Sobrevivir es la palabra clave, la que nos embrutece, la que elimina cualquier oportunidad de pensar creativamente y a largo plazo, la que nos obsesiona, la que nos hace gritar cosas como "pena de muerte", "negociación" o "estado de sitio". Sobrevivir, el imperativo de nuestra especie, lo que nos ha traído exactamente a donde estamos. Ahora, un grupo en aras de su sobrevivencia, amenaza con matar a tantas personas en tantos días y a menos que se le den x cosas, continuar con el baño de sangre y a eso le llaman negociar, invisibilizando como siempre a las víctimas. Otro grupo, en aras de su sobrevivencia, clama por los escuadrones de exterminio, los estados de excepción focalizados,es decir Soyapango, Apopa, Mejicanos y otros "lugares problemáticos", para "controlar" a la población, más cárceles, cada vez más cárceles y alambre razor y aumento en el gasto en seguridad, un gran negocio en nuestros días, con vigilantes que no están calificados para su tarea y que ganan sueldos míseros.
La tónica general en las últimas semanas ha sido escuchar a diferentes personalidades en diferentes medios decir "se debería hacer..." y "la culpa es de..."sin que nadie en realidad haga nada, porque ni los funcionarios de estado, ni los partidos políticos en la Asamblea Legislativa quieren asumir el costo político de las medidas que se necesitan para que el gobierno pueda gobernar y la población pueda seguir manteniendo a sus estructuras burocráticas sin desangrarse a diario, cuando digo la población, me refiero a quienes viven en los barrios obreros y cantones, a quienes siguen poniendo los muertos mientras ganan el mínimo en trabajos que no pagan horas extras.
Resolver la actual situación de violencia requerirá de un liderazgo efectivo por parte del ejecutivo, del trabajo articulado de los diferentes partidos en el legislativo y de la eficacia del judicial, asumiendo los costos políticos que haya que asumir, negociando más allá de la conveniencia económica, cuotas de poder o contratos que se negocian a cambio de votos, es decir, poniendo como interés principal el bienestar de los votantes, para lograr salir de esta marejada. Y al mismo tiempo, buscar las formas en que las personas largo tiempo excluidas puedan incorporarse a la producción y sobrevivir, no de la mendicidad institucionalizada o de las actividades ilícitas, sino desde la dignidad.
Y ojalá saquemos la nariz de nuestros ombligos y dejemos de tirar la pelota a la escuela, la iglesia, la policía y a quien quiera que sea y comencemos a ocuparnos de nuestras familias, de nuestras comunidades y de nosotros mismos, a ejercer ciudadanía y utilizar los recursos que nuestra democracia ofrece de manera responsable, sin violencia que sume a la que ya nos rodea y en la que estamos sumergidos. Ojalá que podamos dejar en algún momento de sobrevivir y comencemos a buscar vivir sin temor, con dignidad.
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