sábado, abril 18, 2015

Recitales

En esta jungla, gracias a mi oficio, a veces puedo juntar mis dos pasiones: el teatro y la literatura, como en esta semana, cuando pude armar dos recitales, uno para adultos y uno para niños.
Me encanta probar a hacer cosas con la poesía además de escribirla  y leerla. Me encanta probar qué pasa cuando nos divertimos con ella, cuando la gozamos al leerla, al cantarla, al bailarla, cuando la llevamos a escena.
Para hacer esto he sido afortunada de contar con talentosos cómplices que me permiten trabajar con ellos y sus propuestas, así como espacios coordinados por gente que no teme arriesgarse a recibirlas.
Me gusta hacer recitales para adultos pero en realidad disfruto a morir trabajar para niños, al igual que cuando hago teatro, me encanta poder acercar los libros a los niños. Quizá porque cuando era niña, las libreras de mi casa hacían de
portales con interminables horas de aventuras en lugares fabulosos y con gente a la que comprendía y que me comprendía perfectamente. Ir a la librería a escoger un nuevo libro, el premio por las buenas notas al pasar el grado, era el momento más esperado de fin de año y poner ojitos tiernos al llegar a la caja, podía asegurar un segundo libro si el presupuesto daba para ello y mi mamá casi siempre se aseguraba de que alcanzara. Llevar un libro nuevo a casa era anticipar la emoción de lo que leería en las siguientes semanas y esperar el momento de abrir el nuevo libro, esa emoción que solo pueden entender los bibliófilos.
Así que cuando estoy en un salón con más de treinta chiquillos, sobre todo de escuelas públicas como donde estudié yo, me emociona pensar que ellos también puedan encontrar alguna buena compañía, viajar a algún lugar interesante, hacerse preguntas, creer que el mundo es mucho más grande y tiene muchas más posibilidades que las que puedan encontrar en la estrechez y la violencia de algunas de las comunidades y quien sabe si en nuestro pequeño auditorio puedan estar nuestros próximos artistas e intelectuales tan necesarios para la reconstrucción de la humanidad de nuestro país, que se destroza a dentelladas cada día.
Así que del libro de poesía infantil de Mario, con el que estamos trabajando, les reparto bloques a Mario y Krisma, hago videos, convierto uno en una cancioncilla para una ronda y los títeres, esos mágicos duendes que siempre me auxilian, también declaman y hablan con los poetas y los niños sobre esta cosa maravillosa que es la poesía y los  libros. Así que cuando saco una línea de chiquillos para una dinámica poética, les pregunto qué van a ser cuando sean grandes, ellos se quedan callados y yo les digo que pueden ser lo que quieran y entonces tengo una línea de papás, doctores, bomberos y científicos y me alegra que uno de los puertos de donde arranquemos nuestro viaje al futuro pueda ser  el de la poesía.

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