lunes, junio 13, 2011

Diario de Harry. Visitas divinas

Desde nuestro reencuentro en Barcelona (tipo grupo de música pop pero sin las canciones), El Negro se ha convertido en mi dealer literario, mi nuevo período yonki ha sido muy productivo para mí y es que cada autor que me ha presentado tiene un sabor particular que hace que esta bibliomanía retroalimente mi grafomanía y así estoy, encantado de recuperar manías y sin querer parar. Luego llegará el hastío, como en todas las cosas, pero por el momento no nos adelantaremos hasta allí.
Entre los libros que viajaron desde Barcelona está este de pasta roja, con una portada muy al estilo de los cincuentas, que me remitió a mi infancia: mi mamá tenía libros, mi tío tenía libros, mi abuela leía (y escribía) poesía y mi abuelo leía ediciones viejas de National Geographic y de las Selecciones de Reader's Digest, en esa época yo debía estar en segundo grado, quería ser arqueóloga y las portadas de los libros siempre me fascinaban. Todavía cuando tengo un libro que llega por primera vez a mis manos le dedico un tiempo a la portada: veo la ilustración, los materiales, leo la contraportada y las reseñas en las tapas interiores si las hay; es como ver de lejos a la persona que te gusta antes de atreverte a saludar.
En ese entonces, en el mismo departamento donde ahora vivo y donde en un tiempo hubieron hasta ocho personas, vivió un tiempo mi tío el mayor, sus libros eran muy curiosos, había uno de tapa dura, amarilla, en la portada una caricatura de un tipo con cara divertida y una maleta, partiendo de viaje, el título decía "Exceso de equipaje" y el autor era Enrique Jardiel Poncela. Ese nombre fue el que volvía a ver, luego de tantos años, en esa portada roja: Enrique Jardiel Poncela, arriba del título "La tournée de Dios" y como subtítulo "Novela casi divina" y así, comencé una aventura de 472 páginas.
La estructura del libro me cautivó, el tipo numera los capítulos en orden cronológico, y debido a que en una novela se refieren a menudo sucesos anteriores, resulta que la novela comienza en el capítulo 20, continúa en el 1 y así, según lo que se necesita contar, de forma que si uno quisiera puede leerlo en el orden desordenado en que aparecen los capítulos o ir saltando del 1 al 2 y lo demás, esto, al igual que el estilo de Jardiel Poncela me pareció de lo más simpático.
Luego la historia es buenísima, resulta que un día Dios le avisa al Papa que ha decidido darse una vuelta por la tierra a ver cómo va la cosa y decide llegarse a España, donde la prensa, el clero, el gobierno y la gente importante corren de arriba a abajo para prepararse y recibir a Dios como se merece y el pueblo acude en masa para ver qué hace Dios. Cuando Dios llega los fans enloquecen y hay que controlar a la gente a sangre y fuego, luego de eso Dios es llevado y traído por todas partes en el tour oficial y por supuesto, la gente quiere que Dios diga algo y solucione el desmadre en que se encuentran (al parecer las cosas no cambian mucho). Dios habla pero lo que dice no es del agrado de nadie y todo el mundo se marcha dejando a Dios solo (insisto, las cosas no cambian). Junto a la historia de la visita de Dios también está la historia de los periodistas Perico Espasa, Federico Orellana y la esposa de este, la actriz Natalia Lorzain y como toda historia donde hayan periodistas y teatristas, la cosa será interesante y no tendrá un final feliz, aunque el libro es divertidísimo. En fin, me lo pasé tan bien que quería compartirles además un par de párrafos:

"Los Deportes
... nada más llegar, ya se hizo del Madrid y se puso la insignia en la solapa del guardapolvo (...) Tan simpático se le hizo el famoso club madrileño que, sin poder contenerse, lo tomó bajo su protección. No se hizo esperar el resultado, y fue que, en lo sucesivo, el Madrid quedó triunfador en todos los combates (...)."

"La felicidad os la di Yo también cuando os di la Vida y la Muerte, la Conciencia, la Inteligencia, la Voluntad, el Entendimiento, la Memoria, la facultad sexual y la Procreación; los Sentidos, el Dolor y el Placer, y todo lo Creado. La felicidad está en eso.
La felicidad brota de forma espontánea de cualquiera de esas partes y también del todo. La felicidad se consigue manejando discretamente cada uno de esos elementos y también todos a la vez... Pero ¿tengo yo la culpa de que vosotros manejéis esos elementos, y el todo, de una manera idiota? No. Yo no tengo la culpa. La culpa es vuestra (Grandes rumores)."

El discurso de Dios continúa con los políticos y aquí ya me imaginaba yo a Dios pidiendo la palabra en nuestra honorable Asamblea Legislativa, mientras los señores diputados feisbukiaban (o feisbuqueaban pues, si nos ponemos puristas, igual la palabrita todavía no aparece en el diccionario), hacían importantes llamadas telefónicas o miraban a Dios con cara de: "este señor no sabe de lo que habla". Ya ven, este vicio de la lectura que lo lleva a uno a evadirse de la realidad circundante y de vez en cuando provoca ese tipo de alucinaciones destinadas a aliviar la angustia de la realidad.
El tema es que puestos a soñar, no estaría de más que Dios se diera una vueltita por acá para ver este relajo, aunque a la mejor ya está enterado y precisamente por eso no viene, no vaya a ser...

1 comentario:

Bujinkan dijo...

Me encanta tu narrativa de llevarnos siempre donde hay cosas que no tienen espacio en otros lugares tu nos traes a estas despues de darles alojamiento, mi amiga un abrazo, sigues en la mira ok... asi que a seguir escribiendo!