Una tiene días favoritos en el año, entre mis días favoritos en el año definitivamente está el primero de enero.
El ser humano tiene esta manía de contar todo lineal y finitamente, como imagina que es la vida, por eso cuenta horas y calendarios. Sin embargo, a veces es gentil ir con esa corriente. El primer día de cada año es una de esas ocasiones. Toda la gente se durmió tarde, o temprano, según se mire, y por tanto toda la gente se levanta a despecho del sol, así que tengo el chance ese día, más que otros, de levantarme antes que los de casa y sin embargo más tarde de lo que usualmente acostumbro y disfrutar de la soledad y el silencio que invaden la colonia.
Me gusta el silencio, alguna vez lo dijo uno de los personajes de uno de mis cuentos, un asesino que todavía no sabía que podía llegar a serlo: "...es como una casa grande y segura desde donde se puede ver pasar a la gente con tranquilidad". Así pues, el primer día del año disfruté de un par de horas extras de silencio y quietud, que si vivieran en esta colonia dormitorio a la salida de San Salvador, donde el único entretenimiento parece ser emborracharse y poner regetón y banda a todo volumen, con un equipo de sonido mal balanceado, sabrían porqué me resultan tan queridas.
Atiendo a los animales sigilosamente, me preparo la primer taza de café... oh si, en días como estos el desayuno puede durar un par de horas y contemplar dos o tres tazas de café, una maravilla. Enciendo el televisor y pongo una peli o serie de sci fi o de super héroes con cero volumen y los subtítulos y dejo la vida pasar sin que veinte diferentes ideas me invadan al mismo tiempo.
Y cuando al fin sales a la calle a visitar a la tía y a las primas, todo está tan solitario y vacío como podría estarlo en una de esas pelis donde el héroe se distrae cinco minutos y sucede el apocalipsis zombie o alguno de esos desastres en los que el planeta sucumbe por la mano del hombre y el tipo se pregunta a dónde diablos se fueron todos.
El tema es que en este día en particular todo parece ir más lento que de costumbre, tal y como debería ser más a menudo y tienes el chance de sentir verdaderamente la levedad, como uno de los personajes de Kundera, pero sin angustiarte. Para mí es como meterme en un arroyo suave y dejarme ir con la corriente, a la tarde ya me obsequiaré otra peli más sin ocuparme de más nada que del ocio.
No hago ninguna lista de propósitos de año nuevo, cuando pienso en propósitos de año nuevo, recuerdo a mi abuela diciendo aquello de que uno propone, Dios dispone, viene el diablo, mete la cola y todo lo descompone... además para mí el año nuevo comienza allá por el 21 de diciembre, así que digamos que cuando llegan estas fiestas, que suelo dedicar a Baco, ya lo tengo un tanto encaminado
Mi carpeta de proyectos para este año está completa, acabo de terminar de cuadrar las últimas fechas. Conociéndome, mañana comienzo a correr siete veinticuatro y no paro más que un par de veces al año, por eso resguardo tanto mis tiempos de vacación, aunque para algunos colegas resulto incomprensible por mi total negativa a tocar temas de trabajo, de cualquiera de mis trabajos, remunerados o no, en esos días, pero es que me gusta dilatar estos espacios de tiempo donde puedo olvidarme del tiempo.
Feliz 2019.