sábado, febrero 11, 2012

Dilema

Uno llega a la mitad del libro y entonces viene la tentación de releer todo lo que se ha escrito hasta el momento, pero si cedes a esa primera tentación, luego vendrá la tentación de las correcciones, hasta que todo quede como lo has deseado y entonces cortarás con lo que has venido haciendo y te retrasarás al menos un par de meses para tener el primer borrador, así que paras, respiras y te resistes a la tentación de releer... buscas la historia para el próximo cuento y algo llega, pero piensas que ese algo podría ser nada más un deja vú literario de lo que has escrito, además están todas estas ideas sobre los problemas cotidianos, los remiendos de tu corazón que aún no has terminado de hacer, las próximas elecciones, el mosaico de catedral, los horarios de oficina... demasiadas ideas, en medio de todas se te pierde el hilo conductor de la historia (eso es frase de otro cuento, de otro libro, de hace algún tiempo).
Respiras, recuperas... por un momento piensas que todo el bloqueo se arreglaría si tu mundo se arreglara (utópico), si la política cultural nacional... bueno, la verdad se arreglaría si le dieras una leída a la mitad del primer borrador que ya tienes pero... te levantas de la silla, te tomas el tiempo para hacerte un chocolate (estamos abandonando el café por enésima vez) y cuando regresas, el borrador sigue allí, retándote, entonces piensas: ¡qué diablos! y mientras retrocedes a la primera página piensas en ese estupendo consejo de Oscar Wilde: "La mejor forma de lidiar con una tentación es ceder a ella..."

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