sábado, julio 31, 2010

Diario de Harry

Archivos Digitales

Hace un par de años, soy malo con las fechas, comencé un "trabajo en proceso" que con el paso del tiempo se llamaría Agenda, porque así se llama el libro de poesía que surgió de todo eso. Mientras escribía el libro, escribía también un Diario de Trabajo sobre todo el proceso: las ideas, las peleas, las imágenes, las palabras que se van formando poco a poco en la cabeza antes de salir al papel o, en este caso, a la pantalla, ya que el diario nunca existió más que en la compu y aquí viene precisamente el cuento de este cuento.
Un par de semanas atrás juntaba los materiales de Agenda, para retomar el trabajo en proceso y agregar una habitación más al diseño de la instalación y me puse a buscar en la compu mi diario de trabajo, abrí mi carpeta y nada, abrí la carpeta de los proyectos de teatro y nada, abrí todas las carpetas donde se me ocurriera que podría estar y nada... entonces, sobrevino el pánico ¿cómo era posible? juraría que lo había dejado en tal carpeta y volver a abrir carpetas una tras otra para comprobar lo que ya había visto, que el dichoso documento no estaba en ninguno de los lugares virtuales en que se suponía debía estar, es decir, estaba virtualmente perdido.
Maldije el momento en que se me metió la loca idea de escribir algo en la pantalla, más voluble que el ánimo de una mujer, a mí, grafomaníaco que escoge en qué tipo de papel y de cuaderno escribe sus notas, que no escribe si no hay tinta negra disponible, que tiene un cuaderno para lápiz y otro para tinta, que se sienta en la misma mesa del mismo café el mismo día y hora de cada semana y en la misma mesa del mismo bar por la noche sólo si es necesario, cómo pude albergar ese espantajo de idea de escribir directamente en el ilusorio mundo virtual, más frágil que la memoria... mientras me reía de mí mismo, pensaba que si el diario hubiese existido "en el mundo real", me bastaría revisar uno de los tres compartimientos con libros en casa, precisamente ese donde están todos los apuntes y páginas sueltas, cuadernos y libretas, libros demasiado queridos como para que anden por ahí ante las miradas extrañas y ¡voilá! allí estaría.
De pronto recordé que la compu había sido formateada hacía algunos meses por una infección viral y el pánico dejó paso al horror. Días pescando imágenes, tratando de completar fragmentos de ideas que no se sabe si vienen del sueño o la vigilia en esas horas de la madrugada cuando te despiertas pensando en ese problema que has dejado inconcluso, en si la imagen traducirá acertadamente el significado que deseas o si la palabra se rebelará puesta en boca ajena, todo, todo perdido en un clic.
Mientras maldecía mi suerte y mi eterno despiste informático, una epifanía inundó mi cerebro, haciéndome saltar de la cárcel oscura del miedo ¡los discos de respaldo! ¡alabado sea Dios o en su defecto, todas las manifestaciones de ser supremo concebidas por la mente humana! Revolví entre los discos y puedo jurarles que escuché un coro celestial cuando apareció uno rotulado "Harry" y con él, la vida regresó a mi espíritu.
Mientras lo metía en el lector de cd y veía como la pantalla traía de nuevo a la existencia mi diario de trabajo, no pude evitar pensar que dentro de la máquina toda existencia es vulnerable, inestable, efímera... como en la vida, qué causalidad.

lunes, abril 19, 2010

Días de danza/ Experimentos


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