martes, septiembre 06, 2011

Alicia abajo del cielo sin diamantes

Alicia salió corriendo detrás del bus, pero mientras corría se dio cuenta que el bus desaparecía: "Seguro que el motorista no tenía carnet" pensó y ya resignada decidió agarrarla al suave porque igual, llegaría tarde al agujero del conejo, caminaba viendo un paisaje de pantallas gigantes que anunciaban pastores y políticos, ambos con igual sonrisa y promesas a granel, pensando en conejos estaba cuando de pronto una pelota de fútbol playa rebotó delante de ella y el conejo pasó persiguiéndola, iba con pantalones de un color y camisa de otro y se pensaba muy afortunado porque en anteriores ocasiones anantiyos le habían dado camisa, le hizo un pase fantabuloso al tío coyote, que burlando a un par de tiburones la hundió hasta el fondo de la red. Alicia aplaudió entusiasmada y mientras gritaba haciendo barra se dio cuenta que hacía barra sola. El tío coyote y el tío conejo la saludaron agradecidos y contentos por haber recibido sendas medallas; juntos los tres se tomaron del brazo y caminaron por el camino de ladrillos amarillos que les había aparecido a sus pies, rumbo al agujero del conejo.
Pero el camino era peligroso. Un tramo habían avanzado cuando una turba de motoristas alados les cerró el paso, al frente iban varios empresarios que se quejaban lastimeramente, mientras los motoristas dejaban caer sobre Alicia, el tío coyote y el tío conejo, una lluvia de esquelas vencidas que los arrastraron como una enorme marea; los tres aventureros buscaban desesperadamente algo de qué agarrarse para evitar ahogarse entre tanta esquela, cuando arriba vieron a cuatro músicos subidos en un submarino amarillo, haciendo maniobras para no chocar con los diamantes que se iban cayendo del cielo por alta de mantenimiento, los amigos extendían las manos y les hacían señales de auxilio pero los músicos habían abandonado su carrera para convertirse en analistas politólogos y estaban en medio de una discusión sobre el bicentenario y las repercusiones de la emancipación en la conveniencia de hacerse del ojo pacho con los requerimientos de las cortes que no debieran meterse en asuntos domésticos que están muy bien donde están, es decir, tapaditos debajo de la alfombra donde no mira la suegra.
Así que la marejada arrastró a nuestros amigos y los hubiera llevado hasta el mar si no hubiera sido porque una viejita les tiró un lazo para sacarlos: no se preocupen - les dijo - yo también ando a pata, esto es de echarle ganas porque si no nos lleva Judas. Dando las gracias estaban cuando vieron la enorme nube de polvo que levantaba el vehículo come gasolina de la reina de corazones que venia gritando a todo pulmón: "¡Que les corten la cabeza!". Alicia y los demás no atinaban a saber si se refería a ellos o a los otros, pero por si las dudas echaron a correr a todo dar, junto a ellos corría una reportera que preguntaba a cada momento: ¿cómo se siente? Miles de bocinas comenzaron a sonar...
En ese momento mi vecina puso a todo volumen los comentarios vulgares de la radio matutina con fondo de regetón y me despertó, con un suspiro de alivio pensé: "qué bueno que solo era una pesadilla, de algo así, ni el Capitán Centroamérica nos salva".

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