sábado, septiembre 21, 2013

¡Salsa!

No puedo decir cuándo ni cómo aprendí a bailar. Tal vez fue mi mamá y mi tía, mis primas, yo que sé... ¿Saben de esa costumbre que tienen las mamás de poner a sus chicos a participar en cuanta velada escolar exista? Mi mamá tenía esa costumbre... y a mí me encantaba, es decir que antes de actuar, lo primero que hice en un escenario fue bailar, era una canción, creo que se llama Brasil o algo así, era con las chicas de noveno grado de la escuela donde mi mamá era profesora, yo tendría unos 4 años y un traje rojo con enormes lunares blancos, tocado incluido, tengo una foto que lo prueba pero no voy a subirla porque es de esas cosas vergonzosas que te ponen los pelos de punta... y bueno, luego fue folklore, disco (si disco, qué puedo decir, los Bee Gees en mi casa de infancia eran de rigor, al igual que los movimientos de cadera de Jhon Travolta) y en algún momento dramático de la historia, es decir allá por los noventas, cuando no me bajaba de mis botas negras y me había olvidado completamente de bailar, escuché a un panameño de apellido Blades, en realidad no era lo mío para nada, pero se me hacía familiar esa canción:
El padre Antonio Tejeira vino de España
buscando nuevas promesas en esta tierra
llegó a la selva sin la esperanza de ser obispo
y entre el calor y entre los mosquitos habló de Cristo...
Y entonces recordé los maravillosos 80's de balas y canciones prohibidas y seguí escuchando y me acordé de bailar ¿Salsa? Si... ¡Salsa! esa cosa contradictoria con la que uno se pregunta con el corazón roto:
Dime cómo me arranco del alma esta pena de amor, 
Esta pena de amor, esta pena de amor, Dime cómo me arranco pa' siempre el inmenso dolor, De esta pena de amor, de esta pena de amor...
Por supuesto, mientras uno menea las caderas con todo el gusto del mundo, al compás de esa contagiosa percusión. Y claro, bailar es una de mis diez cosas favoritas, junto con el chocolate, los gatos y el resto de mi lista y cuando el mundo pinta pésimo, no hay nada mejor que dejar que las caderas se liberen y encuentren su propio ritmo sin censura, para que el cuerpo se pierda y se diluya en la música y si es en compañía de una buena pareja de baile, mucho que mejor.

P.d. Esta es mi canción favorita de Blades


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