lunes, octubre 10, 2011

Un cuento que adeudo

Para los que me escribieron pidiendo cuentos, acá están dos saldando las deudas, espero que no decepcionen ;)

16. El Norte

Lo contó de nuevo, había $1,200 y aunque lo contara otras doce veces no iban a aparecer $300 por arte de magia. El tipo se lo había dicho por teléfono: $1,500, para pasado mañana, los más espeluznante no era eso. Lo más espeluznante había sido escuchar a esa voz desconocida hablando sobre su casa, su mujer, su hija, su perro, el pequeño negocio de cereales, su vida, su vida contada como cualquier cosa por una voz extraña que amenaza con que todo se acabe, que le pone un precio a su vida sin conocerla, sin saber si él puede reunir lo que su vida vale ahora porque si, porque a un tipo se le ocurrió, porque su teléfono resultó favorecido en la lotería de la desgracia.

No lo va a volver a contar ¿para qué? La mujer se queda con la mirada en el vacío, hasta que él la sacude, está de pie, tiene prisa, meten en dos mochilas lo que hay a la mano, despiertan a la niña, le dejan algo de comida al perro para que no haga ruido. Salen. El hombre le dice bajito que conoce un coyote.


131. Inicios.

Para J. A. M.

El tipo caminaba de prisa, eran las seis y treinta de la mañana y la gente debía estar entrando a sus primeras clases, a esa hora ya estaba él en la cuadra, pero ahora el cambio de rutina lo había retrasado. Era su primer día como comerciante independiente. El viernes se lo había dicho a su jefe: que renunciaba. Seis meses de ahorros estaban ahora puestos en su espalda: la mochila con el café, los vasos, la bolsa con el pan dulce. El logo lo había hecho su hijo mayor, que el otro año entraría en bachillerato y era muy bueno para inventar anuncios. El hombre, curtido y moreno, ponía en esa mochila de café todas las esperanzas de un nuevo principio, en su espalda se leía: “mi cafecito” y un dibujo de una humeante taza blanca. La gente de la universidad ya estaba entrando, se había retrasado en su primer día. El hombre caminó tan de prisa como el peso a su espalada se lo permitió.

1 comentario:

Jorge A Merino dijo...

El norte lo leo y lo leo! me heriza la piel... Así de cruda es la vida para algunas personas :(

"Mi cafecito" no podría ser más... genial!!!