sábado, febrero 14, 2015

De Valentines y Versos

A propósito de este día, estaba pensando en "Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín", que actualmente estamos presentando en nuestra Salita. Mi relación con Lorca es una de las más largas de mi historia, lo visito como visito a Barba, a Fito y a Girondo y son visitas muy productivas, tengo casi todas sus obras en mi lista negra y he tenido la buena fortuna de montar un par de ellas.
"Amor de Don  Perlimplín con Belisa en su jardín" no era por cierto uno de los títulos a la cabeza de la lista, pero por una de esas cosas de la alineación correcta de los astros y que uno, milagrosamente, está en disposición de hablar de amores y demonios, el montaje surgió. Surgió primero en mi cabeza, como todos mis montajes, aunque lo que luego aparezca en escena pueda diferir más o menos de la idea original, y surgió por unos versos, unos de los más hermosos versos que Federico pudo haber escrito:

Amor, amor
que estoy herido,
herido de amor huido,
herido,
muerto de amor.
Decid a todos que ha sido el ruiseñor.
Bisturí de cuatro filos,
garganta rota y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy mal herido,
herido de amor huido,
¡Herido!
¡Muerto de amor!

Tiene una música perfecta, procuraba quedarme sola para poder recitármelo despacio, saboreando la cadencia, sobre todo en: "bisturí de cuatro filos, garganta rota y olvido", es una cosa tan bella y amarga que te parte el corazón aunque no estés enamorado y bueno, luego de un par de semanas sin soltar esos versos, tenía que releer la obra y ponerla del derecho y del revés hasta  saber cómo deseaba montarla.
No es una de las más famosas de Lorca, no son sus grandes tragedias ni su teatro de guiñol, es una  pieza pequeña  para un teatro de cámara, algo íntimo para lo que el propio Lorca compuso la música, el autor dice: "Aleluya erótica en cuatro cuadros" y es como si ya estuviera jugando y le invitara a uno, como si uno pudiera divertirse mucho haciendo algo así. Lo de aleluya me descolocó, pensé en algo místico hasta que investigando,  descubrí las aleluyas y tebeos del siglo XIX y pude ver a Don Perlimplín, viejo verde, casi entre Pantalón y Cristobita y eso me abrió todo un otro mundo.
Perlimplín aparecía entonces como un Cristobita con alma, un alma que sin quererlo tropezó con el amor y el deseo de poseer totalmente al objeto amado, eso tan humano, a pesar de tantos siglos de querer amaestrar al instinto y hacer que se comporte de forma políticamente correcta.
El amor de pareja no es el amor fraternal que se brinda a la humanidad sin distinción de raza o credo y sin esperar nada a cambio, es el amor que se convierte en deseo por vernos reflejados en el objeto de nuestro afecto, saber que somos una vibración que resuena en un otro, donde dejamos nuestra huella y como escuché en una película hace rato: "es triste cuando el objeto de nuestro afecto no responde con el entusiasmo que uno quisiera", entonces ¿qué hacer? ¿qué hace Perlimplín cuando descubre que la vibración de su alma no resuena en Belisa porque simplemente Belisa no tiene un alma? Lo único que puede hacer: le da un alma a Belisa, un alma que sea capaz de entender el amor a través de la sensualidad del cuerpo que se comparte no por el deseo vacío o la tenaza de la soledad, sino como un acto de comunión amorosa.
Sin embargo, cada vez que los humanos involucramos a nuestra alma hay consecuencias, enormes consecuencias, como le sucede a Fausto cuando compromete su alma para ganar el corazón de Margarita. Para Perlimplín entonces, habrán consecuencias, trágicas, como sucede siempre en Lorca cuando hablamos de amor.
Esas eran las ideas que me rondaban cuando me hundía por enésima vez en la lectura de la pieza y pensaba: tengo que verla en el escenario. Y aquí esta, cumpliendo ya su segundo año de vida y generando nuevas preguntas sobre esa cosa llamada amor.
Para quienes quieran acompañarnos estará este jueves 19 de febrero, a las 6:00 p.m. en nuestra Salita TIET - ACJ, Urbanización San Ernesto, pasaje San Carlos, no. 128 (sobre el boulevar de Los Héroes, entre mr. donut 24 horas y Scotiabank).

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