Hacía un año Alicia había tomado aquella píldora. Le pareció rara y tan amarga que pensó que era veneno, pero le dijeron que todo era por su bien y que iría a un país de maravillas, donde todo lo que le disgustaba desaparecería, así que aunque dudando la tomó, ahora creía que debió haberlo pensado mejor.
En cuanto la píldora llegó a su estómago cayó por un enorme túnel, le parecía que no iba a terminar de caer nunca, pero la verdad es que nada dura para siempre ni siquiera en los cuentos de hadas, así que al terminar de caer se dio cuenta que estaba frente a un castillo de naipes, en las puertas vio a una alta figura vociferante, al principio creyó que le daba a gritos la bienvenida, sin embargo al acercarse más, la escuchó claramente decir a voces:
- ¿Me amas? ¡Dí que me amas, qué soy lo más hermoso que has visto y que tengo la razón!
- Pe...pero... - balbuceó Alicia - es que... acabo de llegar y no la conozco...
- ¡Tonterías! Soy la mejor y más sabia reina de todo el reino, todos mis súbditos están locos por mí, nunca en toda la historia del reino habían tenido a alguien como yo.
Dijo, volviendo a ver al As de Corazones, que dio un respingo y alcanzó a decir:
- ¡Nunca... nunca hemos tenido a alguien como ella!
Y miró a todos los súbditos, que dieron un respingo y comenzaron a vitorearla.
Alicia observó al As de Corazones, que era el encargado del entretenimiento del Reino. En ese momento pensó que sería un cargo muy importante, pero ahora que lo pensaba en todo ese año no había hecho más que llevar mariachis a la fiesta de cumpleaños de un amigo de la Reina y repetir casi inmediatamente todo lo que ella decía, tal cual lo decía.
Claro, en ese momento, recién llegando, Alicia no podía ubicarse con nada de aquello y la Reina de Corazones gritaba nuevamente:
- ¡Di que soy la mejor del reino!... ¿Porqué te quedas callada?... ¡Que le corten la cabeza!
Inmediatamente cientos de cartas de la baraja salieron del castillo de naipes y corrieron tras Alicia con pequeñas pantallas que usaban como resorteras para lanzarle cuanto objeto contundente se pudiera imaginar. Alicia escapó por poco, mientras pensaba que aquel lugar al que había llegado era de locos y se desesperaba pensando cómo podría salir de allí.
Fue entonces cuando una sonrisa enorme apareció frente a ella y le dijo:
- Ahora no puedes salir... tal vez en dos años si entiendes cuál es el juego... tal vez dentro de cinco... o tal vez nunca...
Rió nuevamente y desapareció.
Luego de un año, Alicia seguía sin saber qué pensar del Gato de Cheshire, excepto que casi siempre se quedaba sin entender lo que decía.
Ahora esperaba que lo dicho por el Gato fuera cierto y ella pudiera encontrar una salida, sobre todo porque no sabía a quién podía preguntarle y había que tener cuidado con eso pues las cartas de la baraja tenía la muy mala costumbre de lapidarte si decías algo que pensaban podía disgustar a la Reina de Corazones y la vociferante monarca solo hablaba para regañar, para alabarse delante del espejo o para decir su frase favorita: ¡Que les corten la cabeza! a quien dijera algo que no le agradaba.
Detrás de la máscara protectora que se usaba en aquel país para resguardarse de la plaga de sonambulismo que azotaba esas tierras, Alicia escudriñó hacia todos lados antes de acercarse al castillo para buscar al Gato de Cheshire, justo cuando vio su sonrisa y avanzó de puntillas para no espantarlo, comenzó a llover el diluvio universal como sucedía cada dos o tres años en el invierno. Alicia escuchó a todas las cartas de la baraja gritando como locas: ¡Es el fin! ¡Habrase visto! ¡Jamás nos había sucedido!
Alarmada, Alicia se asomó sin importarle si se mojaba. Al fondo vio a la Reina de Corazones con un megáfono en una mano y una regadera en la otra, mientras regaba bajo la fuerte lluvia al As de Corazones junto a otros dos o tres ases de la baraja que habían sido trasplantados a sendas maceta y gritaba:
- ¡Corran por sus vidas!... ¡Salten por la borda!
Para luego canturrerarle a las plantas, quizás por aquello que dicen que crecen mejor de esa manera.
Alicia ya no entendía nada, mientras se quedaba parada bajo la lluvia, vio como el castillo de naipes comenzaba a derrumbarse, completamente empapado.
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