lunes, diciembre 19, 2011

El camino de vuelta

Ese lapsus de los noventas, donde para muchos se terminó la única vida que conocíamos desde niños: bombas, tiroteos en el centro, cortes de electricidad, cortes de agua - me salto los cortes de teléfono porque ese invento llegó a mi casa bien entrados los noventas-, soldados que llegaban a nuestra escuela a darnos charlas de porqué los guerrilleros eran el diablo y a repartir panfletitos, guerrilleros que llegaban a nuestra escuela a hablar de porqué el ejército y el gobierno eran el diablo y a repartir panfletitos, chistes en familia sobre la última balacera donde alguien se había quedado atrapado y de como se salvó por un pelito de gato mojado, horarios para salir a la calle, novenarios de gente que iban matando, rezos de las mamás y las abuelas para que no te fuera a reclutar el ejército o te fueras a ir con la guerrilla o te fueran a encontrar sospechoso de algo o simplemente te fueras y ya no volvieras más. Y en medio de esa debacle ochentera - noventera, la super estéreo, la estación del rock en español que me sacó de mi alucín personal por Maiden y me puso a escuchar a gente que hacía rock en el idioma que yo hablaba, desde entonces me dura el enamoramiento de Fito.
Luego de la Ofensiva hasta el Tope, la entrada a la UES, en el exilio por supuesto, como sino y los actos culturales que invariablemente terminaban en fiesta, sonando lo que estaba sonando con furor en ese momento: Alto al Fuego de Alux Nahual... ¿Alux qué? ¿qué son de dónde? y entonces alguien me sacaba de mi ignorancia musical y me enteraba que además del rock argentino y del inmortal Bronco (la banda salvadoreña por favor), estaba esta buenísima banda chapina que era de las de reír y llorar, o como quien dice, incondicional de la montaña rusa de tus emociones.
Ese lapsus de los noventa, repito la frase, junto con un par de compañeras del cole y la noticia de tooooda la gente que se ha marchado del país (donde vuelvo a caer en cuenta que uno es cuerudo como decía mi abuela), me volvió a encontrar en el concierto de Alux, al que Saimon me convenció de ir para salir del mutismo crónico de los últimos días, y donde de repente me encontré pensando en pasado ¿esa es señal de que ya soy adulto contemporáneo? de pronto consideré que a la mejor había que crecer, ser cauto con las emociones y dejar las ideas exóticas sobre cambiar el mundo y esas vainas, pero la idea no arraigó así que la dejé ir como una de tantas cosas disparatadas que a veces se me ocurren, como se me ocurre a veces irme del paisito para nunca más volver, dejar de escribir y jamás volver a hacer teatro.
El concierto estuvo bien, el finde fue como uno de esos oasis que tienes de vez en cuando en la vida, cuando alguien en alguna parte del cosmos se cansa de jugar con tus huesos y te deja respirar un rato... ahora a dejar de vagabundear y a retomar de nuevo 365, el volver a estar frente al papel en blanco (o a la pantalla en blanco si nos ponemos tecnológicos, vaya) es siempre una experiencia aterradora, pero ¿qué sería de nuestro valor si no pudiéramos ponerlo a prueba de vez en cuando?

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