Dicen que el tiempo es relativo... el espacio-tiempo einsteniano y la cuarta dimensión de Minkowsky me viven acosando desde principio de año, a estas alturas necesito semanas de 9 días, días de 48 horas o un par de clones que no se rebelen ante su creador y sean buenos colaboradores, o "proactivos", según está de moda decir.
En medio de todo, decidí quitarle las telarañas a la gaticueva, quizás porque uno necesita hablar con uno mismo de vez en cuando y le tiene miedo al espejo, o quizás por el cariño teñido de costumbre que uno guarda por ciertos no-lugares.o quizás porque no hay otro espacio disponible para ejercitar mi ánimo cronista y mi afición por las confesiones anónimas que llegan de anónimas maneras a seres anónimos al otro lado de la pantalla... esta postmodernidad...
Me sucede que cuando dejo de visitar por mucho tiempo este no-espacio y luego regreso, me encuentro con el desierto: el polvo que se ha acumulado sobre el oficio y las palabras, la arena que reseca los pensamientos y tapa la puertas de la imaginación, el hollín que oscurece cualquier válvula de escape de los sentidos hacia afuera... en fin, que hay que ponerse a hacer limpieza y uno no sabe por dónde comenzar: si ordenar de nuevo todos los temas que se han caído del estante en el último enjambre sísmico o sacar la mugre que se ha ido acumulando sobre el piso hasta dejarlo inmundo, como los alrededores de todas las plazas de San Salvador, si sacudir las palabras que se han cubierto de polvo y hollín,como cuando uno permanece diez minutos en las calles del centro o ante el caos reinante, cerrar todo y dejar un fósforo dentro, en espera que de las cenizas resultantes, resurja algún fénix de ingenio, que se auto rescate del olvido, para ser auto suficiente y estar a tono con los tiempos.
Hay que comenzar por una palabra, o quizás mejor por una frase, pero después de aquello de que esa mañana, después de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se levantó convertido en un monstruoso insecto, le quita a uno cualquier esperanza de escribir algo que pueda ponérsele al tiro a semejante arranque.Tal vez habrá que recurrir al socorrido: había una vez, vieja fórmula infalible, como los tés de manzanilla para el resfriado y la constipación de espíritu, confiemos en lo viejo conocido... por otro lado este no es el día en que usualmente publico, pero en fin, dicen que el tiempo es relativo... "Dicen que el tiempo es relativo..." esa podría ser una buena frase para comenzar. Justo en ese momento, el látigo despiadado del reloj me recuerda que debo dejar la taza de té y salir corriendo como loca para el trabajo, pero antes, abro el blog y lo anoto: "Dicen que el tiempo es relativo..." y salgo de casa como si tanta prisa pudiera salvarme del cotidiano, ya terminaré todo este asunto en cuanto tenga un par de grietas en mi línea de tiempo.
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