sábado, julio 26, 2014

De sermones y montañas

Sábado, casi las  8:00 a.m. Dormir nueve horas seguidas es algo que no tiene precio... pero sí hora de caducidad, sucede cuando el vecino del edificio de enfrente, segundo nivel, nos pone gratuitamente el sermón de este pastor misógino que habla siempre a los gritos, como si en medio de su ataque de histeria estuviera a punto de sufrir un desgarre de cuerdas vocales, pero no corremos con tanta suerte... luego de haberlo escuchado varias veces pienso que  el tipo es un misógino profesional, recuerdo uno de sus sermones que iba más o menos así: "Porque hay mujeres que si su marido les pega, lo primero que hacen es abandonar el hogar... ¡nooo! Si su marido le pega, usted lo que hace es orar por él: ¡Señooorr, cambia el corazón de este hombre, porque esta es la cruz que me has dado! y usted va a ver cómo el Señor va obrar maravillas".
Yo la verdad no podía dar crédito a lo que escuchaba. ¿En serio le estaba diciendo a una víctima de violencia intrafamiliar que se quedara con el agresor? y además de quedarse, ¿Que se dedicara a orar en lugar de buscar ayuda? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que el esposo la mandara al hospital o al cementerio?
Aclaremos, personalmente creo que hay un poder superior con una paciencia infinita ante nuestras sandeces, pero definitivamente no creo que tenga que ver con la matanza que el estado israelí ejecuta en Gaza, con la prohibición de hacer sindicatos en algunas empresas privadas, con la intolerancia a la diversidad sexual o cultural y mucho menos con la impunidad al abuso de menores o a la violencia intrafamiliar y de género. Y si alguna amiga mía me contara que su pareja abusa de ella o de él, le diría: ¡corre en dirección contraria, lo más rápido que puedas y en este instante!
Y me pregunto: ¿De verdad sabe este señor que grita lo que en este país le cuesta a una víctima de violencia de género denunciar? Casi como escalar el Everest solo con las manos. Según el Observatorio de Violencia de Género de Ormusa, hay 511 denuncias de violencia intrafamiliar solo en el primer trimestre de 2014 y aseguro que no son todas, en el caso de la violencia sexual, sicológica, emocional y patrimonial las mujeres se lo piensan dos veces, primero porque tu misma familia se encarga de desalentarte, comentarios como: "Mirá ¿y no podés hablar con él y se arreglan? pensá en tu hogar" o el clásico "Es que vos también has de tener algo de culpa" son sumamente dolorosos cuando vienen de las mujeres de tu familia y si a eso le agregamos la presión de la comunidad y la desidia de las autoridades que en muchas ocasiones no hacen más que revictimizar a la víctima, creo que lo que menos se necesita es que tu líder religioso te sugiera pasividad ante el maltrato en nombre de no se qué méritos de paciencia para irte al cielo, cosa que seguramente sucederá pronto si en lugar de buscar ayuda después del primer maltrato te quedas encerrada en tu casa esperando el milagroso cambio de personalidad de tu agresor.
Suspiro y me levanto de la cama en busca de café para aclararme las ideas, mientras me pregunto ¿Qué diablos tiene que arruinarse en una persona y de qué manera, para que produzca tal misoginia y homofobia a esa hora de la mañana?

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