sábado, junio 28, 2014

De Teatro

Hacer teatro en colectivo es una de las cosas más complejas con las que me he topado en esta vida. Es casi como tener una familia artística a la que has escogido y con la que puedes conocerte y compartir aventuras en un interesante camino. Desde que mi colectivo, El TIET, emprendió viaje un 5 de junio, han pasado nueve años, es casi una década y han sucedido muchas cosas, pero el teatro continúa allí, como una fogata alrededor de la cual nos juntamos a contarmos historias y alimentamos nuestra memoria.
Hemos tenido largos viajes inciados en bus y terminados a pie para llegar a un centro escolar en algún cantón de los muchos departamentos que hemos visitado en nuestro país, nos hemos sentido acogidos estando tan lejos de casa como en España y Argentina, hemos recorrido por tierra Centroamérica desde Belice hasta Costa Rica, de la mano de colectivos hermanos que realizan un valiente trabajo en sus países, nos hemos puesto nerviosos al presentarnos ante los colegas en Cuba, la hemos visto de palitos para pagar el alquiler de nuestro local en más de alguna ocasión y en más de alguna ocasión nos ha tocado distribuir a $1 por cabeza después de una presentación por taquilla que no  ha salido como se esperaba, tenemos colegas fantásticos, público entusiasta, fans que siempre nos escriben para preguntarnos por la próxima función y amigos y amigas que creen en nuestro trabajo como para aportar el dinero que ha hecho falta para pagar un transporte o ir a hacer presentación a alguna comunidad que no puede costearla, hemos tenidos discusiones tremendas e ideas que han surgido como si todos estuviéramos pensado la misma cosa, nos hemos empujado unos a otros cuando la disciplina de grupo flaquea o cuando estamos por tirar la toalla y hemos difrutado de la rica sensación de entrar a escena, ver a tu compañero y saber que nos espera una rica sesión de juego escénico e improvisación, cuando nos vamos hay chiquillos agitando las manos y diciendo: ¡Gigante, Gigante! porque quieren que el personaje los mire y les hable, hemos conocido gente maravillosa y gente dolorosamente indiferente a nuestro esfuerzo, se nos ha quebrado la voz agradeciendo por alguno de los muchos sueños cumplidos, hemos tenido que decidir entre pagar el bus o comprar algo para comer y muertos de cansancio, después de un entrenamiento matador, nos hemos reído con los ojos brillantes pensando ¡qué rico estuvo hoy!
Personalmente he podido ver a mis compañeros actores y compañeras actrices, "los tietos" como nos dicen, crecer artística y humanamente en este tiempo y tengo mucho que agradecerles por lo compartido en las tablas y en la vida. Por eso, en medio del mar del fútbol global, las noticias sobre la inseguridad y el ajetreo cotidiano, quisimos regalarnos un día para hacer lo que nos hace felices y para encontrarnos con quienes nos hacen felices y tomarnos una plaza en San Salvador, este lunes 30, para hacer una mini maratón teatral con dos de las obras que más han girado de  nuestro repertorio: El Gigante y En un lugar de La Mancha.
A todas y cada una de las personas que nos hemos encontrado en el caminar de estos años de trabajo con El TIET, inmensas gracias por acompañarnos siempre.

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