sábado, mayo 17, 2014

Lejos

Sábado 6:00 a.m. Repatingamos la modorra matutina en los asientos del microbús, suenan un par de cumbias que tratan de espabilar el sueño que lucha por quedarse desde las 5 de la mañana cuando el despertador y la ducha hicieron su mejor esfuerzo por desterrarlo, pero él, necio, sigue colgándose de la cabeza, de los ojos... Uno a uno vamos recogiendo a todos los actores, la utilería, el vestuario, los biombos y telones que hay que llevar porque a dónde vamos no hay un teatro, hay una cancha de basquetbol y decenas de personas para las que será su primera vez en el teatro.
La carretera se extiende casi infinita a esta hora. Vemos pasar el paisaje de verdes y naranjas de los árboles de Spathodea y Delonix regia, que en esta época estallan descaradamente. Han pasado un par de horas y llegamos a Metapán, si siguiéramos avanzando no tardaríamos otra hora en llegar a Guatemala, pero paramos aquí, donde nos espera la cancha de basquetbol y unos doscientos adolescentes y jóvenes que merodean en grupos viendo a esta tropa extraña que traslada bultos de colores, un baúl, vestuario... tratan de asomarse para ver a los chicos extraños que se pondrán esa ropa y que usan espejos para maquillarse, mientras las chicas que los acompañan arreglan telones y cosas, extraño mundo al revés que ha llegado esa mañana.
Estamos... detrás del telón nos abrazamos, nos deseamos ¡mucha mierda!, nos recordamos disfrutar la magia. Delante del telón un profesor y un promotor cultural dan la bienvenida a quienes han venido de los cantones aledaños. Luego de un par de frases digo esas dos palabras que a los actores les provoca un vacío en la boca del estómago, una especie de vértigo que dura lo que dura la entrada al escenario y entonces, de nuevo, tenemos ese campo eléctrico de la primera vez: la mirada de asombro, los labios entreabiertos, el suspenso... y luego la carcajada que estalla con un dejo de incredulidad y luego, ese rostro que trasluce encantamiento. Encontrarse con nuevos públicos es algo así como encontrarse con un nuevo continente y la emoción de lanzarse a lo desconocido, lejos, muy lejos de los teatros de San Salvador.
Y después, cuando el grupo empaca el mundo que acaba de presentar, los jóvenes se acercan, toman fotos, preguntan cuándo volveremos, dónde ver más cosas de teatro y recuerdo la pregunta que uno de ellos hizo desde casi la última fila: Y los actores ¿qué esperan cuando salen a actuar? ¿qué esperan del público? La respuesta, afortunadamente, está aquí.

p.d. Esta nueva incursión fue posible gracias a la coordinación de la Casa de la Cultura y por el patrocinio de nuestros colegas teatristas de La Quimera Teatro, quienes desde Dinamarca cubrieron los costos. Actualmente estamos preparando las próximas a otras dos comunidades en el occidente, si alguien sabe quién puede patrocinarlas, bienvenida sea la ayuda.

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