sábado, junio 21, 2014

Goooool

Básicamente hay una pelota y veinte tipos corriendo por el engramado... a la par de eso hay un negocio de millones de dólares, amigotes de bar que disfrutan a morir cada jugada y la comentan como si se tratara de la última estategia política global, adrenalina subiendo por cada poro tres segundos antes de saber si ese centro va a ser efectivo, los infaltables radicales que se amargarán por un mes vociferando en contra de la total corrupción del espíritu que supone seguir las eliminatorias (si, el mundo se cae a pedazos pero ¿no podemos tomarnos un respiro cada cuatro años?), lindas chicas que son fanáticas del futbol porque la camiseta resalta sus atributos y se la pasarán escribiendo post sobre las hermosas piernas de los ingleses o lo lindo que es Messi...  antes, muchos años antes de toda esta locura en las pantallas de las compus habían tres niñas sentadas frente a la pantalla del televisor de un multifamiliar en una colonia obrera de Soyapango, había también un señor que era popularmente conocido como Don Cheyo Mejía, que había sido portero del Juventud Olímpica y seleccionado nacional y al que le brillaban los ojos cada vez que hablaba de Chalatenango o de fútbol y a falta de nietos varones en casa, buenas son tres nietas para enseñarles, comentando cada jugada de los octavos del Mundial, lo que era una posición adelantada y cuál era el tipo de pelotas más difícil de atrapar para un portero: "un pelotazo de esos no es cualquier cosa" decía mientras nos enseñaba las manos, donde los pulgares hiperextendidos nos hablaban de años de ser guardametas... y por más que la abuela dijera que las niñas no andan revolcándose en la calle y mucho menos con varones, allá andaban las tres niñas sudando a los empujones con los niños, para tomar la posesión del balón y colocarlo donde tejen las arañas, como decía con su voz tan cuidada aquel señor de la radio.
No soy hincha de ningún club español, a no ser que el Rayo Vallecano se agencie alguna vez con la Champions y de vez en cuando le voy a los pumas de la Nacional por pura melancolía del alma mater, pero mentiría si dijera que no me pongo frente a la tv cada cuatro años a emocionarme, junto a miles de personas alrededor del mundo con el juego bonito, las defensas apretadas, las buenas estrategias, los centros bien logrados, el juego aéreo,  las agradables sorpresas que te dan las selecciones que no son las favoritas de siempre y a las que les voy por aquello de mi idealismo empedernido,  ese nudo que ataca la boca del estómago cada vez que hay un dos a dos como el que estoy viendo de Ghana contra Alemania y escuchás que el comentarista dice: "los últimos minutos del partido", mientras te bajás a todos los santos del cielo futbolero para que favorezcan a Ghana, cielo desde donde seguramente estará emocionado Don Cheyo, echándose el comentario de cada jugada.

No hay comentarios: