sábado, agosto 09, 2014

De vagaciones

Pongo la compu sobre un baúl y comienzo a escribir, no estoy muy segura de qué... la Gata Pina maúlla, ronronea y finalmente se echa sobre el baúl, junto a la compu, creo que los gatos tienen esta especie de simpatía lastimera por lo escritores, será que se nos ve tan desvalidos, mientras intentamos pillar algo que pueda parecer, aunque sea remotamente, una buena imagen o un inicio de historia capaz de distraer un par de minutos a algún aburrido cibernauta sin más que hacer que perder algunos minutos en entrar a esta gaticueva. Pienso en que ese párrafo está completo y habría que poner punto y aparte, pero es inútil, la tecla de punto y aparte de mi fiel mini laptop permanece inservible y teniendo en cuenta que luego de pagar las facturas del cotidiano como cualquier mujer cabeza de hogar (eufemismo políticamente correcto para decir mamá soltera que se encarga de pagar las cuentas), lo que resta va directamente a montar mi próxima idea  teatral (siempre hay una esperando en fila por más que uno haga la buena intención de espantarla), así pues no he logrado juntar la plata para arreglar a mi guerrera maquinita, por hoy van a disculpar el interminable párrafo y los puntos y seguidos... y sigo sin saber por dónde va arrancar esta historia, si arranca alguna vez, porque la verdad no tengo mucho ánimo este día como para inventar historias, debe ser que los últimos días (con intermedio de vacación agostina, que en mi caso fue tomarme vacaciones del género humano) el golpe de naturaleza humana ha sido tal que no salgo del knock out, por más que Harry venga en plan de árbitro y continúe contando hasta cien en espera de que me levante. Y no es que no lo sepa, uno sabe teóricamente que el ser humano, la octava plaga del apocalipsis, es un ser capaz de cualquier cosa con tal de salvar el propio pellejo, conseguir una mejor posición en la vida o lograr un café decente en las mañanas, pero siempre que me dan una puñalada por la espalda, tengo ese momento de total incredulidad y de no entender qué diablos y porqué está pasando, es como si el alma se quedara con la boca abierta y una expresión de desconcierto en la cara, mientras trata de procesar los motivos del lobo, que de seguro siempre los hay. Un amigo me decía hace algún tiempo que debía dejar de andar pitufeando por la pradera de mi burbuja personal y dedicar un poco más de tiempo a entender el mecanismo de sobrevivencia humana, sin embargo ayer, hablando con Romel, me dio una de esas pistas que son como que te cae una luz encima mientras escuchas al coro celestial... y bueno, la luz era más bien crepuscular y las voces eran las de no sé qué conjunto bachatero que habían puesto en la rockola del bar donde desmadejábamos en voz alta el ovillo de la naturaleza humana y los riesgos de la vida moderna, pero en fin, Romel me dice: "lo que pasa es que vos y yo crecimos creyendo que toda la gente es buena como nuestras mamás son y nos enseñaron a ser". Buen punto pensé, pero entonces ¿cuál es la solución? ¿El desengaño total? ¿El abandono del ideal y la consecuente zambullida en la garduña nuestra de cada día? Mmm... demasiado duro para mi Quijote interior que rezongaría un siglo si lo dejara sin molinos de viento. Debe haber algo más, algo en el espíritu humano que lo lleve más allá del hombre siendo mordido, comido, digerido y eructado por el hombre, no puede tratarse únicamente de ver quién cruza primero la línea de meta. La tormenta que estallaba sobre nuestras cabezas amortiguó el sonsonete desabrido de la enésima bachata, que por cierto se parecía a todas las que la precedieron, mientras llegábamos a la terrible conclusión de que no podíamos ir en contra de nuestras enseñanzas de infancia y que lo único que quedaba era sacudirse el polvo, aprender las lecciones que la vida nos enseñaba y continuar en nuestro viaje de caballeros andantes, en el camino que habíamos elegido. Puede ser duro el viaje, pero son hermosos los paisajes, son memorables las aventuras, nos aguarda ese segundo de gloria y quien sabe, alguna vez, hasta nos podemos ganar una Ínsula... así pues... ¡a la carga! ///  p.d. hablando de quijotadas, la próxima semana arrancamos nuestra Temporada Didáctica de La Balada de Anastasio Aquino, lléguense.  http://eventos-escenarioytiet.blogspot.com/2014/07/temporada-didactica.html

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