miércoles, junio 19, 2024

El Espacio

Actualmente eres un número, una maquinita qué debe producir, ojalá 24/7 y las máquinas en la cadena de ensamblaje no necesitan mucho espacio, solo un cajoncito donde puedan quedar guardadas mientras no producen.
Esa es la lógica de nuestras ciudades dormitorio, pequeños espacios hacia donde arrastrar tu cansancio luego de la jornada laboral y las horas extra. No hay espacio para más. 
Si quieres espacio, debes ir a consumir al centro comercial, produces y consumes, el ciclo perfecto. No hay espacio para más.
El espacio público debería ser el espacio para el sencillo encuentro humano y el tejido de comunidad, pero para ello el espacio público debe dar seguridad y acoger, cosas que cada vez son menos propias en nuestros espacios públicos capitalinos que privilegian el turismo con capacidad de consumo, llenos de cemento que se calienta en dos minutos al sol de media mañana, sin lugares donde sentarse, despojados de la sombra de los árboles. 
Los espacios públicos comunitarios, los que tenemos cerca, son también esenciales, como las actividades que podamos hacer en ellos; que no sean solo las acciones que nos llevan a evadirnos del cansancio y del nivel de sobrevivencia cotidiana que se vive en las comunidades, sino que sean actividades que en verdad nos ayuden a construir humanos integrales, a la salud de nuestra mente y espíritu y al tejido comunitario. 
Esta reflexión es lo que nos llevó a realizar nuestro Segundo Encuentro Teatral Del Gueto 2024, del 6 al 16 de junio en nuestra comunidad de Credisa, para presentar teatro en el centro de convivencia y en un centro escolar de nuestra zona, que abarca al menos a ocho colonias aledañas y cientos de familias. Dos grupos nacionales invitados más los anfitriones y cinco presentaciones, puede sonar como algo muy pequeño y lo es, sin embargo, siendo este un encuentro auto gestionado y sostenido económicamente por El Tiet y algunos aportes individuales, es un logro de teatro independiente y comunitario del que nos sentimos orgullosos. Exhaustos pero orgullosos y esperanzados de poder continuar con este espacio. 
Los rostros de los asistentes disfrutando de diversas propuestas artísticas, el interés de las personas por el teatro y la buena disposición de los invitados, nos dieron ese calor humano y el sentido de comunidad que buscamos con el Encuentro Del Gueto, así que esperamos poder hacerlo de mejor manera el próximo año, en nuestro veinte aniversario. 
Comencé a gestionar este Encuentro en medio de mucha incertidumbre: los espacios, los invitados, el público y la dificultad de siempre: encontrar el dinero para una actividad comunitaria. Todo se fue solventado con trabajo y la generosidad de muchas personas que brindaron su tiempo, trabajo, dinero y fe en que lo que hacemos también es necesario. Esa experiencia es de las cosas que quedan guardadas con aprecio en la memoria, te da felicidad y plenitud y hace que el trabajo teatral valga la pena. 
Así que si alguien lee esto en alguna oportunidad, le da curiosidad y quiere ayudarme con el sostén económico del Encuentro Del Gueto 2025, escríbame a asociacion.escenario@gmail.com porque toda ayuda es bienvenida. 



martes, enero 02, 2024

El primero del 2024

Casi siempre el Tiet termina de trabajar el 20 de diciembre y el 21 recibo el solsticio de invierno, el Sol Invicto de innumerables culturas, panza arriba en la playa.
Los tiempos cambian y entre mis actividades como AjQuij y quiropráctica, además de la temporada navideña del Tiet que afortunadamente se extendió hasta el 28 de diciembre, el viaje a la playita tuvo que esperar hasta este día Oxi Toj, donde hay muchos motivos para agradecer y en el calendario gregoriano, el Dios Janos mira hacia el pasado y el futuro al mismo tiempo. 
Así que hoy al despertarme pensé: ahora o ahora, agarré mi mochila y aproveché las ventajas de vivir en un país pequeño, donde el transporte colectivo barato, de calidad regular y con atención poco amable, te lleva a casi cualquier parte.
Conocí El Palmarcito, en el departamento de La Libertad, gracias a la actriz, directora y cómplice de cafés, Rubidia Contreras. Ahora que el paisito se gentrifica aceleradamente y casi todo tiene precio o acceso turista, ando siempre en busca de rinconcitos tranquilos donde te dejen estar en paz.
Como en cualquier despedida de vacaciones, el lugar estaba concurrido y la gerencia de Atami había cerrado el paso a la playa vecina a pesar de que es ilegal impedir el acceso a la playa, pero lo de la privatización del espacio público es harina de otro costal. 
De momento mi mochila y yo estábamos cómodamente instalados en un ranchito para pasar el día, porque pocos problemas hay en el mundo y bloqueos artísticos en el espíritu, que el aire de mar no alivie. 
Yo al mar no voy a ver. Soy incapaz de llegar a la playa sin meterme al agua, todavía no supero  el llegar al final de la rambla barcelonesa y tener que conformarme con ver el mar porque era noviembre. 
Por fortuna nací en el trópico y el agua estaba de la forma maravillosa en que suele estar en las mañanas de enero, donde el mar parece también estar de estreno junto con las buenas intenciones de la gente. 
La sabiduría de los ancestros nos dotó de hamacas para hacer germinar las ideas, si no me creen prueben a ver pasar el mundo en los brazos perezosos de una hamaca por una hora o dos. Eso, junto con el fondo sonoro de Nonpa y las olas, era justo lo que necesitaba para salir del modo gestora cultural con agregados administrativos y pasar a modo montaje, dejando que las semillas escénicas germinen. 
Pensar analíticamente puedo planificarlo y me gusta la sensación de control que trae, pero para pensar creativamente necesito soltarme y dejarme llevar por el caos de mi cabeza, en medio de todas las imágenes tarde o temprano surge la que estaba buscando para comenzar. 
Y si, ya se que luego del trabajo de mesa, y cuando junto a los actores  hagamos el dibujo y las impro, todas las escenas que he ido imaginando detalladamente en mi cabeza cambiarán, a veces completamente. De eso se tratan los ensayos, de contarnos historias para ver si entre todos terminamos contando una historia al público, pero siempre necesito hacerme el cuento primero en mi cabeza, imaginar ese otro mundo posible para que quede un tanto más claro lo que quiero decir. 
Termino de soñar despierta y veo el mar rizado en la tarde, azul cobalto con picos de sol, en medio de los dos riscos que encierran esta pequeña playa a ratos pedregosa. Recuerdo que si quiero regresar a Mordor sin quedar atrapada en el tráfico cortazariano, debo regresar temprano y las cuatro es una buena hora para hacerlo. 
Todas las ceibas del camino empedrado me dicen adiós con sus hojas de verde tierno, mientras me tomo mi tiempo para llegar a la carretera. Dejo la prisa para mañana, porque ahora quiero seguir disfrutando de esa rica sensación del caótico pensamiento creativo que se mueve como el agüita del mar cuando el abuelo Imox baila en ella, como las hojas de las ceibas que van diciendo un adiós verde tierno dorado de sol. 

P. D. Me atrapó la cola de entrada al puerto, así que dije ¿y qué tal si escribimos el primer blog de 2024?
Ah, nuestro proyecto de enero lo pueden encontrar aquí y si lo pueden apoyar económicamente o ayudar a difundirlo, se agradece.