Desde esta mi fase de ermitaña en la que me he metido últimamente porque necesito alejarme del mundo real que también me cerró con motivos la ventana en el rostro, me tomo un par en esta noche lluviosa, frente a la página en blanco que se va desdibujando en este blog, mientras brindo porque sus versos son de esas cosas que me han hecho feliz en la vida, partidos e ideologías políticas aparte, solo el puro, duro, ocioso y vital goce estético y mientras avanzo la cerveza releo uno de mis poemas favoritos de Roque Dalton (no, no es Poema de Amor, ese siempre me pareció una hijueputada de su parte):
Mi Dolor
Conozco perfectamente mi dolor:
viene conmigo disfrazado en la sangre
y se ha construido una risa especial
para que no pregunten por su nombre.
Mi dolor, ah, queridos,
mi dolor, ah, querida,
mi dolor es capaz de inventaros un pájaro,
un cubo de madera
de esos donde los niños
le adivinan un alma musical al alfabeto,
un rincón entrañable
y tibio como la geografía del vino
o como la piel que me dejó las manos
sin pronunciar el himno de tu ancha desnudez de mar.
Mi dolor tiene cara de rosa,
de primavera personal que ha venido cantando.
Tras ella esconde su violento cuchillo,
su desatado tigre que me rompió las venas desde antes de nacer
y que trajo los días
de lluvia y ceniza que mantengo.
Amo profundamente mi dolor,
como a un hijo malo.
Roque Dalton.-