Es sin duda una medida humana, por eso en el calendario gregoriano se acaba de inaugurar el año 2025 después de Cristo, ayer 1 de enero, mientras habrá que esperar la primer luna nueva del año a finales de este mes para recibir el año nuevo chino Serpiente de Madera y no es sino hasta la segunda semana de febrero, cuando estaríamos recibiendo un nuevo cambio de cargador en la cuenta maya Haab, 13 Iq si llevamos la cuenta de las tierras altas... así que podemos unirnos a Marc Lachieze-Ray y afirmar la inexistencia del tiempo, o creer en la eternidad como Kundera y tomárselo con calma, este día por la mañana preferí lo segundo.
El tiempo me parece benevolente y hasta simpático en días como hoy, cuando puedo comenzar lento la mañana... las mañanas lentas y largas son mi debilidad: un espacio para meditar y estirar el cuerpo y luego tomar un desayuno de una hora mientras ves la serie de turno, aunque la serie de turno sea El Cuento de La Criada y te espante ver que cada vez hay menos distancia entre la ciencia ficción y la realidad, de modo que al parecer terminaremos escribiendo crónica en lugar de ficción.
De cualquier manera, tomarme mañanas largas es una de mis maneras favoritas de desobedecer el imperioso mandato actual de producir para consumir, o pensar en producir y consumir y además, morir en el intento como héroe del sistema de consumo, lo que me recuerda a esa peli "El precio del mañana" (In time), donde el reloj biológico de las personas se detienen a los veinticinco años y a partir de entonces para conservar vida y bienes es necesario pagar con tiempo, el tiempo es la única moneda y lo que claro, algunos tienen de sobra y otros van en el día al día... ¿Qué decía yo sobre la poca diferencia entre la realidad y la ciencia ficción?
No tengo muchas ganas de salir. Actualmente en El Salvador, los espacios públicos para el ocio parecen ser exclusivos de quien pueda pagar por ello y en nuestra cultura donde lo esencial es mostrar la fotografía más que vivir el momento, salgo a los lugares y me parece que estoy en un capítulo de The Black Mirror... Si, la ciencia ficción es mi afición y la realidad es muchas veces mi aflicción.
Como sea, la luz silenciosa de las siete de la mañana inunda la sala con beatitud y cuando la cerámica celeste y tibia de la taza se aleja de mis labios, puedo ver las volutas de humo olorosas a café y descanso. Dejar quieta la mente es un privilegio, no hay necesidad de pensar en lo que hay que hacer para llegar a fin de mes o en lo que se cocinará para el almuerzo, ni siquiera hay interés en tratar de completar el trabajo pendiente del treinta y uno a mediodía, conocer las opiniones desaforadas de los internautas o dejarse arrastrar por la marejada de noticias que permanece amenazante afuera. El celular está apagado y se quedará así toda la mañana para conservar el bienamado silencio. Veo la taza en mis manos, le doy un beso de amargor delicioso y suspiro, no hace falta que exista el tiempo.
Para quienes nos dedicamos a la parte creativa de la vida, el ocio puro y duro es un lujo, no tenerlo por mucho tiempo es agotar tus reservas de energía, así que esta mañana me he ocupado de recargarme y puedo decir que funciona: en esta mañana disipada, vinieron a mí las imágenes que necesitaba para mi nuevo montaje teatral de 2025, un par de buenas ideas para mis talleres de plantas medicinales y auto cuido y el recuerdo de un libro que quiero escribir. Al mediodía me estiré como mi buena maestra la gata Tifa me ha enseñado y poco a poco he ido aterrizando. Mañana regresaremos al laburo y le escamotearemos la eternidad a la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario