Era la primer semana de año nuevo y Rogue One, el 3.5 de La Saga, que se estrenó para navidad, quizás no estaría por mucho tiempo más en las salas, así que me fui al cine, superando el temor que me infunde Disney, después de ver cómo destrozan historias, la dirección de Gareth Edwards después de lo de Godzilla y sin Jhon Williams en la música.
Salí por un momento de mi burbuja para decirle a la chica de la caja:
- Rogue One, uno por favor.
Ella abre los ojos como platos y luego de parpadear, me dice:
- ¿Rogue One... dos, verdad?
Pienso que no me ha escuchado y repito con una sonrisa, viéndola a los ojos:
- Uno.
La chica vuelve a parpadear y mira sobre mi hombro, incrédula, luego de dudar un momento, me cobra y me entrega el boleto. Tardo un buen rato en entender porqué se comporta de manera tan rara, hasta que me cae el veinte, claro, la convención social establece que una chica no va al cine sola... bueno, intentaré recordarlo para la próxima.
Falta media hora para la peli, así que voy a buscar algo que pueda comer. Inútil pesquisa en el imperio de la comida chatarra, lo único tragable es un pan blanco y un café negro, como diría mi abuela: de entre lo malo, lo menos peor, aunque el café tiene las mismas propiedades que la cerveza y el agua: nunca se le dice que no.
Entonces, entro a la sala justo para los trailers... y pienso que los guionistas que trabajan con los personajes de Marvel deberían leer los comics antes de escribir los guiones, hay cosas que no pueden hacerse en nombre de la licencia poética.
Junto a mí se sienta un tipo más o menos de mi edad, que también ha venido solo, warie a todas luces, bien... nos vamos sintiendo acompañados, casi al terminar de los trailers llega otro tipo un poco mayor que nosotros, que se queda en el asiento a la salida del pasillo. Tres en línea.
En fin, que la peli comienza y para mi sorpresa, la historia es realmente un 3.5 de La Saga, bueno, más cerca de La Nueva Esperanza que de La Venganza de los Sith, Diego Luna está muy bien, los valores Jedi se mantienen y... un momento... yo conozco a este tipo... sin darme cuenta, lo digo en un susurro:
- Es el maestro Ip Man.
- Si - contesta el tipo junto a mí - el maestro Ip Man es Chirrut Imwe.
- Es lo más adecuado para el último guardián del último templo jedi en Jedha - susurró el tipo al lado del pasillo.
¿En serio? ¿Otros dos waries, que además conocían a Donnie Yen, alias el maestro Ip Man, alias Chirrut Imwe, alias uno de los mejores artistas marciales de Hong Kong? La sesión pintaba bien.
Y bueno, la peli tenía sus momentos tranquis, donde se podía llegar al debate del viaje espacial:
- Estas naves no podrían hacer eso si el doctor Cochrane no hubiera descubierto la velocidad warp, dice mi compañero de asiento.
- Pero el viaje en el hiperespacio tiene un principio diferente que la burbuja de salto warp - indica el tipo del pasillo y yo estoy de acuerdo con él - además creo que Ogeid Argenti descubrió el hipermotor antes que Cochrane descubriera el principio de curvatura...
- Bueno, pero en Trek Nation, Lucas admite que Rodenberry influenció su trabajo, así que algo de crédito debe tener la tecnología warp, digo yo para mediar.
- Pongámonos serios... dice el del pasillo, pero en ese momento la batalla se pone demasiado buena y ya no hay tiempo de hablar.
Y como sucede en los buenos toques de la hermandad negra, estos tres buenos desconocidos se lo pasaron re bien viendo la peli, de tal modo que cuando llegamos a la última escena y vimos de espaldas a la Princesa Leia, el tipo de la par y yo nos tomamos de la mano, anticipando el momento... no lo vi, por la oscuridad de la sala, pero puedo asegurar que también le tomó la mano al tipo del pasillo, era demasiada tensión para un solo ser humano, había que apoyarse en los demás... y, efectivamente, cuando el personaje giró era ella, la Princesa Leia en todo su esplendor como en los buenos tiempos, cuando Obi-Wan Kenobi era nuestra única esperanza.
- Es ella...
- Si...
Y los ojos se nos llenaron de lágrimas.
Los créditos llegaron justo a tiempo porque mi dead line de transporte urbano son las 8:00 p.m. en los dorados tiempos que habitamos. Puse la mano en el hombro de mi compañero de asiento, para despedirme:
- Que la Fuerza te acompañe - me dijo
- Que la Fuerza te acompañe, le dije yo
Nuestro colega del pasillo hizo el saludo vulcano y nos deseó larga vida y prosperidad.
Y los tres desconocidos salieron del cine, altamente satisfechos de su última aventura warsie y sabiendo que "la Fuerza está conmigo, yo soy uno con la Fuerza".
Y bueno, la peli tenía sus momentos tranquis, donde se podía llegar al debate del viaje espacial:
- Estas naves no podrían hacer eso si el doctor Cochrane no hubiera descubierto la velocidad warp, dice mi compañero de asiento.
- Pero el viaje en el hiperespacio tiene un principio diferente que la burbuja de salto warp - indica el tipo del pasillo y yo estoy de acuerdo con él - además creo que Ogeid Argenti descubrió el hipermotor antes que Cochrane descubriera el principio de curvatura...
- Bueno, pero en Trek Nation, Lucas admite que Rodenberry influenció su trabajo, así que algo de crédito debe tener la tecnología warp, digo yo para mediar.
- Pongámonos serios... dice el del pasillo, pero en ese momento la batalla se pone demasiado buena y ya no hay tiempo de hablar.
Y como sucede en los buenos toques de la hermandad negra, estos tres buenos desconocidos se lo pasaron re bien viendo la peli, de tal modo que cuando llegamos a la última escena y vimos de espaldas a la Princesa Leia, el tipo de la par y yo nos tomamos de la mano, anticipando el momento... no lo vi, por la oscuridad de la sala, pero puedo asegurar que también le tomó la mano al tipo del pasillo, era demasiada tensión para un solo ser humano, había que apoyarse en los demás... y, efectivamente, cuando el personaje giró era ella, la Princesa Leia en todo su esplendor como en los buenos tiempos, cuando Obi-Wan Kenobi era nuestra única esperanza.
- Es ella...
- Si...
Y los ojos se nos llenaron de lágrimas.
Los créditos llegaron justo a tiempo porque mi dead line de transporte urbano son las 8:00 p.m. en los dorados tiempos que habitamos. Puse la mano en el hombro de mi compañero de asiento, para despedirme:
- Que la Fuerza te acompañe - me dijo
- Que la Fuerza te acompañe, le dije yo
Nuestro colega del pasillo hizo el saludo vulcano y nos deseó larga vida y prosperidad.
Y los tres desconocidos salieron del cine, altamente satisfechos de su última aventura warsie y sabiendo que "la Fuerza está conmigo, yo soy uno con la Fuerza".
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