sábado, diciembre 21, 2013

Findes

Último día de trabajo. 7:30 a.m. Bus de la ruta 9 atestado y yo en tacones... si, se verán cosas dicen las escrituras... yo en tacones haciendo contorsionismo y equilibrismo y todos los ismos habidos y por haber para lograr llegar a la puerta de salida sin que mi cartera sea hábilmente diseccionada, sin doblarme un tobillo ni que me saquen un ojo, tratando que mi trasero esquive todas las manos abusivas en el camino y sin morir aplastada en el intento y por si fuera poco, conservando el glamour y la soltería... y si ustedes piensan que eso fué extremo, falta todavía la maratón entre la parada y la entrada del teatro, piropeadas incluidas (¡Dios! ¿porqué me hiciste tan sexy?), ventas en aceras y calles y amables conductores matutinos rebosantes de espíritu navideño (si, fué ironía).
Cierres y cierres y cierres, cuentas, informes de todo lo de aquí y lo de allá... ¿se acuerdan de ese post sobre lo errado de quienes piensan que dedicarse a las artes escénicas es dar un paseo por la vida tranquila?
Y luego llegamos al momento en que una saca cuentas de lo habido en el año y de las gracias que hay que dar... imposible entrar en modo Grinch de esa manera... hay tantos cariños, movidas de cola, aplausos, presentaciones, cafés, inbox, leche con galletas, cartas, fotitos,libros,  llamadas, mails, bailadas, holgazaneadas de vacaciones con tele y charlas incluidas, comidas con la gente querida... bebida con la gente querida...  grititos de reencuentros, cantadas, personajes (en el papel y en el escenario), besitos en las mejillas y abrazotes quiebraespaldas, playitas, piropos con estilo, ronroneos, poses desgarbadas (yo soy especialista en eso), nuevos proyectos y falsas promesas de no meterme en más líos artísticos, tesitos,  helados de chocolate, trabajo hasta morir y sin horario... y bueno, para los que aman los números también... 64,892 visitantes en el Teatro Nacional hasta noviembre, donde además se albergaron 15 estrenos de teatro y danza... Harry tuvo un libro publicado y 205 cuentos de 365 cada sábado, el Tiet llegó hasta Argentina y comprobaron que el mar puede estar frío,  más de 5,000 personas aplaudieron 4 de nuestros espectáculos, conocimos nueva gente, al Tiet llegaron nuevos aprendices y 4 grupos visitantes de 4 países... los números no alcanzan ni para contar tanta cosa buena ni para dar las gracias a todos y todas ustedes que creyeron, compraron entradas y funciones, apoyaron y patrocinaron proyectos, publicaron libros y cuentos, asistieron a las presentaciones y actividades, aplaudieron, bailaron, abrazaron, cantaron, enviaron buenas vibras y palabras justas y necesarias,  tuvieron paciencia y apoyo para mis lágrimas, desencantos, tristezas, desesperaciones y frustres, comprensión para mi nerditud, alegrías para mis alegrías y energías para llevarme el paso, tiempo para leerme y generosidad para compartirme lo que saben... no los enlisto porque faltaría espacio, pero ustedes saben que los quiero muchísimo y ya... me voy de vacaciones porque necesito desconectarme, así que les doy mucha alegría a su corazón, les deseo larga vida y prosperidad y los veo el otro año.

sábado, diciembre 14, 2013

Sobre ideas y otros demonios

Cualquier día de la semana, 4:45 a.m. después de meditar y antes de salir a caminar con el Niche:
Harry - entonces..
Jen - ¿qué?
Harry - ¿escribimos?
Jen - ¡no! te dije que escribimos hasta el sábado, necesito terminar de organizarme la nueva puesta, todavía no veo en mi cabeza los títeres que quiero
Harry - pero si vos te sacás las puestas de la manga...
Jen - ¿y eso es halago o puteada?
Harry - ¿si te digo que es halago nos sentamos a escribir?
Jen - ¡que no! ya te dije que no vamos a escribir nada hasta que no termine de montar en mi cabeza
Harry - para que después los actores te cambien todo en las improvisaciones... yo no sé ni para qué te montás todo primero, si igual no termina siendo lo que habías pensado y además, una vez estrenado seguís cambiando cosas
Jen - la puesta es un organismo viviente
Harry - igual que yo y mirá el caso que me hacés, el respeto que te merezco
Jen - ay no... si comenzamos en modo autocompasión, no te llevo a caminar, mirá que hoy apenitas me he levantado de buen ánimo
Harry - ¿escribimos?
Jen - una cosa a la vez, primero la puesta, después la obra nueva
Harry - se me van las ideas
Jen - las anotamos en la lista negra y ya vas a ver que hasta nos va mejor, las dejamos reposar un rato y así es más fácil ordenarlas
Harry - reposar... como que estás adobando carne
Jen - vaya, si querés hacemos la comparación culinaria... adobamos un rato las ideas, en lo que yo termino con este asunto y luego sacamos todo y nos ponemos a escribir. ¿Nos vamos?

Y claro, salimos al frío y la oscuridad de antes de las cinco de la mañana en el mes de diciembre, porque al Niche le tienen sin cuidado mis discuciones intrapersonales, él lo que quiere es ejercitar las patas.

Harry - y entonces ¿escribimos?
Jen - ¡dioses! grrrr... está bien, está bien, escribimos la nueva obra, dale

Silencio que yo interpreto como alivio y luego

Harry - mmmm... o mirá, sabés qué... ¿te acordás esa idea sobre un musical?

sábado, diciembre 07, 2013

El Desierto

El centro de San Salvador en época navideña: altos decibeles de cumbias por todas partes... cumbia del ausente, cumbia navideña, cumbia de fin de año, claxones de todos los tonos, coro de vendedores en canon anunciando las cachadas del furgón que autores anónimos han robado ayer... resultan todo un contraste los anuncios con nieve y abrigos polares en los escaparates con  31 grados centígrados reverberando sobre el asfalto y una marejada de gente que siempre sale de quién sabe dónde a caminar por las calles y centros comerciales, como si la vida les fuera en ello. Hasta las prostitutas del parque, que de regular están aburridas o exhaustas, parece que se animaran un poco y trataran de hacer honor a aquello de "mujer de la vida alegre" que viéndolo bien debió haberlo dicho alguien que inventaba frases irónicas.
Por más que quiera hacer aparecer mi faceta Grinch para resultar  misteriosa, interesante, intelectual o todas las anteriores, siempre me distraigo con esa insidiosa emoción de cosas que ya están por terminar y cosas inesperadas que uno no sabe si sucederán o se quedarán en el amplio espacio de las posibilidades. Lo único que incomoda profundamente de todo esto es la gente, la gente aglomerada siempre me ha producido náusea, no puedo evitarlo excepto en los conciertos (sobre todo si son de Metal) y pasar por la zona peatonal en el San Salvador dicembrino es una exposición directa a decenas de manos que te halan del brazo para convencerte de comprar cosas que no necesitas con dinero que no tienes, así que camino por las aceras en zig zag, evitando a toda costa el secuestro de mi brazo y a la gente que camina y me río de mi misma pensando que verme caminar debe resultar entretenido.
En esas circunstancias me bajé del repleto autobús rebosante de gente y de cumbia ayer a la noche, me baje en la primera parada que hizo después de venir jugando a las carreritas con otro autobús, con lo que hasta que estuve en la acera me dí cuenta que estaba a la entrada del centro comercial y mientras atravesaba el parqueo, camino a la próxim parada de autobús, después de semanas de desierto imaginativo y silencio, Harry dijo:
- Aunque bien podrían existir otros objetos, lo que indispensablemente habrá es...
- ¡Momento! - dije yo -  que no tengo la libreta a la mano
- ¡Pero ya! la imagen es buenísima, si se me va es culpa tuya
- Para vos todas las imágenes son buenísimas ¿dónde está la modestia?
- La modestia es un hipócrita estorbo para la genialidad...
Suspiro y me meto casi corriendo al primer café que encuentro, mientras busco papel y lápiz; lápiz, no lapicero, el primer borrador siempre es en papel y lápiz o nada saldrá... manías, manías, manías... El mesero me mira como si yo fuera extraterrestre mientras apunto esa primer imagen "tan genial" que seguramente va a cambiar dos o tres veces en el transcurso de los próximos meses según se vaya convirtiendo en "horrorosa", "medianamente aceptable" o "dejémoslo así a ver si funciona"... hasta que termino consigo levantar la cabeza y el mesero sonríe mientras pregunta si ya estoy lista para ordenar, pido y Harry empieza:
- Por eso no me gusta ir a cafés nuevos, donde quien atiende no sabe que invariablemente voy a pedirle el mismo tipo de café, en el mismo tamaño y sin azúcar...
- Dijiste que ya, y no ibas a esperar hasta llegar a nuestro café...
Por la ventana vemos a la gente que pasa con su espíritu navideño en la cartera y cara de preocupación. Escribimos. Luego del desierto y el silencio, escribimos y la comezón existencial empieza poco a poco a desaparecer.

sábado, noviembre 30, 2013

Unas de cal...

Me lo han dicho dos o tres personas, señalándolo como uno de mis innumerables defectos de fábrica: "vos creés mucho en la gente", cuando lo escucho muevo la cabeza levemente y sonrío con incredulidad, pensando en que el mundo es un buen lugar y la gente es buena gente, hasta que sucede uno de esos golpes de realidad que te dan de frente y con fuerza en la nariz, rompiéndote de nuevo la fragilidad del corazón que se levanta cantando por las mañanas, creyendo en mundos mejores y que no sirve mucho para vivir en el mundo de los "vivos", cuando eso sucede parpadeo con incredulidad como si fuera la primera vez que me pasa y no pudiera entender que los seres humanos son seres humanos y en su naturaleza de lobos acorralados en el invierno, darán las dentelladas necesarias para sobrevivir, incluso mordiendo la mano que les acaricia.
Unas de cal, otras de arena... esto también me lo han dicho dos o tres personas como si fuera algo elogiable y no la elemental necesidad de despertar cada mañana porque hay que tomar la respectiva taza de café: "sos una sobreviviente", pero a veces uno se cansa de sobrevivir y quisiera enviar al carajo, con vendaje de silbido de "la vieja" incluído a quien se lo ha ganado a pulso, para luego alejarse cantando bajito y con las manos en el bolsillo alguna canción de Fito que se viene a la memoria, retirándose de la realidad y dejar que el mundo se parta la madre en sus mezquindades como guste, en lugar de andar por ahí realizando quijotadas.
Si, ando una murria... pero seguramente me inventaré algún cuento, un montaje, una entrada de blog, una fotografía, un poema, una obra de teatro, un proyecto, un performance, una danza, otro sueño y entonces por muy poco que entienda qué carajos continúo haciendo por estos lados, seguramente todo estará de nuevo en su lugar, lo suficientemente bien para ir por la siguiente taza de café de la siguiente mañana, qué le vamos a hacer, ese es otro de mis innumerables defectos de fábrica.


domingo, noviembre 24, 2013

Tejiendo

La vida te pone en las manos hilos que a veces no sabes dónde van a parar. Gente que va y viene y a veces permanece en la distancia hasta que la vuelves a encontrar, con nuevos días y nuevas historias.
Casi siempre busco trabajar con gente a la que ya conozco porque con anterioridad la corriente del teatro nos ha juntado causalmente en tierras propias o extrañas, haciendo lo que nos apasiona hacer; para mí hacer arte es ir tejiendo vida y qué mejor que hacerlo con los hilos que más me gusten para tener al final una hermosa bufanda multicolor que vuele al viento.
Este fin de semana hemos realizado nuestro III Encuentro de Cuentacuentos, que surgió como surgen casi todas las buenas ideas que hemos desarrollado: a partir de una conversación, de una chispa, de un deseo y luego la idea va creciendo hasta inundarlo todo y desparramarse en la realidad, creando cosas nuevas.
Retomar el hilo de la palabra con Pablo, Zoa y Gonzalo ha sido además del placer del reencuentro, el de compartir experiencias e historias de nuestros haceres en diferentes lugares y las estrategias utilizadas para lidiar con la realidad, ver a los chicos del TIET involucrarse con la palabra y compartir el homenaje a uno de nuestros narradores favoritos, el bueno de Salarrué y claro, reencontrarse con el público, como se reencuentra la comunidad desde tiempos ancestrales, luego de una dura jornada, a la luz del fuego para contar historias, reír, suspirar y hacer que el alma se eleve de nuevo a las estrellas.
Cuando uno hace estas cosas termina claro está, super cansado pero además con el corazón lleno de gratitud porque el universo conspira para seguir tejiendo la gran manta del arte que cobija nuestros sueños.

sábado, noviembre 16, 2013

Los de Octubre

He terminado de corregir los 365... releer de nuevo todos los cuentos me ha puesto en perspectiva un poco más de un año de trabajo, donde cada uno de ellos fué el temor de la página en blanco, el vértigo de la nueva idea, una puerta hacia otros mundos y muchas veces, un salvavidas ante la marejada violenta de la realidad.
Termino de ponerme al día con los cuentos que han sido ya publicados en el Suplemento Tres Mil de Co Latino, gracias a su coordinador Mauricio Vallejo por la confianza en el trabajo. Para quienes quieran leerlos, saben que pueden buscarlos todos los sábados en el Suplemento Tres Mil: http://www.diariocolatino.com/es/20131031/tresmil/








sábado, noviembre 09, 2013

Poniéndose al día

Desde hace un par de meses, por una razón u otra se ha venido retrasando la entrega de los 365 que ya se han publicado en el Suplemento Tres Mil cada sábado, pero ahora comienzo a ponerme al día con esta entrega.
Los 365 están ya terminados, puse el punto final en el último cuento hace un par de semanas y un escalofrío mental me ha dejado mareada, así que he comenzado a corregir, dentro de poco, espero, todo estará terminado y habrá que buscar el modo de volcarlo en un libro y ponerlo en las manos del otro, eso me produce vértigo, así que mientras tanto, acá están los que se van publicando.





sábado, noviembre 02, 2013

Todos mis muertos

Tenía cinco años cuando me enteré que uno se moría, como muchos otros descubrimientos fue a través de los libros, estaba leyendo algo de historia de la independencia, cuando aparecieron las dichosas fechas junto a los respectivos nombres: 1767 - 1832, yo le pregunté a mi prima porqué habían dos fechas y ella me explicó que una era la de nacimiento y otra la de muerte ¿Muerte? pregunté yo, una de esas preguntas que son como el espejo de Alicia. Mientras trataba de entender todo aquel asunto y pensaba en lo horrible que sería extrañar mi almohada en caso de morirme, me preguntaba en mi cama (uno de mis primeros insomnios) qué razón tendría Dios para crear personas que morían y sabían que iban a morirse... bienvenidas mis disquisiciones existenciales.
Luego crecimos un poco más y la muerte se volvió algo cotidiano, la veíamos en los noticieros, hablábamos de ella, pasaba con nuestros amigos, vecinos y familiares y nos podía pasar. Si fuimos a la escuela pública en los ochentas, seguramente habremos escuchado una de esas charlas que daba el ejército sobre las minas, qué podías tocar y qué no debías tocar, mientras los dibujitos en los panfletos que repartían nos explicaban cómo era morirse por una mina. Cuando llegaron los libros de Goethe la muerte fue algo romántico, para entonces era evidente que había una diferencia abismal entre la muerte de los libros y la que nos tocaba en la calle. Por alguna razón me interesaba más la de los libros: el martirologio con sus innumerables muertes extasiadas, las calacas de Posada y las lunas de Lorca.
Las muertes de mis familiares me ha dejado vacíos, la muerte de mis amigos me ha enseñado a extrañar, la muerte de mis mascotas me ha partido el corazón, mis propias muertes me han enseñado la melancolía, extraño las vidas que perdí y las cosas que ya no soy, pero he aprendido a apreciar el encanto de la mortalidad, te enseña a vivir, tal vez en este momento esa sea la respuesta que buscaba cuando tenía cinco años.
Como colita de este día de difuntos, vale mencionar que el martes falleció la Pelusa, alias cotusa, taltusa, mama, tuti, cosa y cucha, nombres a los que siguiendo su perruno instinto obedecía solamente si estaba de humor, era temperamental, yo creo que era porque nació en el terremoto de febrero de 2001 y por doce años fue parte de nuestra familia; se que mi duelo por un perro puede parecer totalmente fuera de lugar en un mundo que corre veloz de tragedia en tragedia, pero es de esas cosas anacrónicas que suelo hacer, igual que morir de amor o preguntarme insistentemente por el sentido de las cosas. Se lo conté hoy a mi abuela, mientras le ponía flores a su tumba, también le conté que había ido a visitar a mi abuelo para dejarle flores blancas y hojas verdes. Esa es una de las cosas buenas de mi mortalidad, sé que todos mis muertos me acompañan.

sábado, octubre 19, 2013

Memorias de domingo. Barrio Obrero

Domingo 6:00 a.m.Salgo de casa hacia el trabajo (Advertencia: quienes piensan en hacer teatro porque dicen que los artistas tienen mucho tiempo libre, necesitan saber que al igual que las amas de casa, la gente de teatro es 7/24 y al parecer no hay quien lo reconozca).
Unos minutos antes, en los pasajes de mi colonia-dormitorio, a la entrada de una de las grandes estrellas de la página roja: la legendaria Soya City (los que han escuchado alguna vez el Vals del Obrero canten conmigo: este es mi sitio, esta es mi gente...), han pasado voceando pan, tamales y diario, es decir, lo necesario para desayunar y salir  a un día de labores. En la calle la colonia está de pie. Al pasar escucho a una vecina:
- ¿Y para dónde tan temprano niña Tere?
La niña Tere, al igual que media docena de señoras que asoman por los diferentes pasajes, trae una bolsa al hombro y desde una sonrisa recién bañada le contesta:
- Puesí, como el dinero no viene hay que ir a buscarlo - y se ríe, supongo que si tienes que salir a "rebuscarte" a las 6:00 a.m. el séptimo día de la semana, no queda más que reírse.
La media docena de señoras con bolsos y canastos seguramente van al mercado temprano después de tender la ropa, porque hay que estar de regreso a tiempo para la limpieza y el almuerzo y la ida en bus por el Boulevar del Ejército que está en plena y al parecer eterna remodelación y modernización, les garantiza al menos una hora de viaje a la ida y otra a la vuelta (puedo asegurar por evidencia de campo, que la lentitud del tráfico en el atasco será directamente proporcional a la prisa que lleves para llegar a donde vayas). Las señoras abordan un bus y yo espero el destartalado microbús que entre rezongos viene subiendo la cuesta, tengo miedo que si me apoyo demasiado en el pasamanos aquello se rompa a pedazos dejándonos sentados enmedio del asfalto.
La calle bajo la hermosa luz de la mañana de domingo comienza a pasar su película: vendedoras de pan y jóvenes obreros y empleados, mecánicos que se ríen escandalosamente mientras se llevan a los labios tazas de café en tono motor ahogado, el señor del puesto de la esquina del mercado que abre la puerta de su pequeño comercio, escoltado por una decena de perros callejeros, hijos putativos que aguardan obedientes y calmos, el respectivo desayuno con guacal de agua incluido, mientras se sacuden para vencer la modorra y mueven las colas (hay pocas cosas en este mundo tan agradecidas como los aguacaterries salvadorensis callejeros cuando los adoptas).
El tipo del microbús da las mil y un vueltas por estrechas calles al compás de Los Bukis (¡buenos días mundo!) y veinte minutos antes de las 7 a.m. apenas detiene su traste motorizado, para que podamos bajarnos en el Portal La Dalia donde según decires de mi abuela, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial (¿les he dicho que mi abuela contaba el tiempo por desgracias?), estaban los pocos almacenes elegantes donde podían conseguirse medias y bombones de chocolate. La calle todavía apesta a orines, los lustrabotas forman una fila impecable acomodando sus instrumentos y los empleados de los comercios que recién abren maldicen el tener que lavar las asquerosas aceras, mientras en el Parque Libertad un predicador calienta voz con las prostitutas mañaneras y los desempleados que le miran desganados porque a esa hora no hay otra cosa que ver.
Mientras salto charcos en las aceras y veo a ambos lados antes de cruzar la calle, el Barrio Obrero se instala para mover al paisito, como siempre, de lunes a domingo y al igual que las amas de casa y la gente de teatro, son 7/24 y al parecer por lo que se lee en los diarios, no hay quien lo reconozca.

sábado, octubre 12, 2013

Las Preguntas

Tres de la tarde en Sansívar, alias El Paisito... siete de la tarde en Montevideo... siempre me descoloca que haya tanto sol todavía cuando son las siete de la tarde y debería ser de noche, pero en otras latitudes el sol no se comporta como debe.
Sobre la cama del hotel escribo en un momento de respiro, para no dejar en demasiado abandono esta Gaticueva. Ahora la mitad del grupo del Taller de Temas Tabú en el Teatro para Niños y Jóvenes se ha marchado y los que quedamos, patinamos sobre el cansancio, esperando abrazar pronto a los que extrañamos y volver al cotidiano. Por el momento todavía queda ese aturdimiento de las demasiadas imágenes, pensamientos y emociones que suele acompañar la finalización de un proceso. Así que habrá que caminar por las agradables calles de Montevideo, me encanta caminar por calles ajenas, y decir adiós y tomar dos aviones y aterrizar poco a poco en la realidad.
Mi taller comienza mañana, cuando coloque las maletas en la entrada de mi cuarto y las preguntas comiencen a asentarse con fría eficacia. Me encanta hacer taller, es algo que te reta, te renueva, te mueve, pero también me crea siempre cientos de preguntas y ninguna respuesta cierta, este cuestionamiento acerca del oficio o como diría Roque: ¿Porqué cantamos?
Hacer teatro es una carrera de maratón en cualquier parte del mundo, pero para correr la maratón en El Paisito hay que agarrar bastante aire y si de hacer teatro para niños se trata, el asunto puede volverse un tanto más complicado. Durante cinco días, 30 personas metidas en un cuarto se preguntaron cómo tratar temas difíciles en el teatro para niños y jóvenes. Ahora es imposible para mí hacer el resumen de eso, prefiero dejarlo para otro espacio, ahora solo puedo entre sacar retazos del asunto: las preguntas que Suzanne y Carlos generaron, la dinámica que surgió en nuestro pequeño grupo de trabajo, atrincherado en la antigua bóveda (alias el búnker) de un antiguo banco vuelto centro cultural, mientras buscábamos cómo decir lo que queríamos decir, la babel de español, inglés, francés, portugués y gestos con que construíamos una dinámica de comunicación basada en el teatro, la inevitable comparación de las formas de trabajo, producción y relación con el teatro de nuestros países, las ideas que serán haceres futuros, cuando todo lo que se ha vivido se aprenda, la generosidad que puede palparse cuando se juntan artistas a inventar algo y porqué no, la inevitable forma de hacer del Tiet que ya se vuelve parte del hacer que uno hace y que vuelvo a probar una y otra vez con cada nueva cosa.
Al final, cuando uno logra apartar lo suficiente la incertidumbre, queda esa profunda sensación de agradecimiento con la vida, por permitir ciertas cosas.

domingo, septiembre 29, 2013

Benditas Esperas

Dicen que uno escribe de lo que le duele, puede ser, o al menos de lo que le molesta o como digo yo, de la piedrita existencial en el zapato de la vida.
El caso es que allá por 2009, Rubidia y yo estábamos hablando sobre ese asunto tan poco hablado de la guerra (Nota: en salvadoreño la guerra es el "conflicto armado de los ochentas" que oficialmente duró doce años y se llevó 80,000 muertes, aunque como siempre en este país, las cifras oficiales se quedan cortas), entonces hablábamos de los desaparecidos de la guerra y yo le digo: yo tengo una obra sobre eso ¿porqué no la hacemos? La verdad tenía un esquema general y un par de párrafos, pero al contar con que se montaría, me puse a escribir como loca y he aquí que después de poner el punto final al libreto, viene la graciosa de la compu de mi casa y ¡chas! que le da un paro viral y queda inservible... Yo entro en crisis total y luego de un par de meses de depre literaria en el que un nuevo cpu llegó a mi hogar y se pudieron recuperar algunos archivos entre los cuales no iba mi pieza, un día mientras me tomaba un café y lloraba mis penas el sol salió: ¿y si la reescribo? Inútil intentar recordar toda la pieza y dejarla tal cual estaba, así que de nuevo tomé la idea general, los personajes y reconstruí la historia, teniendo en cuenta a las actrices que interpretarían cada uno de los personajes, antes no lo había hecho así, pero ahora sentía que esa era la manera adecuada de hacer las cosas.
Así llegué a principios de 2010 con el libreto de Santa María de la Espera a nuestra primer reunión de trabajo con El TIET y Grupo Célula, era un interesante equipo de trabajo porque prácticamente la mitad sabía de la guerra y la mitad no, así que mientras hacíamos las discusiones, ejercicios e improvisaciones íbamos también reconstruyendo entre todos la memoria de esos años y de las cosas que sucedieron y de las cosas que cada uno tenía que decir al respecto. Fué un montaje intenso, fueron unas presentaciones intensas, con gente quedándose al final de la obra para contarnos sobre sus desaparecidos, una gran reflexión de cómo nos apresuramos a callar y olvidar cosas que deben ser dichas y recordadas.
Este año en marzo, con unas lecturas de dramaturgia en femenino para el Día del Teatro, Susana Reyes leyó la pieza y me propuso publicarla bajo Índole Editores, me pareció una idea genial, publicar el texto enriquecido con el aporte de todas y todos quienes estuvimos y estamos en el montaje.
La semana pasada Susana entró en mi oficina con un paquete en brazos y me dijo: "aquí está tu bebé", la alegría era tan grande que me salía por los poros... y aquí está el bebé, para quienes quieran conocerlo, vamos a estar haciendo lecturas de presentación y como no podía ser menos, también haremos una en la Salita del TIET, acá les dejo el dato:

Presentación del libro "Santa María de la Espera"
de Harry Castel
Viernes  4 de octubre. 6:00 p.m.
Salita del TIET. Local ACJ, Urbanizacion San Ernesto, Pje. San Carlos, 128, San Salvador
(sobre el Boulevard de Los Héroes, entre Mr. Donut y Scotiabank)
Entrada Libre
Libro a la venta

sábado, septiembre 21, 2013

¡Salsa!

No puedo decir cuándo ni cómo aprendí a bailar. Tal vez fue mi mamá y mi tía, mis primas, yo que sé... ¿Saben de esa costumbre que tienen las mamás de poner a sus chicos a participar en cuanta velada escolar exista? Mi mamá tenía esa costumbre... y a mí me encantaba, es decir que antes de actuar, lo primero que hice en un escenario fue bailar, era una canción, creo que se llama Brasil o algo así, era con las chicas de noveno grado de la escuela donde mi mamá era profesora, yo tendría unos 4 años y un traje rojo con enormes lunares blancos, tocado incluido, tengo una foto que lo prueba pero no voy a subirla porque es de esas cosas vergonzosas que te ponen los pelos de punta... y bueno, luego fue folklore, disco (si disco, qué puedo decir, los Bee Gees en mi casa de infancia eran de rigor, al igual que los movimientos de cadera de Jhon Travolta) y en algún momento dramático de la historia, es decir allá por los noventas, cuando no me bajaba de mis botas negras y me había olvidado completamente de bailar, escuché a un panameño de apellido Blades, en realidad no era lo mío para nada, pero se me hacía familiar esa canción:
El padre Antonio Tejeira vino de España
buscando nuevas promesas en esta tierra
llegó a la selva sin la esperanza de ser obispo
y entre el calor y entre los mosquitos habló de Cristo...
Y entonces recordé los maravillosos 80's de balas y canciones prohibidas y seguí escuchando y me acordé de bailar ¿Salsa? Si... ¡Salsa! esa cosa contradictoria con la que uno se pregunta con el corazón roto:
Dime cómo me arranco del alma esta pena de amor, 
Esta pena de amor, esta pena de amor, Dime cómo me arranco pa' siempre el inmenso dolor, De esta pena de amor, de esta pena de amor...
Por supuesto, mientras uno menea las caderas con todo el gusto del mundo, al compás de esa contagiosa percusión. Y claro, bailar es una de mis diez cosas favoritas, junto con el chocolate, los gatos y el resto de mi lista y cuando el mundo pinta pésimo, no hay nada mejor que dejar que las caderas se liberen y encuentren su propio ritmo sin censura, para que el cuerpo se pierda y se diluya en la música y si es en compañía de una buena pareja de baile, mucho que mejor.

P.d. Esta es mi canción favorita de Blades


sábado, septiembre 14, 2013

Una aspirina del tamaño del sol

Hay Septiembre, así que vuelvo a Bakunin, a Roque, a la Patafísica y a la fantabulosa dupla de Alan Moore y David Lloyd, este mes me produce un dolor de cabeza que necesita una aspirina del tamaño del sol, tomándole prestada la frase a Roque, sobre todo porque además de increíbles colas para comprar donas al dos por uno, se ha abierto campaña por la presidenciales y esto es como cuando te piden perdón y te prometen cambiar y sabes, dentro de tí sabes perfectamente que la luna de miel durará a lo sumo un par de meses, antes de volver al abuso y tendrías que pararlo, pero estás tan cansada y rota, que ni siquiera tenés fuerzas para meter las manos, así que nada más oyes cómo los otros lo han hecho tan mal y el que promete lo hará tan bien y ves rostros sonrientes en todos los carteles, mientras te preguntas cómo le harás para sobrevivir entre tanta propaganda hasta el día de las elecciones.
¿Deprimente?... Si... eso mismo pensé yo, se debería poder hacer algo, bueno, algo más que quejarse y lamentarse desaforadamente como llorona de sepelio en las redes sociales y si pienso que debo armar una revolución de tamaño universal no creo poder ser capaz de poner un pie fuera de casa, sobre todo si tengo que hacerlo sola ¿Y entonces? Entonces vuelvo de nuevo a Bakunin: "La conciencia humana como base de justicia; la libertad individual y colectiva como única fuente de orden en la sociedad".
Mi amiga y estupenda escritora, Consuelo Tomas, me contó hace tiempo su teoría de la masa crítica: las grandes revoluciones no funcionan, porque luego de que la revolución se instala en el poder se convierte en el sistema (cosas proféticas),  hay que sumar muchos pequeños cambios individuales, cambios que comienzan a partir de decisiones personales, hay que sumarlos hasta que sean suficientes, hasta que formen una masa crítica, como en una reacción física, con la cantidad mínima de material necesaria para que se mantenga una reacción en cadena, se pueden hacer grandes cambios. Cambios, si... como dejar de echarle la culpa al prójimo de todo lo que marcha mal y tomar mi propia responsabilidad en el asunto, como dejar de quejarme y realizar las acciones efectivas que estén a mi alcance, por muy pequeñas que me parezcan, como comenzar por identificar cuáles serán esas pequeñas acciones, como pensar este tipo de locuras que escribo cuando me pongo en situación laberíntica.
La sociodinámica dice que es posible, conozco más de un par de amigos míos sumamente escépticos que levantarán una ceja y pondrán cara de "¿en serio?", pero bueno ¿Qué puedo perder si lo intento?... Haré mi  revolución, después de todo, nunca he renunciado a querer cambiar el mundo... ¡Mierdra  Fynanza  Fysica!

sábado, septiembre 07, 2013

Pequeña pesadilla diurna

Yo estaba soñando que vivía en un paisito inventado... me lo había inventado en mi sueño, era por eso que habían cosas absurdas e inexplicables: a la mañana daban un reporte de muertos diarios y se corrían apuestas sobre la cantidad de muertos con la que cerraríamos el mes, yo estaba tentada a participar en la quiniela, por aquello de que la plata siempre es escasa, pero se me hacía muy macabro. Salía a caminar para espantarme las malas ideas y en las esquinas, medias docenas de chiquillos aporreaban tambores con tanto desafino que parecía que iban a partirse de pena los pobres, mientras señoras y señoritas con camisetas de varios colores, repartían hojitas mágicas que prometían mundos mejores si uno ponía en práctica cierta misteriosa fórmula traída de no se sabía dónde, me esperancé y cada vez más animada tomé la hojita y comencé a leer, busqué la palabra "arte" sin resultado, pensé que podrían haberse confundido y entonces busqué la palabra "cultura" y nada... aquellas dos palabras no existían en el mundo que estaba  soñando.
Entonces comencé a sentir un poquito de aprensión y deseé salir de aquel sueño, porque además parecía que en ese mundo nada me salía bien, llenaba y llenaba papeles que eran presentados una y otra vez para ser devueltos porque faltaba una r en una palabra que yo de sobra sabía que no se escribía con r, pero era inútil explicarlo, lo único que se permitía era volver a llenar el papel y presentarlo y todo era tan disparatado como eso, no entendía cómo funcionaba aquel extraño mundo: quise cambiar de lugar un escritorio de un primer piso a un segundo piso y tuve que vérmelas con decenas de enfurecidos autómatas que gritaban: ¡siempre se ha hecho así! ¡siempre se ha hecho así! Trataba de explicarles y brotaban sindicalistas como los naipes de Alicia en su país de maravillas, que me tomaron de piernas y brazos y me lanzaron fuera.
Comencé a correr y un tipo corrió detrás de mí, cuando me alcanzó, me robó la cartera y siguió corriendo, tras él venían dos policías, respiré aliviada y comencé a hacerles señas, pero me cayeron a golpes porque llevaba una camisa negra con la imagen de Eddie The Head y el pelo largo, es decir, "por apariencia sospechosa", para cuando acerté a comenzar a explicar habían parado y me salvé de milagro: se había abierto la ventanilla de las donas al dos por uno y hacia alli se dirigían presurosos. Me sacudí el polvo y antes que pudiera decir pío, redobles atronadores inundaron el espacio, una bandada de trompetas tocó un destemplado "El Carbonero" y me aparté antes que me pasaran llevando una docena de cachiporristas cubiertas de pie a cabeza para no ser señaladas de indecentes.
¡Dios! - pensé - ¡despiértame! Mientras le daba un sorbo a mi café en el vasito desechable que acababa de comprar y veía un enorme letrero luminoso invitando a pagar su trocito de cielo al 10%, fué entonces cuando lo entendí... ¡No estaba soñando!

sábado, agosto 31, 2013

Los de agosto

Agosto fue tan movido... emociones a mil y horas de sueño rezagado, podría dormir durante un par de días si de mí dependiera y acá están los cuentos de 365 que fueron publicados en este movido agosto en el Suplemento Tres Mil de Co Latino, el suplemento es buenísimo, si pueden léanlo cada sábado en: http://www.diariocolatino.com/es/20130831/tresmil/






sábado, agosto 24, 2013

Ideas

Dicen que todo proyecto comienza con una idea, pero las buenas ideas vienen de algún lado... quizás andan por allí, flotando en el éter de las ideas hasta que les da un estornudo y entonces caen directamente en la oreja de alguien y de pronto en medio de una conversación con anécdotas sobre los desaparecidos que conocimos, le digo a Ruby: "tengo algo sobre eso, voy a escribir la obra y vos vas a actuar uno de los personajes principales" y ella dice: "chivo" y  tiempo después de haber estrenado la  obra y haber escuchado a decenas de personas que luego de las presentaciones nos contaban las historias de sus desaparecidos, cuando se atravesó otra idea para un set de lecturas con dramaturgas, decirle a Susana: "¿podrías hacer la moderación de los conversatorios?" y ella al leer la obra decirme: "¿podemos publicarla? y después de esos meses, al recibir esta semana las pruebas de diagramación, sentir que el corazón se pone a bailar dentro.
Las ideas llegan por ejemplo, cuando Pamela dijo: "Voy a hacer una película y quiero que vos hagás un personaje" y yo dije "si" y tuve ocasión de trabajar con gente muy talentosa, entregada y con tantas ganas que no importaba la falta de presupuesto y a muchos meses luego de esa filmación, ver el primer avance de la peli hace que te sientas en las nubes.
Si, los proyectos comienzan con buenos sueños, pero hay talentosas y hermosísimas mujeres que parecen una suerte de pararrayos de buenas ideas, conozco muchas además de las que menciono ahora, todas son fuerzas de la naturaleza, cuando trabajan en conjunto son absolutamente poderosas y sus buenas ideas producen geniales resultados, he tenido la suerte de encontrarme en esos afortunados torbellinos que producen lluvias  y hacen germinar vivencias, eso ha sido en verdad afortunado.

sábado, agosto 17, 2013

Para cantar en las mañanas

Hacía ratos que no cantaba... hacía meses que no cantaba... de acuerdo, hacía un par de años que no cantaba, digo, no porque tenga clase o ensayo o haya que pasar alguna de las canciones de nuestro montaje de Perlimplín, sino por el puro gusto de hacerlo, digamos que el alma había pillado una gripe de aquellas y se había quedado completamente afónica y sin poder sacar ni una nota, como si la música se hubiera acabado por dentro y no quedara más que una habitación a prueba de sonido y un día de esta semana, como si en el planeta donde habito fuera lo más natural del mundo, me desperté con Fito en la cabeza y me puse a tararear y tarareando fuí a abrirle la puerta a la Gata Negra que de un salto se subió a mi cama. Tarareando busqué las chanclas y con la modorra de las 4:30 de la mañana me dispuse a hacerle frente al épicamente horrible tráfico que convierte a Soyapango en zona de guerra 20 horas al día.

 A Fito me lo presentó Fernando, objetor de conciencia que había preferido venir a enseñar  estadística al departamento de matemáticas de la UES que hacer la mili en su país. Fernando era un tipo flaco y simpatiquísimo que un día me puso en la mano un cassette... si, cassettes, esas cosas que se usaban para escuchar música en los primeros años de la post guerra, y me dijo: ¿has escuchado a este tipo? y no, jamás había escuchado a ese tipo flaco y desgarbado que aparecía en la portada y apenas había escuchado algo de rock en español, en esa época en que me decían rock y mi arco reflejo me disparaba inmediatamente a la imagen de Eddie The Head. Así que hice acto de contricción por adelantado a los dioses del Metal y metí la cinta en la cassettera, apreté el botón de play y de inmediato sonó El Amor Después del Amor... no está mal pensé, para cuando sonó Brillante Sobre el Mic, yo me había enamorado y es de esos amores que le duran a una para toda la vida, me convertí en fitómana sin remedio.
Páez ha estado en las buenas y en las malas o en las de reír y llorar como diría Zompo, innumerables veces he cantado Ciudad de Pobres Corazones con toda la rabia que puede producir el extremo nivel de frustre generado por el paisito y Al Lado del Camino es casi que mi canción insignia, a veces creo que hay letras que las ha hecho para que estén allí justo cuando ya no puedo más, pero bueno, me pasa igual con Cortázar, Lorca, Héroes, Maiden y Van Goh y creo que le pasará igual a mucha gente, lo bueno de estas cosas es que cuando "me duele la carne del corazón y la carne del alma" (palabras de FGLorca), siempre habrá una acertadísima letra de Fito, un increíble destello de color de Vincent, una frase de Cortázar que te vuela la cabeza... una de esas genialidades del espíritu humano que la haga de salvavidas antes que termine de hundirme en mis vericuetos abismales.
Así pues, esa mañana en que salió el sol después de muchos, muchos días, caminé las diez cuadras que debo caminar ahora para salir de casa, cantando:
"desafiar a las leyes de la gravedad,
solo reírme hasta verme flotar,
no me creo que todo haya ido tan mal
prueba el efecto de resucitar..."




sábado, agosto 10, 2013

Pereza

En vacaciones me desconecté tres días... si, por eso no hubo Gaticueva la semana pasada. Los tres días que tuve de vacaciones los pasé en plan león ¿Saben? Cuando una no tiene en absoluto ganas de ver al mundo y su contenido, sobre todo cuando el contenido te lo resumen los noticieros en muertos porciento y se felicitan unos a otros porque el porciento es menor que el del año pasado hasta el momento, con un tono a medias decepcionado, a medias como si se hubieran ganado la lotería o algo así y antes que ir a observar la fiebre agostina de primera mano, recordando a tiempo que se tiene un ataque irreprimible de sociopatía cuando se ve gente aglomerada, una se mete en la cueva leonina de su cama, solitariamente a disfrutar de la suavidad pecaminosa de la sábana  cuando se está dormitando a plenas nueve de la mañana sin acordarse del despertador... pecaminoso si... se llama pereza y una vez que se instala no se va, así que lo mejor es ponerse una camisa liviana y llevársela suavecito a la cocina, procurando que no se espante con el aroma del café ¿Saben?  Ese momento en que el vapor silba y el apartamento completo se llena de ese olorcito a domingo aunque sea lunes y podés agarrar la taza con las dos manos y llevártelas despacito (a la taza y a la pereza) para darte una mañana sibarita de manzana, pan, queso y café mientras ves la tele (si, si, fueron tres días de absoluta perdición, qué puedo decirles) y te preguntás cómo diablos ha hecho la humanidad para sobrevivirse a sí misma, tan torpe y sola, tan descuidada y sin memoria, con las interrupciones necesarias para prepararles desayuno a los dos cachorros y sumergirnos los tres en una plática de apreciación sociopolíticaeconómica con roces existenciales sobre la segunda guerra mundial y a medida uno conversa van saliendo algunas ideas despreocupadas sobre nuevos montajes ¿Saben?  Lo que sucede cuando una buena conversa va pasando de una cosa a otra, deslizándose sobre el tiempo que se tiene para perder, es genial tener tiempo que perder y entonces una de casualidad se desliza sobre una piedra interesante y acabás en medio de una buena idea a la que le vas a dar vuelta hasta que pare en alguno de tus inventos.
En fin, que me desconecté tres días de las grandes cosas que pasan para poner atención en las pequeñas cosas cotidianas y por eso no hubo Gaticueva la semana pasada y había que dar las explicaciones del caso, aunque una desvaríe un poco ¿Saben? Como cuando se recuerda una de esas pequeñas cosas que te ponen feliz y te sonríes sola.

sábado, julio 27, 2013

365 de Julio

Pasada la barrera de los 300 cuentos, me acerco al final del libro, de momento no quiero pensar en ello, cuando termine vendrá el momento de releer y corregir, entonces estaré obsesionada persiguiendo comas, puntos y acentos como si de moscas se tratara y pensaré mil y una veces si en realidad el final redondea el cuento o si hay que seguir trabajando. Mientras tanto los dejo con los cuentos de julio, que aparecieron todos los sábados en el Suplemento Tre Mil de Co Latino.





sábado, julio 20, 2013

Erratas

Carmen González Huguet, escritora salvadoreña a quien admiro y autora de  "Jimmy Hendrix toca mientras cae la lluvia", una pieza teatral buenísima que está en mi lista negra de futuros montajes, ha enviado este genial texto, es tan bueno que no podía dejar de compartirlo, espero que lo disfruten tanto como yo.

¡Ah, las erratas!

Estos «piojos de las palabras», como las llamó Flaubert, se cuelan en los recovecos más insospechados y pueden lanzar por la borda una labor de creación literaria o de investigación
 Juan Morales Agüero 
11 de Julio del 2013

Las erratas son viejas conocidas de los escritores y los periodistas. Quienes han hurgado en el tema afirman que acechan al texto desde el debut del lenguaje escrito. De su nociva naturaleza dijo el literato español Ramón Gómez de la Serna: «Son para las palabras como enfermedades infantiles: sarampión, varicela…, que deben pasarse obligatoriamente».
Tipógrafos, editores y correctores figuran entre sus presas favoritas. El empeño por exterminarlas no parece exhibir grandes progresos, pues se niegan a desaparecer. En efecto, las muy pícaras se camuflan entre vocales y consonantes y saltan como liebres en cualquier rincón del párrafo.
El cronista español Andrés Henestrosa las ha sufrido muchas veces en textos propios, así que habla con conocimiento de causa. Sus palabras son concluyentes: «Ahí donde aparezca una errata, aparecerán otras, porque proliferan y se reproducen como conejas. Son tan invencibles como elocuentes; avasallan, convencen y seducen. Por eso ganan al final, quedándose».
Detectarlas y eliminarlas a tiempo es una suerte de obsesión. Un sitio en Internet cuenta que un editor francés llamado Robert Etienne perseguía tanto las erratas que después de compaginar los textos de un libro, imprimir las pruebas, corregirlas y volverlas a imprimir, las colgaba en la fachada de la editorial, a la vista de los caminantes, a quienes pagaba una bonita suma por cada una que encontraran».
El gran poeta chileno y premio nobel de Literatura, Pablo Neruda, las estigmatizó: «Son las caries de los renglones». Eso, quizá, porque en su libro de poemas Crepusculario alguien le enmendó un verso. Así, lo que originalmente era «Besos, lecho y pan» se publicó como «Besos, leche y pan».
A la vera de estos huéspedes indeseables mostró su rostro la célebre fe de erratas. La más antigua data de 1478 y ocupa dos folios de una obra de Juvenal. Después, la Suma Teológica se editó con otra análoga, pero… ¡de 111 páginas! Amilanadas por tal plaga, las editoriales contrataron como correctores a insignes hombres de letras, como Erasmo y Shakespeare.
Las erratas son universales y ubicuas. No respetan credos, ni reyes, ni Papas...  Y, a propósito, el Papa Clemente XI, quien ofició entre 1700 y 1721, murió de una apoplejía cuando descubrió una errata en el primer ejemplar de sus homilías recién impresas que alguien le llevó para leer.

Galería de las equivocaciones

En la antología de las erratas aparecen algunas muy simpáticas, aunque imagino que a sus víctimas no les habrá hecho ninguna gracia. Una clásica se coló en el folletín de Vicente Blasco Ibáñez titulado Arroz y tartana. La edición príncipe decía: «Aquella mañana, doña Manuela se levantó con el coño fruncido». El autor había escrito «el ceño fruncido».
Otra similar contrarió al bardo español Ramón de Garciasol, quien logró incluir un poema en la muy seria revista Ínsula. Exponía: «Y Mariuca se duerme y yo me voy de puntillas». Solo que el duende de los gazapos le jugó una mala pasada y apareció: «Y Mariuca se duerme y yo me voy de putillas». Pero —¡ay!—, Mariuca era su esposa. Tengo la certeza de que al vate le resultó difícil persuadirla del equívoco editorial.
Con el ilustre mexicano Alfonso Reyes las erratas devinieron ensañamiento. Él las denominó «especie de viciosa flora microbiana, siempre reacia a los tratamientos de la desinfección». Un libro suyo de poemas tenía tantas que hizo ironizar así a un crítico: «Nuestro amigo Reyes acaba de publicar un libro de erratas acompañado de algunos versos».
Las erratas no respetan ni los títulos de las obras. La feria de los discretos, de Pío Baroja, se editó en la enciclopedia Espasa como La feria de los desiertos; el drama La expulsión de los moriscos se llevó a la cartelera como La expulsión de los mariscos; y la novela de Alejandro Dumas hijo llegó a publicarse como La dama de las camellas (por camelias).

Erratas periodísticas

En ocasiones, una errata ha puesto de patitas en la calle a un colega distraído. Cuenta el argentino Manuel Ugarte el caso de un informador de antaño que, al ofrendar su crónica a la hija del dueño de su rotativo, garrapateó: «Basta escribir su nombre, Mercedes, para que se sienta orgullosa la tinta». Solamente que en lugar de tinta, se publicó tonta.
Al académico francés Flavigny no le fue mejor, en 1648, al escribir en una glosa teológica la conocida frase del Evangelio de San Mateo: «¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas a ver la viga que está en tu propio ojo?». Esto, en latín, reza: «¿Quid vides festucam in oculo fratis tuis et trabem in oculo tuo non vides?».
Un burlón reseñó así el infeliz dislate: «En la palabra oculo el duende escamoteó misteriosamente la o inicial, pasando en la frase el papel del ojo a otra parte del cuerpo humano…».
A pesar de lo involuntario del hecho, el escándalo que originó el desliz fue colosal. La comunidad académica no perdonó aquel desacierto que casi desacredita para siempre a uno de sus miembros entre sus propios colegas de oficio.
A veces la mera ausencia de una tilde puede provocar el caos. Como aquel diario que publicó un clasificado donde se solicitaba «una secretaria con ingles», en lugar de «con inglés». Otro caso: en una crónica teatral, el chupatintas rasgueó: « El exquisito gusto de la autora es bien conocido por todos sus amigos». Solo que, donde decía gusto, salió publicado busto. ¡Vaya revuelo el que armó el marido!
En una gacetilla, alguien escribió «lúgubre viaje». Pero se lo cambiaron por «legumbres viejas». Y como si eso no hubiera resultado suficiente, al final del texto dijo, poético: «Hay una humedad de sal mojándonos las ojeras». Sin embargo, se la variaron por «hay una humedad de sol mojándonos las orejas».
En materia de titulaje, los disparates no han sido menores. Un periódico canario encabezó así un suelto relacionado con cierta enfermedad bovina: «Las vascas locas», cuando debió decir «Las vacas locas». Tan pronto se enteraron, las féminas de esa región de España pusieron el grito en el cielo.
Otras erratas periodísticas divertidas son la del «Banco Español de Cerdito» (por crédito); la dama que lanzaba a su amado miradas de «apasionada ternera» (por ternura); la demanda de trabajo en la que se buscaba a alguien capaz de cuidar «persianas mayores» (por personas); o el «libro de Pitágoras» de un buque para designar el libro de bitácora; o el santoral que anunciaba el Día de la Purísima Virgen, pero la r se cambió por una insultante t… ¡y se armó la grande!

Otras manifestaciones

Un aragonés nombrado Ángel Mostajo se tomó la molestia de revisar a fondo todas las entradas del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), en su edición 21, de 1992. Y vaya sacrilegio, localizó en sus páginas imprecisiones diversas, errores de imprenta, definiciones incongruentes o «meramente machismos o racismos heredados de ediciones anteriores».
Sin la intención de lastimar la dignidad de los académicos a cargo del popular texto, el investigador halló 163 erratas. Las comentó y las envió a la RAE. Desde allá le agradecieron su acuciosidad y paciencia, que lo llevaron a leerse toda la obra. La edición 22 (2001) del DRAE subsanó las erratas.
En fin, que las erratas —«piojos de las palabras», según Flaubert— se cuelan en los recovecos más insospechados y pueden lanzar por la borda una labor de creación literaria o de investigación. Vuelvo a convocar a Alfonso Reyes:
«A la errata se la busca con lupa, se la caza a punta de pluma, se la aísla y se la sitia con cordón sanitario y a última hora, entre las formas ya compuestas, cuando ruedan los cilindros sobre los moldes ya entintados, ¡hela que aparece, venida quién sabe dónde, como si fuera una lepra connatural del plomo! Y luego tenemos que parchar nuestros libros con ese remiendo del pegado que se llama fe de errata, verdadera concesión de parte y oprobio sobre oprobio».
¡Solavayan las erratas!

sábado, julio 13, 2013

Hora de almuerzo

Caminar por el Distrito 1, Distrito Centro Histórico de San Salvador o como le dicen: El Centro... Salir a las doce y tres minutos del Teatro Nacional de San Salvador y meterse de cabeza en un mar de caos, esquivar carretillas de tomates, manzanas y zapatos, zambullirse en media docena de ruidos, mezcla de altoparlantes que ofrecen cosas por dos coras, gritos de cobradores de microbús, ofertas de chips de celulares, bocinas,  mujeres de risa escandalosa y sobre todo, como una línea melódica maldita, el infaltable: barata la uva, lleve la uva dulcita y cholotona, libra y media por el dólar, libra y media por el dólar, uva dulcita y cholotona, barata la uva... más pegajoso y cansador que canción de regetón en el microbús de la mañana. Caminar. Caminar y levantar la mirada para que el ojo se llene de la maravillosa arquitectura del Centro, salvada de milagro de al menos cuatro o cinco terremotos y acordarme de mi abuela que contaba el tiempo por desgracias: la erupción de El Jabalí, el incendio de Catedral, la muerte de Monseñor, la ofensiva del ochenta y uno, el deslave de Montebello, el terremoto del ochenta y seis, la muerte de Tío Paulino, la ofensiva del ochenta y nueve... como si el tiempo fuera una línea ininterrumpida desde un dolor personal o colectivo, al siguiente y al siguiente, hasta que nos toque a nosotros mismos quedarnos sin memoria... esa forma de contar es contagiosa, a veces me descubro a mí misma dando como referencia el terremoto del ochenta y seis.
Caminar por El Centro y meterse al Bella Nápoles a ver por la ventana y tomarse un capuchino rociándole azúcar por encima a la espuma para tomarla con la cuchara hasta vaciar la taza de espuma por completo y ver de nuevo por la ventana e imaginar si la gente que se ve será alguna vez material para el próximo cuento y acordarse que el Bella Nápoles así como el Teatro están habitados de fantasmas. Caminar. Salir del Bella Nápoles y llegar hasta la venta de libros usados frente al Parque San José y repasar los títulos con la esperanza de toparse con algún tesoro desconocido, pagar tres dólares por Final de Juego, de Cortázar y salir con los ojos y la nariz hinchada de alergia por el polvillo de los viejos libros, pero alegre y requete alegre por el nuevo libro viejo.
Caminar rápidamente por el centro para llegar antes de la una. Pensar en que tengo cuatro libros más en la lista de espera. Evadir niños, perros y vendedores de lotería. Pensar en que tengo que escribir un par de guiones y el cuento número 300 de 365. Llegar a la puerta del Teatro. Pensar en las reuniones de la tarde. Caer en la cuenta que no almorcé.

sábado, julio 06, 2013

365. Junio

Leo todos los cuentos que aparecieron en los suplementos Tres Mil de junio, es curioso como todos estos cuentos aparecen seis meses después de haberlos escrito... una especie de época navideña tropical y con seis meses de adelanto o retraso, según... en este momento estoy llegando casi a los 300 cuentos, dentro de poco tendré que poner el punto final del número 365 y llegará el momento de volver sobre ellos, corregir, perseguir comas y puntos, pelear conmigo misma para entender que se hace lo mejor que se puede, que el cuento debe emprender el viaje y hay que verlo viajar desde esta orilla. El Tres Mil ha sido un excelente espacio de investigación para estos pequeños cuentos que he ido recogiendo dentro y fuera de mí, por las calles de la capital del paisito que a veces parece una ficción más exuberante que cualquier cuento.





sábado, junio 22, 2013

La Seño

Cuando  yo era una niña quería ser como mi mamá: profesora. Mi mamá es maestra normalista, es decir, su formación como profesora la recibió en la Escuela Normal España, donde se formaban las maestras, los maestros se formaban en la Escuela Normal Alberto Masferrer y debió ser una experiencia muy completa, porque no he conocido profesores con tanta vocación, actitud y orgullo por su profesión como los normalistas, Las escuelas normales cerraron en los ochentas, después de unos 120 años de existencia y de formar a gente muy consciente de la responsabilidad que tenían en modelar a los ciudadanos y ciudadanas de este paisito que a veces tantos sustos y disgustos nos da.
Mi mamá consiguió su primera plaza en una escuela rural en un cantón de Ilobasco, en el central departamento de Cabañas, bajo la tutela de la Niña Dona, una profesora, como dice mi mamá: de la vieja guardia, una mujer íntegra que terminó de formar en ella una ética y un respeto por su vocación, admirables. Caminaban kilómetros del pueblo al cantón y viceversa y de una casa a otra, examinando los dientes de los niños y niñas: -  si les faltan los de adelante, ya tienen edad para ir a la escuela, aunque se vean chiquitos y la mamá le diga que no tienen la edad, le decía la Niña Dona a mi mamá y ella aprendió también a negociar y a convencer a los papás de los niños y sobre todo de las niñas, para que los dejaran ir "con las señoritas".
Aunque luego se trasladó a Soyapango, a la Escuela Guadalupe, la Señorita Sonia seguía yendo de vacaciones al pueblo de Ilobasco, porque le tomó un cariño que solo se le puede tomar a los lugares donde una ha aprendido cómo Vivir. De Ilobasco recuerdo los intensos colores desperdigados en un suelo de alfombras bajo el increíble calor de Semana Santa, las torrejas con dulce de panela en lugar de azúcar blanca, las pozas donde a diferencia de las piscinas sí podía meterme, porque no tenían cloro y mis incontables alergias no se alborotaban, las gallinas picoteando escandalosamente sobre un patio de piedras de río, negras y lisas, lustradas por incontables lluvias y los techos de tejas que siempre parecían guardar los espantos de los que hablaban por las noches a la luz de las velas, recuerdo también una caminata de noche con paisaje oscuro iluminado por una enorme luna blanca y redonda, cuando un garañón que andaba suelto nos siguió con un trotecito que nos puso nerviosas durante un largo trecho, hasta que se detuvo de golpe y relinchando, levantó sus patas delanteras hacia la enorme luna. - ¡Jesús! - dijo la Niña Dona y se santiguó tres veces y todo el mundo tuvo la sensación que algún extraño espíritu nos había acompañado por el camino nocturno.
Mi mamá fue durante muchos años la Señorita Sonia en salones y pasillos, con chiquillos de primaria y jovencitos rebeldes en consejería, con niños tercamente callados y niños mortalmente hiperactivos del aula de educación especial y después de jubilarse lo siguió siendo en la colonia donde un rótulo a la entrada de nuestro departamento todavía anuncia que se dan clases a niños con problemas de aprendizaje, creo que para ella es tan impensable dejar de enseñar como lo es para mí pensar que algún día pueda jubilarme de la literatura y el teatro.
Hoy nos felicitamos mutuamente por el día del maestro y aunque yo disfruto enormemente de aprender junto a mis alumnos de teatro, de literatura y de creatividad, sé que todavía me falta mucho para llegar a ser como esas Seños de la vieja guardia. Todavía hoy mi mami recibe visitas de señoras que le dicen a sus hijos: mirá, ella es mi Seño. En mi vida he tenido muchos profesores y varios maestros y estoy muy agradecida sobre todo con mis maestros por cada una de sus enseñanzas, creo que compartir el aprendizaje me ha ayudado a ser más consciente porque cuando enseñas algo tienes la delicada misión de hacer crecer semillas de espíritu en las almas que se ponen bajo tu cuidado, es una gran responsabilidad no echar a perder nada, por eso cuando yo sea grande, quiero ser como mi mamá.

domingo, junio 16, 2013

Don Cheyo

Mi abuelo era Don Cheyo Mejía, había nacido en Chalatenango, en un pueblo que conocí hace unos seis años, de gira por Chalatenango, mientras desempacábamos las mochilas para prepararnos a montar un espectáculo de malabares para una fiesta patronal, alguien dijo que estábamos en Nombre de Jesús, en cuyos cantones mi abuelo decía que todos los problemas de linderos se arreglaban machete en mano.
Don Cheyo Mejía se había venido a la capital cuando se quedó sin papá debido a que se había caído de su montura, aquí fue portero del Juventud Olímpica, eso me lo contaba cuando yo le preguntaba porqué tenía los dedos así, entonces me contaba lo de las articulaciones de los dedos pulgares dislocadas por incontables paradas ante el arco y en un año que nunca supe cuál fue, estuvo en la Selección Nacional de El Salvador.
Después de cabalgar por los potreros de Chalatenango, cualquier departamento de un edificio multifamiliar en Soyapango es y será un espacio muy reducido, por eso siempre se sentaba junto a la ventana a ver para la calle, viéndolo aprendí que a veces la gente mira hacia otro lugar que al lugar donde está viendo; allí en ese lugar hablaba siempre de tres cosas: fútbol, militares (había sido ordenanza de la maestranza de la Fuerza Armada entre otros muchos oficios) y las enormes selvas que salían en las fotografías de las revistas de National Geographic, esas revistas y las Selecciones del Reader's Digest de mi abuela eran las increíbles lecturas de los siete años, cuando todavía no decidía si iba a ser antropóloga o arqueóloga.
A Don Cheyo lo conocían por su nombre una multitud de personas en kilómetros a la redonda y saludar y despedirse le tomaba la mitad del tiempo en su recorrido del Mercadito a la casa. Cuando se fracturó la pierna y gracias a las atenciones del Hospital Rosales jamás pudo sanar bien del todo, se quedaba a la salida del pasaje y la procesión cotidiana lo saludaba como quien saluda al cacique local, muchas veces en mi vida he querido tener ese don de gentes, pero hay cosas de las que solo se puede ser testigo.
Fueron sus cuentos de miedo en las noches de los ochentas cuando los bombardeos nos dejaban sin luz, los que me produjeron la fascinación por contar historias, realmente era espeluznante pero mis primas y yo no podíamos dejar de escucharlo, aunque sabíamos que luego no íbamos a querer ir a ningún lado en la oscuridad.
Con mi abuelo nuestra infancia estuvo salpicada de rancheras y corridos después del baño, imaginarios campos de un mítico lugar llamado Chalatenango, deliciosa comida casera hecha siempre con muy poco, juegos de fútbol unisex e historias de militares, sobre todo aquellas que comenzaban con: "en tiempos de Mi General Martínez..."
Esta es una de las primeras canciones de las que tengo memoria que me hayan cantado para dormir, con ella quiero darle a Don Cheyo Mejía, en donde está ahora, un feliz día del padre.

sábado, junio 08, 2013

Herido de amor huido...

Esta era una vez, en el año que peleaba por que no me hicieran fiesta rosa y me entusiasmaba esa extrema soledad que traslucían las páginas de Sábato, mientras tecleaba torpemente en mi reluciente máquina de escribir  Remington portátil color celeste que mi madre había pedido a mi tío, porque su salario de maestra no alcanzaba para esos lujos y para mí era cosa de vida o muerte y me parecía que lo más apropiado de la vida era despreciar a cabalidad la cursi poesía amorosa y dedicar mis aporreos tecleadores a reflexionar sobre lo terrible, cruel y descorazonadora que la vida puede ser a los quince años, érase entonces, digo, cuando en mis recreos invertidos íntegramente en la biblioteca del colegio franciscano donde estudiaba, abandoné los libros de Martirologio que me proveían de estupendas historias de terror para repetírmelas en mis recién estrenados insomnios y pasé a otro estante con la viñeta "Poesía", había un tomo grueso, empastado en ocre que parecía uno de esos libros religiosos que me encantaban, quizás por eso lo agarré, quizás por eso lo abrí en cualquier página y entonces esa imagen me dio un golpe de esos que te dejan atontada y te hacen pestañear:

Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras.

El Romance de la Guardia Civil Española. Contundente. El tipo era contundente y lo mejor es que usaba las mismas palabras que usarías para sostener una charla con un amigo. Era y es desde entonces, Federico de mi corazón, alma mía de mi pena, pañito de lágrimas, palmas para compañía y la razón de que a una edad en que había dado al mundo por perdido, comenzara a interesarme la poesía de amor.
Luego vino el teatro y la mayoría de sus obras están en mi lista negra, llevo dos demonios exorcizados hasta el momento y espero que en el futuro sean más. De hecho este mes celebro el doble cumpleaños de Lorca y El TIET (el 5 de junio), este viernes 28 de junio, a las 6:30 p.m. celebraremos el octavo aniversario del TIET, presentando una obra que fue mi fijación durante algunos años hasta que pude llevarla a las tablas: "Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín", disfruté mucho el montarla y los versos que Perlimplín recita al final del segundo cuadro, me parecen de los más bellos que he leído:

Amor, amor
que estoy herido.
Herido de amor huído,
herido,
muerto de amor.
Decid a todos que ha sido
el ruiseñor.
Bisturí de cuatro filos,
garganta rota y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy mal herido,
herido de amor huido,
¡herido!
¡Muerto de amor!

Ojalá vea a muchos de ustedes por allí, para compartir El Duende y La Luna.


domingo, junio 02, 2013

Tercer Comunicado 2.0 del Movimiento Patafísico Padre Ubú (MPPU)


El MPPU, a más de un año de haber lanzado su 2 y 1/3 Comunicado y considerando que este asunto de los discursos y aniversarios parece estar de moda, al tiempo que deseando desmarcarse de cualquier campaña asolapada... perdón... adelantada... en vista que somos respetuosos de la ley queremos manifestar:

1. Que nosotros nos sumamos a la corriente actual y TAMPOCO estamos pidiendo su voto, únicamente les recordamos una vez más, que seguimos estando aquí para lo que se les ofrezca, si eso incluye que seamos depositarios de la voluntad popular por tres, cuatro o cinco años con refill incluído, nos sacrificaremos en aras del bien patrio.
2. Que nosotros TAMPOCO estamos dispuestos a transar más allá de la media aceptable expuesta en las encuestas de los medios de comunicación y analizada cuidadosamente por los sesudos analistas que nos circundan, sin embargo aunque nos mantengamos en nuestros trece al decir que vivimos en el país más feliz y seguro del mundo, invocamos al igual que cualquier buen ciudadano que al azar pueda aparecer en cualquier pantalla o valla publicitaria, el sacrosanto derecho del "miaparto y miagacho" contra todo chambre incitado en contra nuestra a propósito de buenas acciones que pudieran ser malinterpretadas por envidiosas y viperinas lenguas, aunque hayan sido alabadas incluso por organismos internacionales; así como el "1,2,3 para todos mis amigos" en caso de que el largo y tortuoso brazo de la ley quiera usar sus degeneradas garras para fines oscuros, como dar cumplimiento a la constitución y otras yerbas.
3. Que nosotros TAMBIÉN nos sumamos a las iniciativas de rescate y ordenamiento de nuestro país, porque creeemos concienzudamente que la chulada de país que tenemos, merece iniciativas de primer orden, como las que a continuación vamos a exponer y que fueron recogidas en nuestro Increíble Mitin Imaginario, convocado en febrero de 2012:
- La creación de una tarjeta de prepago para las extorsiones: Rapirenta... con Rapirenta se solucionan todo el quebradero de cabeza de cómo va a pagar las extorsiones con lo poco que consigue, Rapirenta puede tener el respaldo de bancos y organismos internacionales, que aseguren créditos a bajo interés para los usuarios. Problema de la extorsiones: solucionado.
- Crear un fondo para la impresión de cartelitos amistosos (Focartel) que puedan ser expuestos en plenarias legislativas, protestas partidarias e inclusive en televisión, como se ha comprobado en los últimos días los cartelitos son capaces de hacer irradiar sonrisas y abrazos, amistad y amor allí donde son expuestos. Problema de desaveniencias políticas: solucionado.

Aún hay más soluciones imaginarias para el rescate de nuestra querida nación, pero no queremos contarlas todas de una vez porque queremos reservarles algunas promesas sorpresa para la campaña, hasta entonces... 

¡Mierdra, Fynanza, Fisica!
MPPU