domingo, mayo 26, 2013

Llover

Llover a veces es como llorarse por dentro sin mojarse la ropa, por lo tanto suele suceder que uno se llueva y llueva sin que los demás noten que se trae el corazón empapado, hasta que en una de esas hay que sacudirse el agua porque todo se ha inundado y las cosas comienzan a flotar chocándose unas a otras por dentro. En estos días llueve. Llueve y si uno se queda parado cinco minutos bajo la lluvia se empapa hasta los huesos y eso si se nota, sobre todo si uno se ha dejado el paraguas en casa.
A veces hay que lloverse un poco, solo lo necesario para que las semillas olvidadas broten en los rincones más inesperados y uno pueda reverdecerse un poco. Yo creo que ando un poco nublada... quisiera que afuera de la ventana siguiera lloviendo para meterme debajo de una manta, un libro y un chocolate mientras la luz de la tarde agoniza como quien no quiere la cosa, pero que por dentro pare de llover de una buena vez porque este temporal lleva ya más de dos años y el diluvio universal amenaza con no dejar en pie ni la piedra sobre piedra que me incomoda en el zapato...
Y aquí están estos húmedos cuentos para completar el 365 de mayo que ha sido más movido de lo que esperaba.



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