sábado, agosto 17, 2013

Para cantar en las mañanas

Hacía ratos que no cantaba... hacía meses que no cantaba... de acuerdo, hacía un par de años que no cantaba, digo, no porque tenga clase o ensayo o haya que pasar alguna de las canciones de nuestro montaje de Perlimplín, sino por el puro gusto de hacerlo, digamos que el alma había pillado una gripe de aquellas y se había quedado completamente afónica y sin poder sacar ni una nota, como si la música se hubiera acabado por dentro y no quedara más que una habitación a prueba de sonido y un día de esta semana, como si en el planeta donde habito fuera lo más natural del mundo, me desperté con Fito en la cabeza y me puse a tararear y tarareando fuí a abrirle la puerta a la Gata Negra que de un salto se subió a mi cama. Tarareando busqué las chanclas y con la modorra de las 4:30 de la mañana me dispuse a hacerle frente al épicamente horrible tráfico que convierte a Soyapango en zona de guerra 20 horas al día.

 A Fito me lo presentó Fernando, objetor de conciencia que había preferido venir a enseñar  estadística al departamento de matemáticas de la UES que hacer la mili en su país. Fernando era un tipo flaco y simpatiquísimo que un día me puso en la mano un cassette... si, cassettes, esas cosas que se usaban para escuchar música en los primeros años de la post guerra, y me dijo: ¿has escuchado a este tipo? y no, jamás había escuchado a ese tipo flaco y desgarbado que aparecía en la portada y apenas había escuchado algo de rock en español, en esa época en que me decían rock y mi arco reflejo me disparaba inmediatamente a la imagen de Eddie The Head. Así que hice acto de contricción por adelantado a los dioses del Metal y metí la cinta en la cassettera, apreté el botón de play y de inmediato sonó El Amor Después del Amor... no está mal pensé, para cuando sonó Brillante Sobre el Mic, yo me había enamorado y es de esos amores que le duran a una para toda la vida, me convertí en fitómana sin remedio.
Páez ha estado en las buenas y en las malas o en las de reír y llorar como diría Zompo, innumerables veces he cantado Ciudad de Pobres Corazones con toda la rabia que puede producir el extremo nivel de frustre generado por el paisito y Al Lado del Camino es casi que mi canción insignia, a veces creo que hay letras que las ha hecho para que estén allí justo cuando ya no puedo más, pero bueno, me pasa igual con Cortázar, Lorca, Héroes, Maiden y Van Goh y creo que le pasará igual a mucha gente, lo bueno de estas cosas es que cuando "me duele la carne del corazón y la carne del alma" (palabras de FGLorca), siempre habrá una acertadísima letra de Fito, un increíble destello de color de Vincent, una frase de Cortázar que te vuela la cabeza... una de esas genialidades del espíritu humano que la haga de salvavidas antes que termine de hundirme en mis vericuetos abismales.
Así pues, esa mañana en que salió el sol después de muchos, muchos días, caminé las diez cuadras que debo caminar ahora para salir de casa, cantando:
"desafiar a las leyes de la gravedad,
solo reírme hasta verme flotar,
no me creo que todo haya ido tan mal
prueba el efecto de resucitar..."




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