lunes, agosto 22, 2011

Diario de Harry. Cosas de bar

Ese viernes dejé la comodidad de mi antro de costumbre en la Calle Arce, con su rocola donde esperan siempre los meros Tigres y Mr. Buki y nuestra mesera estrella que nos recuerda muy bien entre todos sus clientes, porque somos los únicos que dejan propina en un antro de quinta, dicho con todo el cariño que le tenemos a nuestro antro de quinta por las innumerables historias que nos ha regalado y que seguramente referiré en otra ocasión.
Me calé el sombrero y subí a bailar salsa en ese antro de la San Luis, único lugar, única hora y único día de la semana en que se puede subir con la razonable seguridad de no escuchar los mismos discursos sobre las mismas soluciones a la crisis nacional después de la segunda cerveza y que luego de un lustro de escucharlos al calco, palabra sobre palabra, tienen la virtud hipnótica de matarme de desidia. Con ese riesgo calculado me aventuré en aguas políticamente correctas y miren que a uno usualmente le pasan cosas.
Después de ponernos al día con mi amigo de las europas, luego del divino encuentro con este divino bailarín nicaragüense, sonrisa que te desarma y movimiento de cintura no apto para cardíacos y antes del monótono zum zum batuquero, me encuentro en el patio con un interludio poético y armado por arte de magia, recital para un grupo de cinco que nos apretujábamos en círculo, isla de palabras en medio de la bulla y cuerpos sudorosos, para escuchar parte del libro cartonero de Juan Luis Olmo, Palabras Juntas, lanzado por la editorial La Cabuda Cartonera, proyecto genial como los son todos los que nacen del más duro deseo por remontar la realidad de este paisito que con gusto te parte la cara con su mazo de cotidiano veinticuatro horas al día.
Esta poesía callejera de Olmo me ha entusiasmado, porque la deja que ande suelta en el centro a las siete de la noche, sin salir corriendo a buscarle un taxi, valoruda la poesía callejera de Olmo, de la que les voy a compartir un par de versos:

Fuerte el cigarro

Juan Luis Olmo

A veces el cigarro es fatídico,
pero necesario.
mas
cuando esas benditas malditas canciones
nos desgarran la garganta
y algo mas.

O cuando se está en audiencia en el juzgado
o leyendo el citatorio de la procuraduría
o sentado en espera de la entrega
en medicina legal.

Bien dicen porái:
fuerte el cigarro
que soporta con tantas penas.

Jodido... pensamos todos y con pesar y agradecimiento, le dimos otra caladita al que teníamos rolando en el área para fumadores cortesía de la recién inaugurada Ley para el Control del tabaco, que nadie ha explicado bien cómo va, pero que se aplica lo mejor que se adivina, como todo en este país. Luego la noche se disolvió entre Rubencito y Calle 13 y la conversa sobre apariciones, puros y otras hierbas, benditas conversas de donde seguro que sale un cuento.

2 comentarios:

Cinco Metros de Peligro dijo...

salud!!
que bueno que te gustaron los versos, al rato nos volvemos a encontrar como guiados por el humo de la prueba del puro.
si podes date una vuelta por un blog que tengo, se llama: cinco metros de peligro
gracias, yo también gusté de ese recital
un abrazo, juan luis olmo

jennifer/harry dijo...

¡chico! por ahí agregué tu link en la gaticueva, saludos :)