuyas ondas expansivas de seguro llegan hasta el pasaje vecino y sigo contando... cuando llego a cincuenta me comienza a doler la cabeza y pienso en llamar a la policía, hasta que recuerdo que la última vez que se llamó a la policía por el ruido desmesurado, tardaron dos horas en llegar y eso que la delegación está en la colonia vecina; pensé además que es época de fiesta y seguramente habrán tiroteos, pleitos, asaltos, incendios por silbadores y niños quemados con inimaginables inventos pirotécnicos que acaparan la atención de la delegación policial y un pleito de bocinas seguramente se ubicará a la cola en la lista de prioridades. Intento retomar la cuenta... ¿sesenta y tres? Inútil.
Pienso que en este día a más tardar la gente estará haciendo sus propósitos de año nuevo, cosas como bajar de peso, hacer ejercicio, hacerse vegetariano, frugívoro o caníbal, levantarse una hora más temprano, rezar sus oraciones antes de dormir, saludar al vecino, inventar excusas inteligentes, disimular para que el prójimo no se entere de que le está deseando la mujer, marcar la tarjeta cabal a las cuatro en lugar de quince minutos antes, chupar solo los sábados desde el mediodía... en fin, había perdido la cuenta, no podía seguir leyendo sobre el asunto de la torre de Babel porque lo tenía en vivo y a todo gatocolor resonándome de tímpano a tímpano y como el comentario que acababa de escuchar de la chica ebria era de lo más acertado, el ruido infernal no iba a cesar en un futuro inmediato, así que pensé que yo también podía sumarme a la lista de mortales responsables que elaboran objetivos a largo plazo, total podía arrepentirme de no cumplirlos el 31 de diciembre del año en curso y hacer borrón y cuenta nueva.
Pensé que un buen propósito sería escribir asesinatos ficcionales para evitar incrementar el índice de violencia del país, es decir, para evadir las ganas locas de agarrar por el buche a mis vecinos y a muchos hijos de vecino que encuentro a diario, sin embargo caí en la cuenta que eso no era un propósito demasiado novedoso, más bien se me había convertido en modus operandi. Estaba a punto de devanarme los sesos en una sincera intención de encontrar un plausible propósito de año nuevo en el que depositar mi escasa energía positiva, cuando milagrosamente y luego de solamente una hora, el frente bachatero disminuyó progresivamente su intensidad hasta desaparecer, imagino que el comando de adoración no podía escuchar ni sus propios pensamientos porque no se dio cuenta que se había quedado sin contrincante hasta que los últimos acordes de la alabanza cumbiera terminaron, interrumpí mis pensamientos y quedé en una expectativa ochentera, por si a alguien se le escapaba otro tiro, pero no. Mis oídos respiraron con alivio el silencio recién conseguido, pero claro, el alivio que experimentaba dio al traste con mi resolución de conseguir un propósito de año nuevo pero pensé que en la próxima noche vieja reflexionaría convenientemente sobre ello y el próximo día de año nuevo mi propósito sería conseguir un buen propósito de año nuevo.